Hace unos meses, el 1 de diciembre de 2014, se organizó en el Ateneo de Madrid una mesa redonda en el marco de un ciclo sobre la generación del 14 y el centenario de la primera guerra mundial. En ella se abordó la actitud de los científicos y tecnólogos españoles ante el conflicto bélico que asoló el continente europeo hace un siglo.
El evento fue coordinado por Alejandro Díez Torre. Quienes participamos en él -Ernesto García Camarero, Alberto Gomis, Francisco Villacorta y el autor de esta entrada- , no reparamos entonces en una doble iniciativa que tuvo lugar durante el curso 1914-1915 organizada por la Sección de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de esa institución madrileña, tan importante en la configuración de una sociabilidad liberal y en la historia política y cultural española contemporánea.
Me refiero por una parte al ciclo de conferencias que tuvo lugar entre enero y mayo de 1915. En él participó un cualificado grupo de científicos que expuso a los ateneístas la situación en la que se encontraban diversas disciplinas científicas que cultivaban -desde la fisiología a la antropología, pasando por las matemáticas y la química- y cuáles eran los problemas metodológicos con los que tenían que enfrentarse en sus investigaciones.
Desfilaron en efecto por la cátedra del Ateneo a lo largo del primer semestre de 1915 los químicos José Rodríguez Carracido (1856-1928), Eugenio Piñerúa y Álvarez (1851-1937), José Rodríguez Mourelo (1857-1932) y Enrique Moles (1883-1953); los astrónomos Antonio Vela y Herranz (1865-1927), y Pedro Carrasco Garrorena (1883-1966); los geólogos Eduardo Hernández-Pacheco (1872-1965) y Lucas Fernández Navarro (1869-1930); el físico Blas Cabrera (1878-1945), el matemático Julio Rey Pastor (1888-1962), el fisiólogo José Gómez Ocaña (1860-1919), el ingeniero de montes y biólogo Joaquín María de Castellarnau y Lleopart (1848-1943), el marino y geógrafo José Gutiérrez Sobral (1858-1918) y el antropólogo Luis de Hoyos y Sainz (1868-1951).
También fueron llamados a participar, aunque declinaron la invitación, el ingeniero Esteban Terradas (1883-1950), el botánico Blas Lázaro (1858-1921), el zoólogo Ignacio Bolívar (1850-1944) y el neurólogo y sicólogo Luis Simarro (1851-1921). En esa docena y media de nombres se concentraba una parte relevante de la ciencia de calidad que se hacía en la España de hace un siglo.
La segunda iniciativa de la sección de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales del Ateneo de Madrid en el curso 1914-1915 fue la organización de un ciclo de cursos de especialización que impartieron algunos de los científicos ya mencionados como el matemático Julio Rey Pastor, el astrónomo Pedro Carrasco, el geólogo Lucas Fernández Navarro, el antrópologo Luis de Hoyos y Sainz. A ellos se sumaron el también antropólogo Telesforo de Aranzadi y Unamuno (1860-1945) y el endocrinólogo Gregorio Marañón (1887-1960), muy joven por aquel entonces.
Podemos acercarnos a ese notable esfuerzo científico colectivo de hace un siglo gracias a una serie de publicaciones en las que conviene reparar nuestra atención.
En efecto casi todos los cursos – impartidos por Gregorio Marañón sobre Las secreciones internas, (accesible aquí); Julio Rey Pastor sobre Introducción a las matemáticas superiores, sobre el que ya llamó la atención su discípulo Ernesto García Camarero en su blog El granero común (ver aquí); Pedro Carrasco Garrorena sobre La teoría de la relatividad en física; Lucas Fernández Navarro sobre Paleogeografía: Historia geológica de la Península Ibérica (ver aquí); y Luis de Hoyos y Sainz y Telesforo de Aranzadi sobre Etnografía: las bases, los métodos y sus aplicaciones a España- fueron publicados por la biblioteca Corona.
Asimismo la mayor parte de las conferencias impartidas en el Ateneo de Madrid entre enero y mayo de 1915 se reunieron en un volumen editado meses después, ya en 1916. Otras conferencias, como la que impartió Lucas Fernández Navarro sobre La geografía física: su estado actual, sus métodos, sus problemas, se presentaron en otras publicaciones como el Boletín de la Real Sociedad Geográfica (ver aquí).
Como se aprecia en el siguiente índice en el mencionado volumen se reunieron doce conferencias, dos terceras partes de las que había diseñado su organizador: Luis de Hoyos y Sainz, presidente de una activa sección de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales del Ateneo en aquel curso de 1914-1915. Fueron estas:
I. Evolución de la Matemática en la Edad Contemporánea. Conferencia de la sección de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales del Ateneo de Madrid. Marzo de 1915. por J. Rey Pastor, Catedrático de la Universidad Central, p. 8-40.
II. Problemas y métodos astronómicos. Su estado actual. Conferencias de 25 de marzo y 15 de abril de 1915. Por Don Antonio Vela y Herranz, Astrónomo del Observatorio de Madrid y Catedrático de Astronomía física de la Universidad Central. p. 41-108.
III. Estado actual, métodos y problemas de la Física. Conferencias de 24 y 31 de enero de 1915. Por Blas Cabrera y Felipe, Catedrático de la Universidad Central. De la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales. p. 109-144.
IV. Física matemática. Teoría de la relatividad Conferencia de marzo de 1915. Por Pedro Carrasco, Astrónomo del Observatorio de Madrid. p. 145-168.
V. Métodos y problemas actuales de la ciencia química. Conferencias de 8 de abril y 4 de mayo de 1915. Por E. Piñerúa y Álvarez. Catedrático de Química en la Universidad Central. p. 169-206.
VI. Estado actual, métodos y problemas de la síntesis mineral, Conferencia de 22 de abril de 1915. Por José Rodríguez Mourelo. De la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales. p. 207-248.
VII, Estado actual de los problemas y métodos de la clínica biológica. Conferencia de 21 enero 1915 por José Rodriguez Carracido. Catedrático de la Universidad Central. De las Reales Academias Española, de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, y de Medicina. P. 249-270.
VIII. Geografía social. Conferencia de 21 de marzo de 1915 por Don José Gutiérrez Sobral, p.271-296.
IX. Métodos y problemas de la Geología. Constitución interna de la Tierra. Conferencia de 25 febrero 1915 por Eduardo Hernández Pacheco. p. 297-316.
X. Botánica: La teoría celular y los problemas biológicos. Conferencias de 11 y 29 de marzo de 1915 por D. Joaquín Mª Castellarnau. p. 317-376.
XI. Fisiología. Los problemas de la nutrición. Conferencia de abril de 1915 por José Gómez Ocaña. P. 378-401.
XII. La Antropología. Métodos y Problemas. Conferencia de Mayo 1915 por Luis de Hoyos Sáinz. Catedrático de Fisiología.- Presidente de la Sección. p. 403-442.
El libro iba precedido de un prólogo firmado por Luis de Hoyos y Sainz en el que se entremezclan consideraciones sobre los déficits de la cultura científica española de hace cien años con una apuesta por el papel educador que podía desempeñar el Ateneo de Madrid; lamentos por las actitudes rutinarias en la enseñanza de las ciencias, dominada por «una erudición arcaica», con una defensa de la dimensión creativa de la ciencia; explicación de su plan de acción para acercar los logros científicos al gran público desde la sección ateneista que presidió en el curso 1914-1915 con los logros obtenidos gracias a su esfuerzo organizativo; lamento por no haber logrado todo lo que se había propuesto alcanzar junto al reconocimiento de la ayuda recibida para hacer llegar este libro a sus lectores.
Vale destacar que en esos reconocimientos aparecen dos figuras históricas del liberalismo progresista español y del republicanismo democrático: Rafael María de Labra (1840-1918) presidente del Ateneo en aquel año de 1915, y Manuel Azaña (1880-1940), su eficaz y entusiasta secretario entre 1913 y 1920.
En ese año de 1915 Luis de Hoyos y Sainz y Manuel Azaña eran militantes del Partido Reformista de Melquíades Alvarez, formado por republicanos dispuestos a colaborar con la monarquía de Alfonso XIII.
De hecho el siguiente texto y las actividades desarrolladas en el Ateneo de Madrid hace un siglo pueden ser contempladas como un esfuerzo de la izquierda liberal por aproximar los problemas científicos al mundo de las clases medias progresistas e ilustradas, vivero de los apoyos políticos del Partido Reformista que no logró vencer al bipartidismo de la Restauración.
Reproduzco a continuación el interesante texto de Luis de Hoyos y Sainz, por aquel entonces también catedrático de Fisiología e Higiene escolar de la Escuela de Estudios Superiores del Magisterio de Madrid.
Al organizar la Sección de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales del ATENEO DE MADRID los trabajos del pasado curso, pensó que la mejor labor que podía realizar, era cubrir la necesidad más apremiante y dañosa de nuestra cultura científica, que es, ciertamente, la que atañe al conocimiento de la metodología y problemas actuales de las ciencias en la investigación y exposición de las mismas. El carácter de reflejo y tornavoz de nuestra vida científica débese, sin duda, a este desconocimiento de los métodos y problemas, no ya por el gran público, que debe al menos conocer su existencia, sino por una gran parte del cuerpo docente y escolar, que expone la ciencia como obra muerta y cuadriculada, y que la aprende como conjunto de cosas pasadas o de verdades canónicas, contrariamente a la gran variedad de que la ciencia se crea, pero no está creada.
La metodología concreta y definida de cada ciencia, no la representada, como dice Cajal, por la panacea de una lógica formal para todas las ciencias, es la que transforma el culto estático y contemplativo a una obra concluida, en cooperación dinámica y trabajo que aportar a una labor no terminada ni terminable.
La ignorancia de los métodos de investigación y el desconocimiento de los problemas planteados, es lo que crea esa manifestación común a toda nuestra estructura pedagógica nacional, de erudición arcaica, frente a la previsión original científica que caracteriza al resto del mundo. Expone datos, doctrinas, y a veces ideas, rebuscadas para el caso, unas veces en recientes lecturas, producto natural de la gran cultura y erudición del dicente, en otras; pero libresca siempre, tomada de las hojas del manual o cogidas de las páginas de la revista, exigiendo ambos trabajos esfuerzo superior al de la observación directa y vivida de la naturaleza y la realidad, con las que el libro o el maestro impidieron establecer fecundas relaciones, despreciando las aguas surgidoras del propio manantial para beber en las rodadas del caudal ajeno.
Siente como pocos esta impotencia de creación científica, este pesar de obra muerta o de bagaje cultural que hay que repartir, para quedar aligerado en su masa, el que, conociendo la enseñanza universitaria, viva también la normal o profesional de los verdaderos maestros, los de la enseñanza primaria. En ella, en los dominios de la Pedagogía –por inexplicable antinomia-, exagérase la cuadrícula y acótase el campo hasta hacer relato lo que es hecho, y espejo lo que es luz. La expresión formal de las cosas, sustituye a la acción enérgica, por renovadora, de las mismas, y la Metodología y la Didáctica, que por esencia son creadoras, redúcense a expositoras de un caudal científico muy ordenado y fijo, como museo de arqueología clásica, en el que no se crea porque no se duda.
Ninguna labor, pues, de más honda y extensa utilidad científica podía hacer el Ateneo y para ello pidió la Sección de Ciencias naturales la colaboración de los que son maestros indiscutidos en cada ciencia, por dominar por completo los modos de crearla. Así cumplía el Ateneo la función propia que, como nadie, tiene en la cultura nacional; la de difusión de la alta ciencia para el gran público, la de expansión de la callada y germinal labor de los investigadores, en una tribuna, adecuada entre todas, para llevar a la cultura general superior de España, las orientaciones de los especialistas que deben informarla y dirigirla.
Coetánea y paralelamente a esta obra de exposición de métodos de trabajo, tenía que presentar la Sección la aplicación concreta de los mismos, dando, no sólo la ley general y teoremática, sino la concreción aplicativa, como fruto del dominio de los métodos y el conocimiento de los actuales problemas. A ello respondían los Cursos breves monográficos, que para un público preparado se dieron por los señores Marañón, Rey Pastor, Carrasco, Fernández Navarro, Aranzadi y Hoyos Sáinz, acerca de Las secreciones internas, Introducción a las matemáticas superiores, La teoría de la relatividad en física, Paleogeografía:Historia geográfica (sic por geológica) de la Península ibérica y Etnografía: las bases, los métodos y sus aplicaciones a España.
No refleja este libro todo el plan elaborado por la Sección, ni siquiera todo el trabajo realizado en la misma. Por diversos motivos que lamentarán los lectores, no llegaron a darse las conferencias de Mecánica, pedida al catedrático de Barcelona señor Terradas; de Botánica, por el académico señor Lázaro; de Zoología, por el director del Museo de Ciencias naturales, señor Bolívar y de Psicología, por el doctor Simarro.
No figuran en el presente tomo, aunque fueron dadas en la cátedra del Ateneo, la de Físico-química, del profesor de la Facultad de Farmacia don Enrique Moles, y la de Geografía física, del catedrático de la Facultad de Ciencias don Lucas Fernández Navarro.
Injusticia sería callar que en la preparación del trabajo que originó este tomo, colaboraron el vicepresidente y secretarios de la Sección, señores Serrano Piñana, ingeniero de Caminos, Honorato de Castro, astrónomo del Observatorio de Madrid; García Miranda, auxiliar de la Facultad de Ciencias, y Moret, doctor en la misma; y preciso es decir que su publicación se debe, al valioso apoyo de la Junta directiva del Ateneo, y especialmente a su venerable presidente señor Labra, y a su infatigable secretario, señor Azaña.
Este texto es expresivo de la atmósfera científica de hace un siglo en una coyuntura en la que la elite científica española empezaba a rejuvenecerse gracias a la irrupción en el panorama científico de los integrantes de la generación de 1914 como Julio Rey Pastor, Enrique Moles, Pedro Carrasco Garrorena, Gregorio Marañón, Esteban Terradas, todos ellos nacidos en la década de 1880. Estos jóvenes científicos junto a otros integrantes de su grupo generacional, como José Ortega y Gasset, contribuyeron indudablemente a dinamizar la vida científica en la sociedad española de hace un siglo como he expuesto en otras entradas anteriores de esta bitácora. También estas iniciativas ateneistas muestran que la labor que desplegaba la JAE hace un siglo para hacer más sólido el tejido científico español estaba acompañada por otras iniciativas surgidas de la sociedad civil.
Para saber más:
Carmen Ortiz García, Luis de Hoyos Sainz y la Antropología española, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), 1987.
Francisco Villacorta Baños, El Ateneo de Madrid (1885-1912), Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1985. Accesible aquí
Sobre la relación de Manuel Azaña con el Ateneo de Madrid se encuentra información en:
Santos Juliá: «La nueva generación: de neutrales a antigermanófilos pasando por aliadófilos», Ayer, 91, 2013 (3): 121-144. Accesible aquí
y en un homenaje del Ateneo en el centenario de su acceso a la secretaría del Ateneo (ver aquí).
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