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Cuaderno de investigación de Leoncio López-Ocón sobre las reformas educativas y científicas de la era de Cajal. ISSN: 2531-1263


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El homenaje de José Puche Álvarez a Germán Somolinos hace medio siglo

Dos relevantes médicos españoles republicanos – José Puche Álvarez (Lorca, 31 de agosto de 1895-México, 3 de noviembre de 1979) y Germán Somolinos d’Ardois (Madrid 24 de febrero de 1911- México, 23 de junio 1973)- compartieron exilio en tierras mexicanas. Puche, ex rector de la Universidad de Valencia durante la guerra civil, sobrevivió a Somolinos, a pesar de que le llevaba más de quince años.

Gracias a casualidades de la vida, que explicaré más en detalle en un acto que se celebrará el próximo 18 de octubre en la sede del Centro de Ciencias Humanas y Sociales (CCHS) del CSIC, me he sumergido en los últimos meses en la vida y la obra de uno de los grandes historiadores de la medicina del tercer cuarto del siglo XX como se comprobará en un sitio web que se presentará ese día que he construido con un equipo formado por Irati Herrera Ros y Teresa López y con la ayuda técnica de Sonia Jiménez.

En ese acto los herederos de Germán Somolinos, particularmente mis colegas del CCHS Helena Rodríguez Somolinos y Juan Rodríguez Somolinos, sobrinos de su tío Germán, donarán generosamente una serie de papeles que su familia ha conservado amorosamente durante décadas sobre la vida y la obra de ese relevante médico que llegó a México exiliado antes de cumplir los treinta años. Luego en su nueva patria de adopción rehizo su vida, se nacionalizó mexicano, y dedicó sus energías, tras consolidarse profesionalmente como médico, a su pasión por la investigación histórico-médica. En sus estudios como historiador de la medicina dedicó el grueso de sus energías a estudiar la vida y la obra del médico renacentista Francisco Hernández, enviado por Felipe II en la década de 1570 a estudiar las plantas medicinales mexicanas.

Germán Somolinos falleció cuando acababa de cumplir 62 años, encontrándose en plena actividad intelectual. Su temprana desaparición no sólo conmocionó a sus familiares -estaba casado con Marisa Palencia Oyárzabal, hija del artista, crítico de arte y diplomático republicano Ceferino Palencia, y de Isabel de Oyárzabal, la primera mujer embajadora de España, y destacada feminista republicana- sino también a sus numerosos amigos mexicanos y españoles exiliados. Uno de ellos fue José Puche, quien publicó hace cincuenta años -el 30 de septiembre de 1973- una sentida necrológica en las páginas de la revista Ciencia, el principal portavoz de la diáspora científica republicana.

He aquí sus contenidos.

Germán Somolinos d’Ardois

         Este amigo verdadero, bueno y leal, terminó su jornada entre nosotros. La contemplación de su existencia conforta por su ejemplaridad. Germán llenó su vida con deberes cumplidos, cultivando fervorosamente los valores eternos, abnegado en el trato con sus deudos y amigos y practicando, sin afectación, las virtudes humanas.

         El valor de la existencia no puede ser medido utilizando un parámetro aislado. Vivir muchos años puede significar muy poco, además, los achaques de la senectud suelen ser desoladores. No tiene calificación estimable la fortaleza, en su aspecto elemental, ni la ostentación del esfuerzo. Poco vale el envanecimiento de las competencias. La simulación, el engaño, ¿a dónde conducen? Tampoco parece prenda segura el poder, aunque sea mucho y adquirido en buena lid, situación inusitada, ya que, a la hora de administrarle, no faltan cerca del poderoso aduladores o consejeros ruines que, con su servilismo, lo desvirtúan. Llegando a sortear este peligro, todavía el poder, exento de virtudes, puede malograrse, infligiendo deformaciones imprevisibles sobre el espíritu mejor templado.

          Una valoración inteligible de la persona debe realizarse necesariamente a través de varios parámetros cualitativos. Acumulan valor el trabajo inteligente, los propósitos honestos y la disposición de compartir con los demás los bienes que circunstancias afortunadas nos hubieran deparado.

          Estas reflexiones afloran ante el recuerdo de las excelencias del amigo que acaba de dejarnos.

         En la plenitud de su brío, Somolinos pronunció un discurso memorable ante la Academia Nacional de Medicina, glosando la importancia del trabajo de los médicos españoles que el exilio republicano trajo a México. Aquella disertación conmovió a nuestros coterráneos y también a nuestros colegas y amigos mexicanos punto el acto tuvo tal relevancia que fue preciso difundir su contenido para darlo a conocer a los españoles republicanos. El Ateneo Español de México tomó la iniciativa de publicar el discurso con los comentarios de los doctores Ignacio Chávez, Salazar Mallén y Fernández del Castillo. Hubo que agregar una presentación, tarea que asumí, con especial agrado, por la admiración y el afecto que unió a Germán Somolinos y que comparto con los tres colegas mexicanos que le acompañaron en aquella sesión de buen recuerdo.

         Dije entonces: “nuestro amigo pertenece a ese limpio linaje de españoles prestos a defender las causas justas, los valores humanos, los ideales nobles…”  En efecto, el linaje a que deseaba referirme era el simbolizado por Cervantes al crear la figura del maltratado caballero.

          La dignidad, el esfuerzo desinteresado, el valor, la bondad, formaban el paradigma quijotesco. Precisamente, por eso, fuera cruelmente escarnecido y objeto de mofa para los “patanes” y “logreros”. El caballero apaleado, siempre en trance tragicómico, sigue confiando en los que se burlan de él, hasta la muerte, porque sueña como debiera ser y no como suele ser la gran mayoría: gentes mezquinas, aligeradas de todo impedimento, que buscan en la vida únicamente su provecho o satisfacciones instintivas.

          En su actitud ante la vida, la conducta de Somolinos armonizaba con la del hidalgo que sigue impertérrito ante los descalabros y las calamidades. Ejerció su profesión con singular competencia y decoro. Pero su campo de aventura, sus actividades preferidas, fueron las vinculadas a la historia de la Medicina.

          Sus trabajos historiográficos se caracterizan por la información rigurosa, el comentario inteligente y la amenidad de su prosa, impregnada de buen gusto y de profunda erudición.

          Se aprecia también en la manera de tratar los temas elegidos el perfil del investigador, técnica de trabajo que debió aprender junto al forjador más destacado de la ciencia española, D. Santiago Ramón y Cajal.

          El estudio de Somolinos que precede a la edición de las obras completas de Francisco Hernández, editadas por la Universidad Nacional Autónoma de México, constituye una de las más brillantes realizaciones historiográficas que se hayan publicado en lengua española. La edición de la Universidad es sencillamente insuperable y el estudio preliminar que escribió José Miranda sobre Las Españas de Felipe II da a la vida y la obra de Francisco Hernández un valor que, siendo merecido, coma nunca antes pudo alcanzar.

          Sus aportaciones y esclarecimientos acerca de la Medicina Mexicana prehispánica reúnen, con la autenticidad histórica de los relatos, la calidad estética del arte de los antiguos pobladores. Sus hallazgos en las tradiciones y códices autóctonos van acompañados de acendrado entusiasmo y enamoramiento por ellos.

          El compendio de Historia de la Medicina que compuso Somolinos señala sabiamente los momentos más decisivos del progreso de la Medicina Universal.

          Refiriéndose a las vicisitudes de la historia de nuestro país de origen, Somolinos, recordando a Miguel Servet, en la revista Las Españas dice así: “España, desde tiempos muy remotos, se desprende periódicamente de lo más florido y avanzado de su intelectualidad, enviándola a rodar, desvalida y desconectada, por países extraños e inconexos.

          Pocos de estos españoles vuelven a su patria y, sin embargo, ¡he aquí lo maravilloso del español!, estos expulsados o huidos son los que más han laborado y con mayor eficacia por el conocimiento universal de España y a quienes se deben la mayoría de los hechos universales de la historia española”.

         Este dolorido comentario no cuenta para los miles de españoles que tuvimos la fortuna de llegar a México, pues aquí la inmensa mayoría de los expatriados españoles encontraron una Patria donde rehacer sus vidas, como lo supo hacer tan acendrada y gloriosamente Germán Somolinos. – J. PUCHE.

Ciencia, XXVIII, 3, 30 septiembre 1973, pp. 127-128.