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Cuaderno de investigación de Leoncio López-Ocón sobre las reformas educativas y científicas de la era de Cajal. ISSN: 2531-1263


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La fundación de la Universidad internacional de verano de Santander. Cuarto y último cuadro

El martes 16 de agosto de 1932 se celebró el primer consejo de ministros tras haber sofocado el gobierno de coalición republicano-socialista el golpe militar conocido la sanjurjada. En él, según informaron diarios vespertinos de aquel día como Luz y La Voz se estudiaron aspectos de la reforma agraria, se procedió al nombramiento de una serie de gobernadores civiles, y a propuesta del ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes se aprobó el proyecto de decreto por el que se constituía la Universidad Internacional de Verano que se instalaría en el palacio de la Magdalena en Santander.

Algunos medios de comunicación informaron de algunos de los contenidos de ese proyecto de decreto

El decreto, sin embargo, no apareció publicado en la Gaceta de Madrid hasta el miércoles 24 de agosto de 1932. Había sido firmado el día anterior, el 23 de agosto, por el presidente de la República tras el viaje que efectuara a Santander y su provincia durante los días anteriores. En él visitó también las instalaciones de la futura Universidad internacional de verano.

En la tarde de ese martes 23 de agosto de 1932, en el que un hiperactivo Fernando de los Ríos llevó al Consejo de Ministros toda una serie de iniciativas relacionadas con la dinamización del sistema educativo y científico, también convocó a los periodistas para explicar los contenidos del decreto de constitución de la Universidad internacional de verano de Santander.

La responsabilidad de la puesta en marcha de esa singular y original experiencia educativa y científica recayó en un patronato y secretariado que fue designado a través de otro decreto aparecido en la Gaceta de Madrid de 25 de agosto de 1932.

Ese patronato que se renovaría cada dos años en una mitad estaba compuesto inicialmente por:

Ramón Menéndez Pidal, como presidente

Y como vocales por:

Miguel de Unamuno, presidente del Consejo de Instrucción Pública

Claudio Sánchez Albornoz y José Ortega y Gasset, catedráticos en la Universidad de Madrid.

Santiago Pi y Suñer y Pedro Castro Barea, catedráticos de las Universidades de Zaragoza y Sevilla, respectivamente.

Pedro González Quijano, profesor de la Escuela de Ingenieros de Caminos

Enrique Rioja LoBianco, director del Instituto de San Isidro

Pablo Cortés Faura, director de la Escuela Normal de San Sebastián

Américo Castro Quesada, profesor del Centro de Estudios Históricos

Enrique Moles, profesor del Instituto Nacional de Física y Química

Eduardo Hernández Pacheco, del Museo Nacional de Ciencias Naturales

Miguel Artigas, miembro de la Sociedad Menéndez Pelayo

Juan Díaz Caneja, director de la Casa de Salud Valdecilla de Santander

Más dos personas elegidas por el Ayuntamiento y la Diputación como representantes de la ciudad o de las corporaciones públicas de la misma.

Para llevar a cabo el secretariado fueron elegidos los catedráticos Pedro Salinas y José Gaos, cuya meritoria labor fue decisiva en el prestigio nacional e internacional que llegó a adquirir el proyecto educativo visionario de Fernando de los Ríos, como también se ha apuntado en este artículo de The Conversation.


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La fundación de la Universidad Internacional de Verano de Santander en el verano de 1932 hace 90 años. Tercer cuadro

A mediados de julio de 1932 el ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes Fernando de los Ríos anunció a los lectores de El Sol que el gobierno republicano proyectaba transformar el antiguo palacio real de la Magdalena, en Santander, en una institución cultural de nuevo cuño, de carácter innovador, como ya se expuso en una entrada anterior. (ver aquí). Estaba tomando cuerpo la que sería conocida como Universidad Internacional de Verano, surgida, según expusiera Pedro Salinas, en una conversación habida en una excursión campestre a la sierra de Guadarrama. Una vez que Fernando de los Ríos junto a un grupo de colaboradores, como el poeta Pedro Salinas, pergeñó el proyecto, se encaminó a finales de ese mes de julio a Santander a conocer in situ las instalaciones del futuro centro educativo y a presentar el proyecto a la ciudadanía de esa ciudad, que le recibió con los brazos abiertos, como expliqué en el segundo cuadro (ver aquí) de este friso en el que estoy mostrando la génesis de ese gran proyecto cultural republicano, que tras muchas vueltas y revueltas, pervive.

En esta nueva entrada, a modo de tercer cuadro, se hará un seguimiento de la visita que hizo Fernando de los Ríos el domingo 31 de julio y el 1 de agosto a la ciudad de Santander pues en ella inició las negociaciones con sus autoridades locales para poner en marcha ese nuevo proyecto universitario y presentó el diseño de la nueva universidad en el salón de actos del Instituto Nacional de Enseñanza Secundaria, en una interesante conferencia, que se resume más adelante.

De esa visita se hicieron eco algunos diarios madrileños vespertinos que salieron a la calle el lunes 1 de agosto, como La Voz y Heraldo de Madrid, ubicando el viaje de Fernando de los Ríos en una intensa campaña de actos políticos protagonizados por los diversos ministros de la coalición republicana-socialista en el gobierno.

Por ellos sabemos que la jornada del ministro Fernando de los Ríos durante el domingo 31 de julio de 1932 en la ciudad de Santander fue bastante ajetreada. Dedicó la mañana a visitar detenidamente la antigua posesión real del Palacio de la Magdalena, entrevistándose con los encargados de la custodia y conservación de la propiedad que con el nuevo régimen formaba parte del patrimonio de la República. Visitó detenidamente todas las instalaciones. Se convenció entonces de que el edificio reunía las condiciones apropiadas para ser la sede de la nueva universidad y «quedó maravillado de su situación y de las condiciones internas, que le hacen apto para el fin a que se destina», según apuntó el colaborador de la agencia Febus que cubrió la noticia. Luego se dirigió a las colonias escolares del Hipódromo donde le plantearon el proyecto del Ayuntamiento santanderino de acoger en ellas a escolares de distintas poblaciones castellanas. A continuación se encaminó a las dependencias del Instituto Nacional de Segunda Enseñanza donde, ante una nutrida concurrencia expuso cuáles eran los objetivos del gobierno al crear la nueva universidad.

La intensa jornada continuó con una visita por la tarde a la Casa del Pueblo donde los asistentes pidieron al ministro que les hablase de distintos problemas políticos y sociales como los objetivos de la nueva universidad internacional, el paro forzoso, el control obrero y la participación de los socialistas en el gobierno. Luego estuvo en el sanatorio de Pedrosa y en Santoña. Al día siguiente, lunes 1 de agosto, se dirigiría a la Casa de Salud de Valdecilla y a la residencia para maestros establecida en la población asturiana de Celorio, a la que se aludió en la entrada anterior.

Fernando de los Ríos tenía fama de ser un buen orador. De modo que algunos periódicos dieron cobertura a las dos conferencias que impartió aquel último domingo de julio de 1932 en la ciudad de Santander. Así el diario vespertino madrileño Heraldo de Madrid, afín a la izquierda republicana, ofreció un amplio resumen de la que impartió en la Casa del Pueblo de Santander.

Pero evidentemente fue la prensa local la que realizó un seguimiento más detallado de la visita del ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes a la capital cántabra. Y así El Cantábrico– en su edición de ese martes 2 de agosto de 1935- no solo resumió esa conferencia sino que dedicó su primera página a reproducir en su integridad el discurso que impartió el ministro en la sede del Instituto Nacional de Segunda Enseñanza, acompañado de tres fotos que registran diversos momentos de esa estancia santanderina de Fernando de los Ríos.

Aunque Benito Madariaga y Celia Valbuena transcribieron en su monografía La Universidad de Verano de Santander, publicada hace años, hacia 1980 (pp. 272-276) parte de esa información periodística, conviene incidir en ella pues es reveladora de cuáles eran los planes de Fernando de los Ríos respecto a la nueva Universidad Internacional de Verano, y de cómo el ministro trazó una estrategia para captar el apoyo de las autoridades y de la ciudadanía santanderina a su iniciativa cultural y académica.

Al hilo pues de esa conferencia se destacan a continuación algunos aspectos de la estrategia retórica del ministro y de los contenidos de su discurso en el abarrotado salón de actos del Instituto Nacional de Segunda Enseñanza.

Cabe señalar que en el arranque de su conferencia para congraciarse con su público el ministro jugó, en cierta medida, su memoria. Adujo que cuando estuvo dando en 1928 unas conferencias en la Universidad de México llegó a aquella ciudad la embajadora soviética Alexandra Kollontai. Ciertamente quien es considerada la primera mujer embajadora del mundo representó a la URSS en la república mexicana solo entre 1926 y 1927 (ver aquí). Pero una anécdota que le sucedió a esa destacada bolchevique y feminista marxista en su escala en Santander cuando se trasladaba en barco desde Rusia a México le permitió a Fernando de los Ríos ensalzar las virtudes de la población santanderina que aunaba características de los pueblos marítimos como la «sensibilidad y la comprensión» con rasgos positivos castellanos como «la seriedad, la caballerosidad y la ecuanimidad». Más adelante para justificar los merecimientos culturales de esa ciudad cántabra para acoger a la nueva universidad internacional trajo a su memoria «los nombres de quienes para mí figuran en la constelación de los dioses mayores de la inteligencia». Hizo entonces un ejercicio de equilibrio ideológico ante su heterogéneo auditorio resaltando los méritos de dos grandes figuras santanderinas, «dos hombres aparentemente discordes en el pensamiento, aparentemente antagónicos en sus ideas», a los que conoció personalmente, ofreciendo un valioso testimonio de su trato directo con ellos:

El primero es don Augusto González de Linares. Para él tengo la devoción más profunda, más íntima, el amor más acendrado.

Era el hombre más genial que ha producido España para las ciencias naturales. Tan genial era, que parecía un hombre del Renacimiento.

Yo he visto a Linares, al gran naturalista, teniendo delante de sí, cuando dormía, un libro abierto, que era la Metafísica de Aristóteles, en el cual leía y en cuya lectura meditaba.

Era Linares hombre que tuvo ideas verdaderamente geniales, la visión ideal de la concepción orgánica de los astros, tan profunda, que puede llamarse concepción sideral de los estudios morfológicos.

 El otro hombre, que aparentemente vivió en el otro extremo polar del pensamiento, otro hombre que abarcó las cumbres de los problemas de la cultura, es don Marcelino Menéndez y Pelayo.

Teniendo yo dieciocho años [Fernando de los Ríos nació el 8 de diciembre de 1879] acudí a los famosos cursos de Menéndez y Pelayo, en el Ateneo de Madrid, sobre los grandes polígrafos españoles [los impartió a lo largo de 1897]; a esos cursos, a los cuales desde doña Emilia Pardo Bazán hasta los mozalbetes de la Universidad, todos cuantos se interesaban por la cultura, acudían a tomar notas.

Era grande siempre don Marcelino en aquellas sus inolvidables lecciones; pero cuando se enfebrecía en su discurso, cuando se olvidaba de su auditorio, era un prodigio.         

Por eso era muy doloroso para mí escuchar de sus labios palabras injustas al juzgar a otros hombres insignes. Pero tengo para mí que don Marcelino sintió, en los últimos años de su vida, el dolor de haber proferido frases que pudieran ser mortificantes para gentes que luego estimó de un modo excepcional, y así, cuando don Manuel Cossío publicó su libro sobre El Greco, como si saldara una deuda, don Marcelino hizo de él un gran elogio, y al ofrendarle a la más genuina representación de la Institución Libre de Enseñanza, de que mi tío don Francisco Giner de los Ríos era el alma, sabía que se le ofrecía a lo que a aquél le pudiera ser más agradable.

Esa exhibición de sus dotes diplomáticas aunando en la tradición cultural santanderina a esas dos figuras representativas del ámbito ideológico laico institucionista como Augusto González de Linares, fundador y primer director de la Estación de Biología Marina de Santander desde 1886, y del mundo católico, como era Marcelino Menéndez Pelayo, iba encaminada a un doble objetivo. Solicitar el apoyo del Ayuntamiento y de la Diputación Provincial al sostenimiento del edificio que iba a albergar la Universidad ya que de su funcionamiento ordinario se iba a hacer cargo el Estado. Y recabar la colaboración tanto de «las corporaciones» como del «pueblo» a una nueva institución que pretendía ser «un órgano universitario en que se cultive la unidad orgánica del saber» y «un símbolo de la nueva España».

Explicó entonces el ministro a su auditorio sus características. Según Fernando de los Ríos esa nueva universidad pretendía efectuar una síntesis entre los dos modelos de universidades internacionales existentes en el mundo. En el ideado por Suiza se daba prioridad al intercambio de ideas entre las figuras preeminentes de Europa, mientras que en el dominante en Francia e Inglaterra y sobre todo en los Estados Unidos se optaba por dar prioridad a la divulgación cultural. Usando una metáfora geométrica señaló que un modelo enfatizaba el «punto de vista de planos horizontales, que sólo coge a las cumbres», mientras que el otro se concentraba en las bases. Desde su punto de vista convenía que la universidad de Santander buscase la convergencia de los dos planos.

Para atender al plano de las cumbres tenían que coincidir en ella las grandes mentalidades de España y del mundo «para que las figuras predominantes de la cultura moderna convivan y dialoguen con nuestros profesores españoles» a través de una serie de reuniones organizadas en torno a los temas objeto de discusión.

Respecto al plano de las bases se atendería organizando diversas actividades como cursos para especialidades, cursos generales y cursos impartidos por profesores franceses, ingleses y alemanes.

Los cursos especiales, de estudios intensivos, estarían destinados a «profesores de Normales, de Institutos y de Universidades, y el personal de selección en el Magisterio de Primera Enseñanza» que sintiesen «el acuciamiento del ansia de saber sin encontrar ocasión de satisfacerlo».

El curso general se destinaría a «todos los curiosos de la cultura que no han logrado satisfacer su curiosidad».

Los cursos impartidos por profesores extranjeros versarían sobre cuestiones de sus propios países y tendrían como objetivo seguir «el proceso de la civilización en cada uno de esos pueblos». Argumentó Fernando de los Ríos la importancia de esa dimensión internacional de la nueva universidad en estos términos:

La lengua es el espíritu de la cultura de un pueblo, es un sentido y una actitud ante los problemas del Universo, que tiene su especial manera de ser expresado; es la vestidura coma la modalidad y el matiz del pensamiento.

 Decía Pascal que hay dos lógicas: la lógica del corazón y la lógica del pensamiento. Estas dos lógicas se entrecruzan en cada pueblo de un modo distinto.

Hay un proverbio alemán que dice: “Tantas lenguas conoces, tantas vidas has vivido”, y es así, porque cuando nos sumergimos en otro idioma, cuando profundizamos en él hasta conocer sus secretos, parece que tenemos una nueva visión de la vida.

Señaló luego Fernando de los Ríos que además de nutrirse la Universidad Internacional de Santander de profesores españoles y extranjeros sus estudiantes serían seleccionados por todos los centros superiores de enseñanza y por las Universidades, atendiendo a sus méritos académicos y «no por razón de posibilidades económicas». El objetivo que se proponía su ministerio era reclutar en esos centros educativos «a los muchachos más inteligentes y más aptos, para atraerlos a esta Universidad Internacional», que en su opinión iba «a representar una flor en la vida cultural del país».

Para asegurarse el apoyo local recordó el conferenciante que Santander disponía de una serie de organismos o infraestructuras que acreditaban su «largo proceso de sensibilidad cultural». Aludió entonces a la institución de la que los santanderinos podían sentirse orgullosos como era la Casa de Salud Valdecilla, «motivo de honor y de satisfacción», no solo para la sociedad española, sino también para su ciencia. Y anunció que el Estado estaba dispuesto a doblar la subvención que le otorgaba. También encomió la importancia que tenía para la vida cultural de Santander la Biblioteca Menéndez y Pelayo, -cuyo fondo originario eran los 41.000 volúmenes que ese gran historiador había donado a su ciudad natal-, con la que la nueva Universidad estaría en estrecho contacto.

Al parecer los planteamientos del ministro encontraron apoyo en su auditorio, pues una vez puesta en marcha la Universidad internacional de verano al año siguiente -en julio de 1933- esa nueva institución cultural se convertiría en un símbolo de la Santander republicana. Además se convirtió en un acicate para que la Junta Central de Acción Católica, en la que era muy influyente el director del diario El Debate Angel Herrera Oria, organizase un Colegio Cántabro que intentó transformarlo en el bienio radical cedista en una Universidad Católica, como respuesta a la iniciativa cultural promovida por Fernando de los Ríos.

Conviene añadir que en el salón de actos de aquel instituto, antecesor del actual Instituto de Enseñanza Secundaria «Santa Clara», se encontraban en la mañana del domingo 31 de julio de 1932 representantes de todos los centros docentes de la ciudad entre los que se encontraban los directores del mencionado Instituto, las Escuelas de Artes e Industrias, Comercio y Náutica, y la Normal de Maestros. También una nutrida representación de la Casa de Salud Valdecilla, formada por su director, la mayoría de los jefes de servicios y bastantes postgraduados que ampliaban sus estudios en ella. Asimismo los presidentes y varios directivos de los Ateneos de Santander y Popular y una numerosa representación de la Casa del Pueblo, en la que el ministro dio otra conferencia la tarde de aquel día, como ya se señaló. Compartieron espacio con ellos estudiantes extranjeros que seguían los cursos de español que desde 1925 se impartían en la biblioteca Menéndez Pelayo puestos en marcha por el bibliotecario Miguel Artigas. Y estuvieron presentes entre los oyentes del ministro quienes le acompañaron a su llegada y le cumplimentaron como el alcalde, el gobernador civil, el presidente de la Diputación, los diputados Ramón Ruiz Rebollo, -catedrático de la Escuela Superior del Trabajo de Santander, -, y Eduardo Pérez Iglesias, -contable-, quienes habían transitado a principios de ese año del republicanismo federal a la órbita de Acción Republicana de Manuel Azaña , Gregorio Villarías López (Santoña 1883-Acapulco 1946) fabricante de conservas, del Partido Republicano Radical Socialista y el dirigente del PSOE Julián Zugazagoitia (1899-fusilado en Madrid en 1940) que dirigía desde marzo de 1932 el periódico El Socialista, el director de la Biblioteca Nacional Miguel Artigas, (1887-1947) y los de la Biblioteca de Menéndez y Pelayo, Museo Provincial y Estación de Biología Marítima, y algunos profesores y el vicerrector de la Universidad de Valladolid y catedrático de la Facultad de Medicina, el pediatra Gregorio Vidal Jordana. (1894-1980)

Días después del éxito de su misión en Santander Fernando de los Ríos estamparía su firma en el decreto que estableció la Universidad Internacional de Verano de Santander. Pero entre tanto el gobierno del que formaba parte tuvo que abortar el 10 de agosto de 1932 el golpe de estado fallido liderado desde Sevilla por el general Sanjurjo, conocido como «la sanjurjada», considerado por la historiografía como el antecedente del golpe militar del 18 de julio de 1936 que conduciría a la guerra civil.

En diversas ciudades españolas se realizaron acciones de protesta contra ese intento de golpe de estado encabezado por el general Sanjurjo con el apoyo de diversas fuerzas monárquicas y grupos autodenominados «nacionalistas». Una de ellas fue Santander donde se produjeron serios disturbios que no pudo contener a pesar de sus acciones conciliadoras el gobernador civil Francisco A. Rubio Callejón, de Acción Republicana, quien sería fusilado cuatro años después por los golpistas en el aciago verano de 1936, como señalé en el cuadro anterior. Aquel luctuoso 10 de agosto de 1932 grupos de manifestantes quemaron el Club Marítimo y el mobiliario del Círculo de Recreo, del Círculo Tradicionalista y del semanario «La Lucha» y falleció una persona por disparos de las fuerzas de seguridad.


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La fundación de la Universidad Internacional de Verano de Santander en el verano de 1932, hace 90 años. Segundo cuadro

En una entrada anterior se informó acerca de en qué momento el ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes Fernando de los Ríos ofreció en El Sol la primicia del diseño de un proyecto cultural que impulsó en el verano de 1932, en el que puso mucho empeño. Se trataba de la puesta en marcha de la Universidad Internacional de Verano, a instalar en el antiguo palacio real de La Magdalena, en Santander. Y se ofrecieron detalles de cómo esa medida se inscribía en una serie de iniciativas que ese hiperactivo ministro estaba promoviendo para renovar la cultura española durante el primer bienio republicano.

En esta nueva entrada, a modo de segundo cuadro sobre la génesis de esa universidad, se presta atención a la recepción que se prestó a Fernando de los Ríos a su llegada a Santander al finalizar julio de 1932, siguiendo testimonios aparecidos en la prensa de esa ciudad, en la que destacaban dos periódicos matutinos: La Voz de Cantabria y El Cantábrico.

Este último diario, considerado más afín a las izquierdas cántabras durante el período republicano, insertaba en la primera plana de su número del domingo 31 de julio de 1932, el anuncio de la llegada del ministro Fernando de los Ríos a la ciudad de Santander la noche anterior, insertando su retrato en un lugar destacado. En su información exponía cuál iba a ser el programa de trabajo del ministro en esa jornada dominical; se evocaban las declaraciones que había efectuado días antes al corresponsal del diario en Madrid sobre los objetivos de su viaje; se daba cuenta de la visita que le había hecho el oceanógrafo Odón de Buen para informarle de la llegada a Santander aquel domingo del embajador francés Jean Herbette para imponer una condecoración al catedrático de la Escuela de Comercio Feliciano Aldázabal y se indicaba quiénes habían acompañado al ministro en la cena que había tenido en su lugar de alojamiento al llegar a la ciudad: el hotel Royalty. Allí compartieron mesa y mantel el ministro y su esposa -la pedagoga Gloria Giner de los Ríos (1886-1970)- con el gobernador civil Francisco Antonio Rubio Callejón -que sería fusilado por los golpistas en tierras de Granada cuando era gobernador civil de Jaén en el trágico verano de 1936 junto al joven jurista de Izquierda Republicana Joaquín García Labella y al cuñado de García Lorca el alcalde de Granada el médico y político socialista Manuel Fernández Montesinos (ver aquí)- y su esposa, los diputados Bruno Alonso, (1887-México 1977) del PSOE, y Gregorio Villarías López, (1883-Acapulco 1946), adscrito a Acción Republicana tras haber sido elegido como republicano federal en las elecciones a Cortes constituyentes de junio de 1931, y de otras personas.

Por su parte, el ejemplar del domingo 31 de julio de 1932 de La Voz de Cantabria, insertaba en su última página -la octava- una entrevista que uno de los reporteros le hizo al ministro en su alojamiento en el hotel Royalty. Benito Madariaga y Celia Valbuena la reprodujeron en uno de sus anexos documentales del libro que editaron hacia 1980 sobre La Universidad de Verano de Santander.

Gran Hotel Royalty en el que se alojó Fernando de los Ríos en su visita a Santander
al finalizar julio de 1932

La entrevista giró en torno a dos cuestiones: el periodista quería disponer de información del proyecto cultural que había llevado a Santander al ministro y conocer su opinión acerca del debate existente en el seno del PSOE sobre su permanencia en el gobierno de coalición con los republicanos.

La Voz de Cantabria domingo 31 de julio 1932 p.8

Respecto a la primera cuestión Fernando de los Ríos señaló que el motivo de su visita era conocer el emplazamiento y distribución interior del Palacio de la Magdalena con vistas a formular de manera atinada el proyecto creador de la Universidad Internacional que tenía que presentar a sus compañeros de Gobierno. Desde que había sido nombrado administrador de los bienes de la República se había planteado como prioridad dar una finalidad práctica «a la maravillosa posesión de la Magdalena». También ofreció algunos detalles de las características de la nueva institución educativa. Funcionaría los veranos, acogiendo a destacados profesores europeos y americanos que intercambiarían conocimientos con relevantes profesores españoles. Unos y otros impartirían cursos a alumnos de los últimos cursos de estudios universitarios, de Escuelas Especiales y Normales, que concursarían a ellos. Y planteó la conveniencia de que se crease un Patronato local para asegurar el éxito de la Universidad, que tenía que apoyarse en la labor cultural de diversas entidades «montañesas», como la Biblioteca de Menéndez Pelayo, que organizaba unos atractivos cursos de español para extranjeros en coordinación con universidades inglesas, y «la admirable fundación del marqués de Valdecilla», es decir el hospital homónimo.

Pero ese diario matutino también publicó en su primera página un artículo de su asiduo colaborador, y director en alguna fase del periódico, José del Río Sainz (1884-1964) que firmaba su sección «Aire de la calle» con el seudónimo de Pick. En él se revelaban los vínculos que unían a Fernando de los Ríos con Santander, se sugerían posibles influencias pedagógicas en el diseño de la nueva universidad internacional y se ofrecía una visión amable de la ciudad de Santander. Dado su interés considero conveniente transcribirlo en su integridad en esta bitácora. El título del artículo de Pick- que tenía resonancias del publicado por Miguel Artigas en febrero de 1930 en la Revista de Santander denominando «peregrinos» a Pedro Salinas y Fernando de los Ríos como usuarios frecuentes de la biblioteca Menéndez Pelayo- era precisamente «Fernando de los Ríos o el peregrino ilusionado»

Y decía asÍ:

Don Fernando conoce bien esta vereda que, desde el centro, conduce a las riberas españolas del mar del Norte. Don Fernando la anduvo muchas veces cuando no era ministro ni soñaba serlo. Cuando era solamente un catedrático de Universidad y un trabajador infatigable en la obra de la reconstrucción literaria de España, en la que coincidían, por un fenómeno de desinterés ejemplar, los alumnos de don Marcelino y los de don Francisco Giner de los Ríos, Menéndez Pidal, Bonilla San Martín, Américo Castro y el propio don Fernando. La biblioteca marceliniana de la calle del Rubio era el hogar común que acogía por igual a todos los infatigables investigadores que tenían como denominador coincidente la probidad histórica y el respeto al método, aunque salidos de tan diferentes campos.

Don Fernando de los Ríos venía entonces muy frecuentemente a la santa sede marceliniana. Llegaba envuelto en su modestia, y apenas si alguno de los periódicos locales citaba su nombre en unas líneas de parvo elogio. El catedrático de Granada paseaba su barba mora por nuestras calles, de las que gustaba el aire provinciano, sin otra compañía que la de Artigas; estudiaba durante una o dos semanas en la Biblioteca el texto que le interesaba, y un buen día tomaba el tren tranquilamente, y al despedirse desde la ventanilla de Artigas, que era el único que había bajado a acompañarle le daba con el adión la última recomendación:

¡Mándeme la copia de ese capítulo, porque con él va a empezar el libro!…

A los cinco o seis meses, el libro estaba ya en los catálogos de las grandes editoriales. Era el fruto de aquella residencia entre nosotros, durante una o dos semanas de vacaciones. El libro era siempre una cosa fundamental en la obra lenta de nuestro renacimiento literario. ¡Cosa notable! Los temas que con más ardor ha tratado don Fernando en sus libros han sido los del misticismo español. La preocupación religiosa la ha sentido lo mismo que Giner, que Unamuno, que Azcárate y que todos los más caracterizados heterodoxos de los tiempos presentes. A esta preocupación no ha podido sustraerse en ningún momento el antiguo catedrático de Granada, y hace todavía muy pocos días, al oir calificar de irreligiosos a Azcárate y a Giner, se levantó para desmentirlo en una réplica enternecida. En realidad, era su punto de vista el que fijaba coincidente con el de sus mayores en ideología.

Don Fernando era en aquellos años el peregrino ilusionado de un ideal de cultura española, y, aunque ya afiliado al socialismo y a la Unión General de Trabajadores, sus mayores actividades se desarrollaban en el plano literario y científico.

Tres años más tarde, y cuando nada hacia presagiar un inmediato cambio de régimen, don Fernando hizo un viaje a los Estados Unidos, invitado por aquellas Universidades [se refiere al viaje que inició a mediados de junio de 1929 en compañía de García Lorca]. El peregrino ilusionado de la Biblioteca marceliniana de Santander, el huésped silencioso y austero de Artigas durante los veranos, tomaba esta vez las rutas del Atlántico y cambiaba el polvo de nuestros caminos por el polvo líquido de las olas. Coincidió en la gran Babel estadounidense con Concha Espina y con el poeta García Lorca. A Concha Espina debemos referencias curiosas del paso del erasmista bético por allí. En su libro Singladuras nos habla de una cena íntima en Nueva York, en casa del catedrático Federico de Onís, en que el futuro ministro de la República española, con un fervor casi religioso, entonó las canciones tristes y fatalistas de su tierra.

«Y el canto popular de España-dice nuestra ilustre paisana-, con sus matices y variantes fabulosos, resonó potente en el saloncillo americano de Onís, abierto a la Claramont Avenue, aquella noche de plenilunio y de belleza….»

«Don Fernando de los Ríos, el insigne profesor, sabe y dice con fuerte personalidad los temas espléndidos y numerosos de Andalucía, especialmente los de Granada.

¡Noche rara y azul, aquella de Nueva York, toda pungida por el enorme cantar de España desde un grupo azaroso de emigrantes!»

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Y ahora, aquel peregrino ilusionado, viene de nuevo a Santander, pero ya no como el profesor y el erudito, sino como el ministro de Instrucción pública, a estudiar sobre el terreno el establecimiento de una Universidad internacional de estudios superiores en el Palacio y en la península de la Magdalena.

Sin duda, conserva fresco en su retina el cuadro de aquellas Universidades que vió en el condado estadounidense de Vermont, y cuyo retrato nos hace Concha Espina magistralmente en su prosa poética.

«Allí Middelsbury College -nos dice-, Fundación espaciada entre espléndidos edificios, con escuelas Inglesa, Francesa y Española, que se constituyen en tres grandes palacios y diversas construcciones para muchos cientos de huéspedes y para bibliotecas, museos, laboratorios, clases y estudios, teatro, juego y otras diversiones…»

Ese mismo pueblo de Burlington, con su Universidad de ciento setenta profesores, espaciada en enormes edificios a través de un parque centenario, nos recuerda a un señor muy devoto de aldeas y de montes que nos dijo una vez: ¡Para vivir con higiene y amplitud, lo mejor sería levantar las ciudades en el campo!»

¿Es esta idea luminosa la que el ilustre profesor, hoy ministro de Instrucción pública, quiere plasmar en la Magdalena? Aquí tiene también, como en el condado de Vermont, una ciudad tranquila y laboriosa, emplazada en el campo, y, por lo tanto, amplia e higiénica. Ciudad, además, con una larga tradición de comercio y de convivencia con el extranjero. Y con unas formidables herramientas de trabajo y cultura, la institución Valdecilla y la Biblioteca de Menéndez y Pelayo, que él tan bien conoce. Añádase a esto la situación magnífica del Palacio y su esplendidez de residencia de magnates. De ser ese bello proyecto realizable, ningún lugar en España como la Magdalena para su realización. Así lo verá por sus ojos el peregrino ilusionado de hace unos años, que hoy, ministro de la República, conserva acrecida su curiosidad andariega y su ilusión romántica de lograr el bien por la instrucción.

La Voz de Cantabria, domingo 31 julio 1932 p. 1

En esa misma página el cántabro Ciriaco Pérez Bustamante (1896-1975) que por entonces era catedrático de Historia General de España y decano de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Santiago, tras exponer los logros alcanzados por el Seminario de Estudios Gallegos, planteó que la futura Universidad internacional podría contribuir a potenciar en Cantabria o La Montaña, como se la denominaba entonces, un Centro de Estudios Regionales que tuviese como modelo la mencionada institución gallega. Y a consolidar las perspectivas de crecimiento cultural de Santander que ya contaba con «admirables medios de trabajo», que él enumeró así: «la Biblioteca de Menéndez y Pelayo, la interesante del Municipio, la Casa de Salud Valdecilla, modelo de instituciones sanitarias; la riqueza prehistórica de la provincia, su envidiable situación topográfica y su agradable temperatura estival; el prestigio de los cursos para extranjeros que inició Miguel Artigas..»

Ese historiador desempeñaría un papel importante en el nuevo sesgo que adoptó esa institución cultural republicana tras la guerra civil al ocupar su rectorado, desde 1946 -cuando con nuevos criterios se reanudó su actividad- hasta 1968.


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La fundación de la Universidad Internacional de Verano de Santander en el verano de 1932, hace 90 años. Primer cuadro.

Un decreto firmado en Madrid el 23 de agosto de 1932 por el presidente de la República, Niceto Alcalá-Zamora, y el ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes, el dirigente socialista Fernando de los Ríos, sentó las bases de la fundación de la Universidad Internacional de Verano, que se decidió crear en la ciudad de Santander, en las dependencias del antiguo palacio real de la Magdalena.

Como es sabido, ese centro docente fue una de las más importantes realizaciones culturales republicanas.

Al celebrarse en estos días el 90 aniversario de su creación he decidido aproximarme a su momento fundacional a través de varios cuadros, evocadores de su contexto.

Así en un primer cuadro, objeto de esta entrada, se mostrará cómo el ministro Fernando de los Ríos tenía ya tomada la decisión de impulsar esa iniciativa cultural en el mes de julio de ese año de 1932. Así se deduce de varias declaraciones periodísticas que efectuó a lo largo de la segunda quincena de ese mes.

Fernando de los Ríos rodeado de escolares en su visita a los Viveros de la Villa el jueves 14 de julio de 1932.
Foto Marina. Ahora 15 julio 1932, p. 13

Pocos días después de visitar las obras del grupo escolar que se estaba construyendo en Madrid, que llevaría el nombre de Giner de los Ríos, en homenaje al fundador de la Institución Libre de Enseñanza que como es sabido era su tío, y los viveros de la ciudad donde numerosos escolares disfrutaban del aire libre haciendo ejercicios prácticos de educación, Fernando de los Ríos hizo unas amplias declaraciones al diario El Sol, que las reprodujo en su primera página en su edición del martes 19 de julio de 1932.

Portada de El Sol martes 19 julio 1932

Esas declaraciones formaban parte de la campaña de apoyo que estaba recibiendo la labor ministerial de Fernando de los Ríos por determinados periodistas, como ya hubo ocasión de comprobar cuando se informó de la cobertura que dio Corpus Barga en el periódico Luz a la visita que hizo Fernando de los Ríos al pueblo toledano de Navalcán a principios de ese año de 1932 cuando intervino en él una de las misiones pedagógicas organizadas en el primer bienio republicano. Ver aquí.

Medio año después la redacción de El Sol al recoger sus declaraciones subrayó los aciertos de su gestión en estos términos:

Hay que destacar la obra cultural de don Fernando de los Ríos en el ministerio de Instrucción pública. Fuera de la pugna partidista que en estos días ha alcanzado un punto de culminación, el ministro va ensanchando con plausible tenacidad los horizontes de la escuela y de la Universidad: nuevos edificios, centros de investigación, difusión del teatro artístico, intercambios escolares.

El ministro centró sus declaraciones en destacar la intensificación de las relaciones de cooperación educativa y científica con la República francesa, de lo que ofreció numerosas pruebas:

– el director general de Primera Enseñanza, Rodolfo Llopis, destacado dirigente socialista, había sido invitado a participar en Burdeos en la celebración del Congreso Nacional de Maestros de Francia. Aprovechó esa ocasión para detallar la labor educativa de la República, utilizando «la pantalla» para dar a conocer la experiencia de las misiones pedagógicas, añadiendo el ministro: «La película que explica y divulga esta obra de las misiones causó verdadera impresión a las autoridades académicas que la presenciaron y a los maestros franceses allí congregados». Evidentemente sería un acontecimiento la recuperación de ese documento fílmico que no sabemos si pervive en algún lugar.

– la llegada a finales de agosto de 1932 a España de más de dos centenares de maestros, maestras y normalistas franceses organizados en cinco expediciones, una de ellas procedente de Angulema.

-el acuerdo adoptado por el ayuntamiento de Burdeos de dedicar una de las principales calles de esa ciudad atlántica al pedagogo español Francisco Giner

– la concesión del doctorado «honoris causa» de la Universidad de París a Gregorio Marañón

– el uso de la nueva Residencia de Estudiantes de París, que estaba financiando el gobierno español en la Ciudad Universitaria de París, «adonde nos proponemos enviar profesores de Instituto, de las Normales y maestros de Primera Enseñanza» para facilitar esos intercambios educativos y científicos con Francia «que representa la cima de la divulgación del saber en el mundo entero».

Y tras comentar que el domingo anterior -es decir el 17 de julio- había hablado con el presidente del gobierno Manuel Azaña sobre esa labor de cooperación educativa y científica con Francia, hizo el anuncio de una iniciativa, que se revelaría relevante en la acción cultural de la Segunda República. A la pregunta del periodista sí tenía otros planes inmediatos comentó lo siguiente:

Tenemos un plan perfectamente trazado, y en el que yo cifro las mayores ilusiones pedagógicas. Consiste en la creación de una Universidad Internacional veraniega, para cuya instalación se utilizará el Palacio de la Magdalena, de Santander. A los cursos de verano que se darán en esta Universidad serán invitados profesores eminentes de las Universidades extranjeras y también profesores españoles. Convivirán allí durante una temporada y realizarán un intercambio cuya eficacia es innecesario subrayar. La vida científica tomará con ello nuevos rumbos del más alto interés. Es nuestro propósito que desfilen por aquellas cátedras los más relevantes catedráticos del mundo. Así, quienes quieran ampliar sus estudios con las explicaciones de las autoridades más capacitadas de España y fuera de España, tendrán una ocasión magnífica de hacerlo. Hombres de ciencia, filósofos, historiadores, maestros del Derecho, pasarán por las aulas santanderinas en una cruzada intelectual del más alto valor, y de la cual corresponderá a España toda la gloria. La organización y el mantenimiento serán nuestros exclusivamente.

Santander ofrece para esta obra una situación excepcional, ya que se cuenta con la biblioteca Menéndez Pelayo, la Fundación Valdecilla, la estación de Biología marina y, sobre todo, la situación excepcional de la ciudad, tan atractiva geográficamente. Las posibilidades que ofrece el clima, el sitio y aquellos elementos complementarios de que le hablo, así como la proximidad del emplazamiento del Museo prehistórico que se ha de hacer en Santillana del Mar, son una base inapreciable para el desarrollo eficiente de esta iniciativa.

Tras ofrecer esa primicia e insistir que para ponerla en marcha también contaba con el apoyo del gobierno francés, anunciando un próximo viaje a París, habló de otros logros culturales que estaba impulsando su ministerio. Al respecto explicó que gracias a su patrocinio se estaba constituyendo el Fichero Artístico Nacional, «de cuya ejecución puede enorgullecerse el Centro de Estudios Históricos» . Gracias a su labor acababa de aparecer el primer tomo del libro «Monumentos españoles«, confeccionado por los integrantes de la sección de Arte y Arqueología de esa institución dependiente de la Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas. La obra tendría tres tomos y «serán el verdadero inventario artístico de España». Y añadió el ministro: «Se enviará a todas las escuelas para que el maestro remoce y enriquezca las lecciones de Geografía, dando a los escolares una visión más fecunda y compleja de lo que es España y de lo que significa la labor realizada. El segundo volumen ya está terminado, y se está imprimiendo en estos momentos».

El entrevistador recibió como regalo el primer volumen de esa edición que estaba en la mesa del ministro. Su valoración fue esta: «La obra es magnífica. Comprende desde Alava hasta Jaén. Todos los monumentos artísticos, históricos y arquitectónicos de España pasan por la vista del lector en una reseña abreviada y clara, concisa y documental. Casi todos ellos llevan su correspondiente fotografía. Inicia las páginas de este tomo una Advertencia a manera de prólogo, que firma el Sr. Sánchez Cantón, y en la que se recuerda el fracaso de todos los intentos realizados hasta ahora para inventariar y resumir en un libro la riqueza artística nacional. Ya se ha logrado. Este libro, primorosamente editado, que el ministro ha tenido la gentileza de poner en nuestras manos, es el primer paso.»

También el ministro le habló al redactor de El Sol de la residencia para maestros que se había inaugurado en la población asturiana de Celorio, ocupando una antigua residencia de jesuitas -que ahora vuelve a estar en poder de esa orden religiosa (ver aquí), tras haber sido durante la guerra como depósito de soldados de reemplazo por las fuerzas republicanas y luego campo de concentración de prisioneros cuando las tropas nacionalistas ocuparon totalmente Asturias en octubre de 1937. (ver aquí)

Finalmente el periodista se interesó por uno de los proyectos en los que el ministro tenía la mayor ilusión, como era la puesta en marcha de «la Barraca estudiantil». Fernando de los Ríos aludió a su reciente viaje a Almazán donde la Barraca, que dirigía Federico García Lorca, había actuado con un gran éxito -aunque se habían producido algunos incidentes durante la representación – y que en los días siguientes esa agrupación artística estudiantil haría su presentación oficial en La Granja ante el jefe del Estado. Y añadió que cara al futuro el ministro tenía sobre su mesa el impulso a los centros de estudios arábigos, que se iban a inaugurar en octubre de 1932, la intensificación de grupos escolares, las misiones pedagógicas, y planes sobre el Teatro artístico.

De tales iniciativas informó días después de manera extensa en unas largas declaraciones que hizo en ese mismo diario a un reportero que firmó con las siglas A.C. y Z. el domingo 24 de julio de 1932, recogidas en su página 12 y última. En ella se explayó sobre la labor renovadora de la cultura española que estaba llevando a cabo su ministerio en ámbitos como las escuelas primarias, las Escuelas Normales, las Misiones pedagógicas, la enseñanza secundaria, las Escuelas de Trabajo, la obra universitaria, la Escuela de Estudios Árabes de Granada y su proyección en el mundo islámico, los Museos, los Archivos, la acción artística mediante la creación del Teatro Lírico Nacional por parte de la Junta Nacional de Música.

Ultima página de El Sol del domingo 24 de julio 1932

En medio de esa intensa actividad parlamentaria, gubernativa y publicística Fernando de los Ríos decidió viajar el último fin de semana de julio de 1932 a Santander. De las intenciones que albergaba en ese viaje el ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes dio cuenta el diario vespertino republicano Luz, nacido a principios de ese año, impulsado por el empresario Nicolás María de Urgoiti, cuando este perdió el control del accionariado de El Sol, poco antes del advenimiento de la República.

Portada del diario vespertino Luz sábado 30 julio 1932

El suelto, publicado en su primera página de la edición del sábado 30 de julio, titulado «Un proyecto. El Palacio de la Magdalena, Universidad Internacional de verano», decía asi:

Don Fernando de los Ríos tiene el propósito de aprovechar el descanso parlamentario de esta semana con objeto de trasladarse a Santander y estudiar sobre el terreno un proyecto muy interesante.

Se trata de transformar el Palacio de la Magdalena en Universidad Internacional, cosa que ya tiene decidida el Gobierno.

Abriga el ministro de Instrucción Pública el proyecto de buscar un sitio que sirva para que los hombres de ciencia de todo el mundo puedan trabajar allí, gozando al propio tiempo de la bondad del clima y la belleza del lugar. A los profesores, tanto nacionales como extranjeros, así como a sus familias, que asistan a los cursos de verano, se les dará vivienda en el mismo Palacio de la Magdalena, buscando la convivencia que estreche con lazos de amistad la relación entre unos y otros profesores.

Se harán varias reformas, entre ellas la de ampliar la biblioteca, con las de Menéndez Pelayo y la de Valdecilla.

El ministro de Instrucción, a propuesta de algunos periodistas, y si éstos colectivamente lo solicitasen, está dispuesto a establecer unos cursillos de divulgación científica, dedicados a los periodistas de toda España.


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Economistas, matemáticos y juristas de la mano en noviembre de 1935.

Durante su gestión al frente del Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes, entre el 16 de diciembre de 1931 y el 12 de junio de 1933, el socialista Fernando de los Ríos puso particular empeño en fomentar los estudios e investigaciones relacionados con las ciencias sociales planteando que las facultades de Derecho se abriesen a nuevas disciplinas científicas como la economía y la sociología.

Como una derivación de esas preocupaciones cabe considerar la organización por parte de la Facultad de Derecho de la Universidad Central de unos cursos especiales de Estudios Económicos, Políticos y Administrativos. Su primera edición tuvo lugar en noviembre de 1932 como destacara José María Puyol Montero en su libro Enseñar derecho en la república. La facultad de Madrid (1931-1939).

Ahora fijaré la atención en el último de esos cursos, el que tuvo lugar a lo largo de noviembre de 1935, inaugurado por el efímero ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes Luis Bardají (1880-1942), del partido republicano radical, al que acompañaba el decano de la Facultad Adolfo G. Posada. Por esa época Fernando de los Ríos, como presidente del Ateneo, estaba concentrado en la organización de una serie de actos académicos para conmemorar el centenario de esa institución tan importante en la historia de la democracia española. Y Madrid era un hervidero científico y cultural no obstante el dificil contexto político derivado de la persistencia de las secuelas de la revolución de octubre de 1934 protagonizada por una fracción del PSOE e independentistas catalanes.

Expongo a continuación  el programa de esos cursos, tanto en lo concerniente a los estudios económicos como a las correspondientes a los estudios políticos y administrativos.  Un repaso a los profesores que los impartieron permite constatar el peso relevante adquirido en el sistema académico republicano por antiguos y recientes pensionados de la Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas.

Así los cursos de Estudios Económicos, previstos inicialmente -pues algunos de ellos al decir de José María Puyol no llegaron a celebrarse, fueron los siguientes:

Luis Olariaga Pujana

Luis Olariaga Pujana

«Política monetaria» por Luis Olariaga (1885-1976), a impartir el viernes 8 de noviembre de 4 a 5. Olariaga, tras haber sido pensionado por la Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas (JAE) para hacer estudios de Economía Política en Berlín, obtuvo en 1917 la cátedra de Política Social y Legislación Comparada del Trabajo. Cuando a finales de ese año se fundó El Sol se hizo cargo de la Hoja semanal dedicada a las Ciencias Sociales y Económicas que publicaba ese diario todos los miércoles, como ya apunté en otra entrada de esta bitácora que publiqué el 28 de febrero de 2018 (ver aquí). Durante la dictadura de Primo de Rivera colaboró con ese régimen. Poco tiempo después de impartir el curso que estoy presentando y  tras iniciarse la guerra civil Olariaga huyó del Madrid republicano y pasó a la zona rebelde donde ejerció de director del Comité Central de la Banca Española. Tiempo después fue designado catedrático de Economía Política de la Facultad de Derecho.

Enrique Rodriguez Mata

Enrique Rodríguez Mata

«Dinero y Bancos» por Enrique Rodríguez Mata  (1890-1975), el viernes 8 de noviembre de 5 a 6. Rodríguez Mata también había sido pensionado por la JAE para formarse en Alemania entre 1912 y 1914. Catedrático de Economía Política y Hacienda Pública en la Universidad de Salamanca en 1923 pasó en 1930 a la de Zaragoza por permuta de la cátedra con Gabriel Franco, del que sería subsecretario cuando este ocupó el ministerio de Hacienda entre febrero y mayo de 1936. Militante de Acción Republicana e Izquierda Republicana, los partidos liderados por Manuel Azaña,  Rodríguez Mata previamente a su participación en ese curso del otoño de 1935 fue gobernador del Banco de Crédito Local de España en mayo de 1932. Posteriormente sería consejero de Campsa, de marzo a junio de 1936, y del Banco de España en junio de 1936. Exiliado en Francia durante un tiempo regresaría a España reincorporándose a su cátedra en 1960 tras ser depurado.

Jose Castañeda Chornet

Jose Castañeda Chornet

«Economía de la empresa privada» por sr. Castañeda, el sábado 9 de noviembre de 4 a 5. Este sr. Castañeda era José Castañeda Chornet (1900-1987) quien tras haber finalizado sus estudios de ingeniería industrial en 1925 fue pensionado para estudiar en Francia la aplicación del factor humano en la industria. A su regreso ingresó en el Cuerpo de Ingenieros Industriales al servicio de Hacienda siendo trasladado en 1931 al Tribunal Económico-Administrativo Central. Cuando participó en el ciclo que estoy evocando cursaba sus estudios de doctorado en Derecho que finalizó en 1936 y era profesor ayudante de Economía Política en la cátedra de Antonio Flores de Lemus y de Economía de la Empresa, asignatura que en ese curso de 1935-1936 se impartía por primera vez en la Universidad española. Depurao tras la  guerrra civil al haber sido comandante del ejército republicano fue posteriormente rehabilitado obteniendo en 1945 la cátedra de Teoría Económica de la Facultad de Ciencias Políticas y Económicas. Durante la era de Franco llevaría a cabo una importante labor docente hasta su jubilación en 1970 considerándose que en las décadas de 1950 y 1960 fue el principal introductor y difusor en España del análisis microeconómico moderno. En 1950 se doctoró en Ciencias Económicas y en 1960 en Ingeniería Industrial. Según consta en el archivo de la JAE el 5 de febrero de 1935 solicitó una pensión a la JAE para completar su formación como economista en la Universidad de Viena durante un año, donde pensaba asistir a los cursos, entre otros, de Ludwig von Mises.

«Haciendas locales» por Manuel Díaz Pedregal, el sábado 9 de noviembre de 7 a 8. Este conferenciante probablemente era hijo de José Manuel Díaz Pedregal Sánchez-Calvo y nieto de Manuel Díaz Pedregal Cañedo, muy vinculados a la Institución Libre de Enseñanza.

«Política ferroviaria» por Federico Reparaz, el lunes 11  de 6 a 7. Federico Reparaz Linazasoro (1899-1979), hijo del periodista y dramaturgo Federico Reparaz Chamorro, era un ingeniero de caminos, catedrático de Economía Política y Derecho administrativo en la Escuela de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos y vinculado a la poderosa compañía ferroviaria del Norte,de la que era al iniciarse la guerra civil secretario del Consejo de Administración.  Durante los años republicanos fue autor de una decena de artículos sobre obras públicas y transportes terrestres en la Revista de Obras Públicas. En 1942 fundaría la empresa SEMAT

«Matemáticas aplicadas a la economía» por José Barinaga, el martes 12 de 4 a 5. Como ya apunté en una entrada anterior el catedrático de la Facultad de Ciencias José Barinaga (1890-1965) fue uno de los matemáticos más activos en el Madrid republicano. Remito pues  a la información ofrecida en ella. Ver aqui.

«Política comercial» por Jesús Prados Arrarte (1909-1983), el martes 12 de 5 a 6. Este joven economista tuvo una carrera académica meteórica en los años republicanos. Si el 2 de octubre de 1931 fue nombrado Ayudante de clases prácticas de Economía política el 4 de abril de 1936 una orden le nombró, tras haber ganado la correspondiente oposición, catedrático numerario de Economía política y Hacienda pública de la Facultad de Derecho de la Universidad de Santiago de Compostela. Entre 1932 y 1934 vivió durante largos meses en Alemania y en Inglaterra, pensionado por la Universidad Central y por la JAE. En Berlín siguió cursos, entre otros, con Sombart, y en Londres estudió en la prestigiosa The London School of Economics and Political Science, según consta en su amplio expediente que se conserva en el archivo de la JAE. En él hay una amplia correspondencia con Gonzalo Jiménez de la Espada, el funcionario de la secretaría de esa institución que hizo el seguimiento de su beca. Iniciada la guerra civil se incorporó al ejército republicano. En 1937 formaba parte del Estado mayor de la 45 división. Su dominio de diversas lenguas le permitió después ganarse la vida en diversos momentos de los quince años de su exilio latinoamericano, transcurrido en Argentina y Chile donde fue funcionario de la CEPAL, organismo de Naciones Unidas, tal y como evocara en una entrevista que le hiciera la periodista Rosa María Pereda en el diario El País el 28 de noviembre de 1981 (ver aquí). Esa conversación se llevó a cabo días después  de haber sido nombrado académico de la Lengua. A mediados de la década de 1950 se acogió a una amnistía del régimen franquista y regresó a España donde se reincorporó a su sistema académico pero volvió a exiliarse durante dos años al haber participado en la reunión que la oposición antifranquista organizó en Munich en 1962.

Gabriel Franco y Lopez

Gabriel Franco y López

«Política económica, agraria e industrial» por Gabriel Franco (1897-1972), el martes 12 de 6 a 7. Este conferenciante había mantenido una relación con la JAE entre 1919 y 1924. A finales de 1919 obtuvo la consideración de pensionado para ampliar durante un año estudios de Economía Política y Hacienda en Alemania. Luego, del 11 de noviembre de 1920 al 10 de agosto de 1921 disfrutó de una pensión de la JAE para continuar los mencionados estudios, presentando a su regreso a Madrid una memoria sobre «Ciencia y política económica». En 1924 la JAE le volvió a otorgar la consideración de pensionado para estudiar durante seis meses en Alemania y Bélgica asuntos relacionados con la reforma agraria. A partir de septiembre de 1928 fue catedrático de Economía Política y Elementos de Hacienda Pública, primero de la Facultad de Derecho de la Universidad de Zaragoza y desde febrero de 1930 de la de Salamanca. Entre 1931 y 1933 fue diputado de Acción Republicana, el partido liderado por Manuel Azaña, por la circunscripción de León. En ese bienio también fue gobernador del Banco Exterior de España, consejero del Estado en el Consejo del Banco de España, delegado de España en la Conferencia del Desarme, celebrada en Ginebra el 2 de febrero de 1932, miembro de la delegación española que participó en la Conferencia Económica de Londres celebrada en 1933. Posteriormente, en las elecciones de febrero de 1936, volvería al Congreso de Diputados, también representando a León, dentro de las filas de Izquierda Republicana. Días después fue nombrado ministro de Hacienda por Manuel Azaña, ocupando ese cargo entre el 19 de febrero y el 13 de mayo de 1936. Su exilio lo vivió entre Francia, México  y Puerto Rico. Regresó a España en 1967 sin conseguir ser repuesto en el cuerpo de catedráticos de universidad.

«Conceptos fundamentales de la economía» por Julio Tejero (1908-1992), el miércoles 13 de 5 a 6. Este conferenciante era desde febrero de 1930 profesor ayudante de la Facultad de Derecho de la Universidad Central. Meses despues de la conferencia que impartió el 13 de noviembre de 1935 obtuvo la cátedra de Economía Política y Hacienda Pública de la Universidad de Murcia, de la que tomó posesión el 12 de mayo de 1936, permutándola semanas despues, tras un acuerdo con Gabriel Franco, por la de Salamanca, de la que tomó posesión el 1 de julio de 1936. En su proceso de depuración tuvo dificultades pero conservó su cátedra salmantina hasta 1954 en que pidió la excedencia voluntaria. Fue uno de los cinco catedráticos que no firmó en un claustro, compuesto por 36 integrantes, celebrado el 9 de junio de 1948 la concesión del doctorado honoris causa a Francisco Franco. (ver aquí)jefe de estudios de bancos. A partir de 1954 se vinculó primero al Banco Urquijo y luego al Banco Hispano-Americano  de los que fue responsable de sus secciones de investigación económica. Su vinculación con la JAE se limitó a que en el año de 1931 fue becado para asistir al curso de verano de la Escuela de Estudios Internacionales de Ginebra.

Ramon Carande

«Historia económica» por Ramón Carande (1887-1986) el jueves 14 de 4 a 5. Este economista e historiador tenía una larga relación con la JAE. Entre 1911 y 1912, poco después de haber finalizado su licenciatura de Derecho, estuvo un año en Alemania con una pensión de la JAE, asistiendo a cursos de Economía y Filosofía en las universidades de Munich y Berlín. Años después, en 1922, y ya siendo catedrático de Economía Política y Hacienda Pública de la Universidad de Sevilla decidió pasar una nueva temporada en Alemania, con la consideración de pensionado de la JAE pagándose él los gastos de ese desplazamiento y estancia que duró un año. Se dedicó entonces a formarse como historiador siguiendo los cursos que daban en Friburgo Von Below y Finke. A su regreso fue uno de los impulsores del Anuario de Historia del Derecho Español, la revista del Centro de Estudios Históricos que fundó en 1924 Claudio Sánchez Albornoz. En ella publicó en ese año de 1925 su influyente artículo «Sevilla, fortaleza y mercado». Al año siguiente la JAE le abonaría 882 pesetas por la traducción de las 294 páginas del segundo volumen de la obra Historia de las instituciones sociales y políticas de España y Portugal durante los siglos V al XIV de Ernesto Mayer, publicada por el Centro de Estudios Históricos.

Valentin Andres Alvarez

Valentin Andres Alvarez

«Economía matemática y estadística» por Valentín Andrés Alvarez (1891-1982), el viernes 15 de 6 a 7. Considerado el «genio polifacético y oculto de la generación de 1927» (ver aquí) este singular personaje obtuvo en 1912 una doble licenciatura en Farmacia y Ciencias físico-matemáticas. En el diccionario biográfico de la Academia de la Historia se dice que en 1919 fue pensionado de la JAE en Francia, pero en el archivo de esa institución no se conserva su expediente. Al regreso de París donde hizo estudios de Astronomía decidió convertirse en economista para lo que tuvo que obtener su tercera licenciatura en Derecho. Tras publicar diversas obras literarias como las novelas Sentimental Dancing (1924) y Telarañas en el cielo (1925) con contenidos autobiográficos inició en 1927 su carrera docente de economista como ayudante de Flores de Lemus en la Universidad Central. Políticamente estuvo cerca del liberalismo democrático de Melquíades Alvarez. Tras doctorarse en 1941 con su tesis Valoraciones del comercio exterior de España obtuvo al año siguiente la cátedra de Economía Política de la Universidad de Oviedo y en 1945 la cátedra de Teoría Económica de la Facultad de Ciencias Políticas y Económicas de la Universidad de Madrid.

«Conceptos fundamentales de la economía», señor Bloch, sábado 23 de 5 a 6. No he podido averiguar quién fue este conferenciate.


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Actividades del matemático José Barinaga en el otoño de 1935

El pasado 18 de marzo estaba prevista la intervención de Luis Español en el seminario mensual que tiene establecido el departamento de historia de la ciencia del Instituto de Historia del CSIC como se aprecia en el siguiente cartel anuncio de ese evento.

CARTEL_Seminario_HC_mar_2020

Lamentablemente debido a la declaración de estado de alarma el pasado sábado 14 de marzo para afrontar la situación de emergencia sanitaria provocada por el coronavirus COVID-19 en España hubo de suspenderse la intervención de Luis Español en el mencionado seminario.

Probablemente este historiador de las matemáticas, gran conocedor de la obra de Julio Rey Pastor, presente en esta bitácora en varias ocasiones, en su intervención hablaría también de otro notable matemático, muy activo en los años republicanos. Me refiero a José Barinaga (1890-1965), cuya vida y obra fue presentada en líneas generales por Elena Ausejo en 2007 en la Gaceta de la Real Sociedad Matemática (ver aquí).

Barinaga no fue pensionado de la Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas (JAE) pero estuvo vinculado a esa institución pues en la sesión de 8 de mayo de 1934 su comisión ejecutiva acordó que asumiese la dirección del Laboratorio Matemático dada la ausencia de Madrid de Julio Rey Pastor. Antes y después de ejercer la responsabilidad de dirigir uno de los centros de investigación del conglomerado de laboratorios que sostenía la JAE Barinaga desplegó una notable actividad científica en el Madrid republicano, donde se instaló después de ganar en 1931 la cátedra de Análisis Matemático 1º de la Universidad Central que estaba vacante por la jubilación de Luis Octavio de Toledo.

A continuación, y con vistas a ofrecer información para completar su biografía ofrezco cuatro datos de la incesante actividad de Barinaga entre 1931 y 1936, ciñéndome a un momento determinado del período republicano como fue el otoño de 1935, situándome más en concreto en noviembre de ese año al que estoy intentando aproximarme desde una perspectiva microhistórica. Para ello estoy elaborando una crónica científica del día a día del curso 1935-1936 como muestro en otra bitácora  (ver aquí).

La primera información concierne a su participación en las sesiones mensuales que tenía la Sociedad Matemática Española. Sobre la celebrada en el mes de noviembre el diario El Sol, en su número de 5 de noviembre informó a sus lectores en estos términos

«Ayer celebró su acostumbrada sesión científica mensual la Sociedad Matemática Española

El catedrático de la Universidad Central doctor Barinaga, después de hacer una breve exposición histórica de los resultados clásicos obtenidos en la teoría de los números trascendentes, dio cuenta de las recientísimas investigaciones debidas a los matemáticos rusos Kuzmin y Galfond (sic) [Gelfond], que resuelven por completo el famoso problema enunciado por Hilbrat (sic) Hilbert a principios de siglo.

El sr. [Antonio] Flores de Lemus [y Giménez]expuso una aplicación de su original método del “autoenlace” al demostrar rigurosamente el lema de Dehn que estaba sin probar desde que hace años Kneserdescubrió la invalidez de la demostración dada por el mismo Dehn. Este método le permite generalizar el lema respecto de la dimensión de la esfera y del espacio que la contiene.

El joven profesor de la Universidad de Salamanca doctor [Ricardo] San Juan comunicó las ideas directrices para resolver un problema de funciones cuasi analíticas que Carleman había planteado en 1926, como cuestión fundamental. La profundidad de los recursos utilizados en esta solución está de acuerdo con la dificultad del problema.»

Como ya expuse en otra entrada de esta bitácora (ver aquí) estos matemáticos españoles compartirían mesa y mantel el sábado 7 de marzo de 1936 cuando un conjunto representativo de los matemáticos españoles se reunieron para homenajear precisamente a Ricardo San Juan Llosá (1908-1969) con motivo de haber obtenido la cátedra de Análisis matemático que se impartía en el segundo curso de la Facultad de Ciencias de la Universidad Central.

La segunda información concierne a la noticia proporcionada por el mismo diario mencionado líneas arriba y en la misma jornada concerniente al sumario del número 7 del tomo VI de la revista Matemática elemental. Ese número, correspondiente  a septiembre de 1935, fue presentado de la siguiente manera:

«Matemática elemental.- Tomo VI, número 7. Septiembre 1935. Madrid-Buenos Aires, 1935.

De la popular revista de matemáticas editada por los Círculos Matemáticos de Estudiantes, y publicada bajo los auspicios de la Sociedad Matemática Argentina y de la Sociedad Matemática Española, se ha puesto a la venta el número 7, correspondiente a septiembre, que contiene interesantes artículos: de J. Barinaga, sobre “Notas breves y comentarios”, de A. Moessner, sobre “Algunas identidades numéricas”. Asimismo ejercicios resueltos y propuestas varias entre sus interesantes secciones.»

Se manifestaba así la excelente cooperación científica existente en aquel momento entre matemáticos españoles y argentinos, dado el doble magisterio en Madrid y Buenos Aires de Julio Rey Pastor.

matematica elemental

La tercera noticia se refiere a cómo José Barinaga fue uno de los participantes de los cursos especiales de Estudios económicos, políticos y administrativos -sobre los que volveré en otra entrada de este blog- organizados por la Facultad de Derecho de la Universidad Central e inaugurados el jueves 7 de noviembre en el pabellón Valdecilla de la ciudad de Madrid. En efecto el protagonista de esta entrada dio en el marco de esos cursos una conferencia el martes 12 de ese mes de 1935 sobre Matemáticas aplicadas a la Economía, de cuatro a cinco.

La cuarta y última referencia corresponde a que este matemático fue uno de los participantes en el ciclo de conferencias organizado por el Ateneo de Madrid, que dirigía Fernando de los Ríos, para conmemorar su centenario entre el 23 de noviembre y el 5 de diciembre de 1935. Barinaga optó por hacer una disertación sobre Alberto Lista como matemático, trabajo que publicaría poco después, ya entrado el año 1936, en el volumen quinto de los Anales de la Universidad de Madrid.

Esa implicación de Barinaga en la labor científica y académica promovida por la República española se prolongaría durante la guerra civil editando en 1937 la Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas su Miscelánea matemática.

Miscelanea matematica 1937

Ese compromiso republicano de Barinaga supondría que tras la guerra civil fuese depurado y separado de su cátedra hasta que fue rehabilitado en 1946.

Addenda:

Quien desee acercarse más en profundidad a la obra de José Barinaga puede encontrar obras y documentos suyos en la Red de Biblotecas del CSIC, en esta URL

https://csic-primo.hosted.exlibrisgroup.com/primo-explore/search?query=creator,exact,%20Barinaga%20Mata,%20Jos%C3%A9,AND&tab=default_tab&search_scope=default_scope&vid=34CSIC_VU1&lang=es_ES&mode=advanced&offset=0

Debo esta información a la vicedirectora de la Biblioteca Tomás Navarro Tomás del Centro de Ciencias Humanas y Sociales del CSIC Carmen Mª Pérez-Montes, a quien agradezco sus noticias.

Asimismo con motivo del día internacional de los Archivos, celebrado el 9 de junio de 2020 Ricardo Martínez de Madariaga ha elaborado un interesante video sobre José Barinaga, accesible en


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El homenaje a un joven catedrático de Medicina en el Madrid de 14 de febrero de 1936

Si en la última entrada de mi bitácora fijé la atención en el homenaje que un grupo de amigos brindaron a María Teresa León y Rafael Alberti el domingo 9 de febrero de 1936 ahora me traslado a unos días después -al viernes 14 de febrero-. En esa ocasión fueron 23 médicos quienes se movilizaron para homenajear a uno de los suyos, a alguien que sería importante posteriormente en la medicina española, como fue el caso del doctor Manuel Díaz Rubio Lurueña (Madrid 1908-1976), creador de la hepatología en España. Como veremos a continuación ese homenaje sirvió para que la escuela de Jiménez Díaz sacase músculo ante los méritos de un joven médico pensionado en el extranjero que obtuvo su cátedra a los 28 años, en otra muestra del rejuvenecimiento que se produjo en las plantillas universitarias durante la Segunda República.

Nuestra fuente de información es la siguiente noticia aparecida en la segunda página del diario republicano La Libertad, uno de cuyos subdirectores era el padre del periodista Eduardo Haro Tecglen, del jueves 13 de febrero de 1936

EN HONOR DE UN CATEDRATICO

«Habiendo sido nombrado, después de reñidas oposiciones, para ocupar la cátedra de Patología médica de la Facultad de Medicina de Cádiz el joven doctor D. Manuel Díaz Rubio, y deseando expresar a éste nuestro entusiasmo por su triunfo y nuestra admiración por su intensa labor científica, con tanta modestia llevada a cabo al lado de sus maestros, un grupo de amigos y compañeros se reunirá para ofrecerle un sencilo homenaje que le sirva de estímulo en su labor docente y profesional.

Doctores Leonardo de la Peña (Ciudad Real 1875-Madrid 1957), Carlos Jiménez Díaz (Madrid 1898-1967), Lorenzo Gironés (Barcelona 1902-Managua 1955), Felipe Morán, Heliodoro G. Mogena, [especialista del aparato digestivo], Victoriano B. Acosta  [Ayudante de Otorrinolaringología de Antonio García Tapia desde 1933[,  Baldomero Sánchez Cuenca (Alcalá la Real-Jaén 1896-Madrid 1967) [discípulo de Jiménez Díaz],  Miguel Sancho, Alfonso de la Peña (Valladolid 1904-Madrid 1971),  Francisco Bielchowsky, [exiliado  de la Alemania nazi e hijo de Max Bielschovsky quien había solicitado a Cajal que le acogiese en Madrid, habiéndose incorporado a la clínia de Carlos Jiménez Díaz a principios de 1933 como ya señalé en mi edición de Los tónicos de la voluntad de Cajal], Luis Recatero, Carlos Albert, José de Paz, Francisco Vega Diaz (Sevilla 1907-Madrid 1995), Juan López Brenes, Darío del Pozo, Angel Suils (Logroño 1906), [gestionaba una clínica siquiátrica en Ciudad Lineal al empezar la guerra civil donde se refugiaría el fundador del Opus Dei José María Escrivá de Balaguer] Manuel Marcos, Carlos Lorca, Luis Cifuentes (Madrid 1907-2005), Manuel Arredondo (Madrid 1879- ?), Antonio G. Tapia (Ayllón, Segovia, 1875-Madrid 1950), Plácido G. Duarte (Carcelén 1897-Madrid 1986).

El banquete se celebrará mañana, 14 de Febrero, a las diez de la noche en el restaurante Capitol. Las tarjetas para el acto se pueden recoger en la portería del Hospital Clínico de San Carlos hou jueves, y mañana viernes, de diez a una y media de la mañana y hasta las seis de la tarde del mismo día en la Conserjería del edificio Capitol».

Ese edificio Capitol, uno de los símbolos de la Gran Vía madrileña se había inaugurado el 15 de octubre de 1933. Su restaurante tenía unas magníficas vistas sobre la ciudad como subraya M.G. Giménez en su interesante blog sobre Antiguos cafés de Madrid (ver aquí).

Vcisitudes posteriores de ese colectivo de médicos pueden seguirse en trabajos como en la obra autobiográfica de F. Pérez Peña, Los últimos clínicos de San Carlos. Estampas y Vivencias de la Facultad de Medicina de San Carlos.

Añadiré que muchos de esos médicos habían sido alumnos, discípulos o colegas de Cajal, cuya huella seguía viva y omnipresente en el Madrid de 1936. Días antes del banquete mencionado, el jueves de la semana anterior, el 6 de febrero, se había representado en el teatro Victoria de Madrid, con gran éxito de crítica y público «Nuestra Natacha» de Alejandro Casona, estrenada el otoño anterior en Barcelona. Pues bien nada más iniciarse la obra el público podía apreciar cómo presidía la habitación de la Residencia de Estudiantes donde se desarrolla el acto primero un retrato de Cajal que parece inspirar la labor de algunos de los protagonistas de la obra como el médico Somolinos, doble del que sería en México un gran historiador de la medicina Germán Somolinos, o el entomólogo Mario, e incluso me atrevería a decir de la misma protagonista «Natacha», la primera mujer doctora en Pedagogía surgida de una universidad española, con la misma voluntad pedagógica que Cajal.


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Una crítica de Enrique Moles a la enseñanza de la química en la España de 1918

Próximamente, el miércoles 15 de noviembre de 2017, se inaugurará la exposición “Enrique Moles, químico complutense” en la Biblioteca de la Facultad de Ciencias Químicas de la Universidad Complutense de Madrid. Permanecerá abierta hasta el 25 de enero de 2018, como se puede apreciar en la información adjunta.

Disponemos así una oportunidad para acercarnos a la trayectoria científica del químico más relevante de la “generación de 1914”, cuyos hitos biográficos se pueden seguir en este cronograma elaborado por los comisarios de la exposición, entre los que se encuentra mi colega de la Sociedad Española de Historia de las Ciencias y de las Técnicas Francisco A. González Redondo.

Como elemento adicional para profundizar en la personalidad de este relevante científico reproduzco a continuación una colaboración periodística suya en las páginas del diario El Sol el lunes 13 de mayo de 1918, titulada Problemas actuales. La enseñanza de la química.

El artículo, publicado en la sección semanal de ese diario dedicada a la Pedagogía e Instrucción Pública que dirigía de manera eficaz el pedagogo Lorenzo Luzuriaga, es expresivo de los afanes reformistas de los científicos de la “generación de 1914”, beneficiarios de la apertura internacional de la ciencia española que favoreció la Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas. De hecho la clave del artículo radica en la comparación que establece Moles entre el tipo de enseñanza quimica que se efectuaba en las universidades europeas donde él había estudiado durante varios períodos entre 1909 y 1017, como la alemana de Leipzig y la suiza de Ginebra, y las españolas. En aquellas la enseñanza era mucho más práctica y más barata. La denuncia de Moles iba encaminada a tomar medidas para resolver unas deficiencias que lastraban el desenvolvimiento de la ciencia de la química, que se había revelado fundamental en el desarrollo de la Gran Guerra que asolaba al continente europeo, y cuyas carencias afectaban a la dependencia económica del país en sectores estratégicos.

Para entender el contexto de este artículo hay que tener en cuenta además que en 1918, sobre todo durante los meses en los que fue ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes el político liberal Santiago Alba, los científicos de la órbita de la JAE confiaron en que el gobierno de concentración nacional existente entonces, dirigido por el conservador Antonio Maura, diera un impulso al sistema científico y educativo español.

Si un pero hay que objetar a esta colaboración periodística de Moles es su desconsideración hacia una tradición química en España, cuestión que él reconsideraría durante la Segunda República, pues sabemos que los químicos fueron importantes en la revolución industrial de  Cataluña en las primeras décadas del siglo XIX , y también relevantes  en otras partes del Estado español del siglo XIX como en Cuba. En esta isla destacó en su industria azucarera la labor del químico salmantino José Luis Casaseca Silván.

He aquí el texto de ese sobresaliente químico catalán que fue Enrique Moles, otro de los científicos represaliados por el franquismo posteriormente, donde abordó con abundantes datos y sólida argumentación las deficiencias de la enseñanza de la química en la sociedad española de hace un siglo.

Nos rige un Gobierno excepcional, del que puede esperarse algo. ¿Tendremos la suerte de que la renovación le llegue a la química?. En España no se hace ni se hizo química; carecemos de tradición química.

 El imperio de esta ciencia en el momento actual es bien patente; en el gigantesco conflicto que trastorna al mundo desde hace cuatro años, las mayores sorpresas, los medios más poderosos de ofender y de defenderse, se deben a los químicos. En todos los países donde más avanzada se halla la química, se crearon durante la guerra nuevos organismos, sociedades poderosas y centros de enseñanza nuevos con la misión única de favorecer el desarrollo científico de aquélla, que es la base de su desenvolvimiento industrial.

En la esfera química, triste es tener que confesarlo, nada se ha hecho en nuestro país, y, así este año como los anteriores, España tendrá que mendigar a Inglaterra unos miles de tonelada de sulfato de cobre para las vides, sulfato de cobre fabricado con cobre de Riotinto y con ácido sulfúrico obtenido con piritas españolas. Seguirán perdiéndose centenares de miles de caballos de fuerza hidráulica que podrían suministrar a buen precio miles de toneladas de nitratos y de cianamida, y mientras tanto, nuestros agricultores esperan angustiadamente la llegada problemática de nitro de Chile. Seguirán sin explotar los yacimientos potásicos; la industria metalúrgica, que podría ser poderosa, dada la abundancia de mineral, se desarrolla tardíamente, y seguirán escaseando benzoles, superfosfatos, sulfato amónico, etcétera. Y así en cien cosas más.

En diferentes ocasiones la voz autorizada de alguno de nuestros profesores bien orientados, se hizo oír en el Parlamento, en Academias y Congresos, exponiendo el estado lamentable de la enseñanza química en nuestro país. Poco o ningún eco hallaron sus palabras en las esferas directoras. Con todo, la insistencia de las predicaciones despertó entre la gente joven deseos de saber, y algo se ha conseguido, aunque los entusiastas sean pocos. No hemos de insistir en los argumentos, tendiendo a demostrar que lo que nos hace falta es tener grandes laboratorios espléndidamente dotados, profesores pagados principescamente y alumnos dispuestos a pagar bien los estudios.

Los enterados, los que han podido vivir algún tiempo en ambiente químico europeo, abrigarán, como nosotros abrigábamos, la creencia de que los estudios de química son costosísimos fuera de España, y que en ellos estriba la diferencia esencial con respecto a nosotros. El estudio comparativo de los datos correspondientes conduce, sin embargo, a resultados inesperados y paradójicos.

Tomando como tipo dos Universidades que conocemos, por haber estudiado en ellas: la de Leipzig (tipo alemán) y la de Ginebra (tipo suizo), vamos a comparar las materias de estudio y los gastos que supone el grado de Chemiker Dr. Phil., o de Dr ès Sciences Phisiques, con las de un grado análogo en España, el de doctor en ciencias químicas o doctor en farmacia. En todos los datos tomamos términos medios lo más exactos posible, suponiendo normalidad en los estudios. De existir alguna exageración en los datos, ésta es en sentido favorable siempre para España.

Un alumno regular conseguirá su grado en la Universidad alemana o suiza en ocho o nueve semestres de trabajo (equivalentes a cuatro o cinco años universitarios de nueve meses útiles); en España el doctorado le exigirá cinco o seis cursos (de seis meses útiles). Durante este tiempo cursará: (1)

En la universidad alemana de Leipzig semanalmente de 4 a 6 horas de clases orales y 40 horas de clases prácticas;  en el año universitario 180 horas de clases orales y 1.510 horas de clases prácticas y durante toda la carrera 720 horas de clases orales y 5.760 horas de clases prácticas.

En la universidad suiza de Ginebra semanalmente de 4 a 7 horas de clases orales y 35 horas de clases prácticas; en el año universitario 200 horas de clases orales y 1.260 horas de clases prácticas y durante toda la carrera 800 horas de clases orales y 5.040 horas de clases prácticas.

En la universidad española semanalmente de 12 a 15 horas de clases orales y de 12 a 15 horas de clases prácticas; en el año universitario 350 horas de clases orales y 297 horas de clases prácticas y durante toda la carrera 1660 horas de clases orales y 1.485 horas de clases prácticas.

Advertiremos, además, que para el estudiante en Alemania o Suiza hay casi 60 por 100 de clases orales, y casi todas las clases prácticas son de química. En España el alumno cursa unas ochocientas-novecientas horas de clase oral y unas setecientas horas de clases prácticas de química. En Alemania o Suiza los exámenes quedan reducidos a dos o tres; en España padecemos como mínimum 17 a 19 exámenes.

Partiendo de los anteriores datos, el coste de toda la carrera, agrupado por conceptos, es: (2)

En Alemania

por las clases orales se pagan 80 pesetas, por las clases prácticas 1.800; por los títulos 350; por los libros, etc. 270. Total: 2.500

En Suiza

por las clases orales se pagan 150 ptas,    por las clases prácticas 1.840;   por los títulos 250; por los libros,etc. 250. Total: 2.450

En España

por las clases orales se pagan 540 ptas., por las clases prácticas 170;       por los títulos 1.647; por los libros, etc.,200. Total: 2,557

Estas cifras podrían pasarse sin comentarios. En ellas aparece claramente que, contra lo esperado, los estudios son más costosos en España que en el extranjero, y, lo que es peor aún, la distribución de los gastos en una carrera esencialmente práctica como la de químico, hace ver que en el extranjero se pagan, como es lógico, las enseñanzas prácticas en primer lugar, ingresando directamente en la Universidad la totalidad del importe, mientras que en España se pagan en primer término los títulos, luego las clases orales, quedando una clase irrisoria para los Laboratorios, siendo el Estado el que percibe el importe casi total.

Es más, un alumno no oficial (categoría desconocida fuera de España), siendo aplicado, podrá avanzar cursos y aprobar en poco tiempo los estudios de química (mejor, de metafísica química) sin haber pisado un solo laboratorio. De este modo el Estado español ejerce a sabiendas un comercio inmoral, vendiendo títulos que no pueden acreditar conocimientos que no pueden adquirirse bien.

Quedan en pie el problema de los locales, la retribución de los profesores, las dotaciones. Tampoco en estos casos las cifras podrán darnos la razón de nuestro atraso. La Universidad de Leipzig tiene tres profesores ordinarios de Química; la de Ginebra, también tres; en la de Madrid, existen ocho. Resulta natural que los menos puedan estar mejor pagados que los más. En cambio, en Alemania y Suiza los numerosos profesores extraordinarios, Chef de travaux, Oberassistenten y Assistenten cobran lo mismo o menos que nuestros auxiliares universitarios. Por lo que respecta a locales, se da en España, por ejemplo, el absurdo de que cada profesor de Química pretenda tener una cátedra especial que utiliza, a lo sumo, una hora al día. Con menos cátedras, menos decanatos, salones de grados, etc., habría de resultar local suficiente. Y para aclarar lo que a dotaciones se refiere, citaré el Laboratorio de Química Física de Ginebra, conocido en todo el mundo, y que viene disfrutando por parte del Estado de una dotación de 1.000 francos anuales…

Un comentario final, que define mejor que otro cualquiera el ambiente científico de nuestro país. En un Anuario que tira centenares de miles de ejemplares, se lee lo siguiente:

Química. Internacional Institución Química. Enseñanza por correspondencia (!!!)

Nos parece el colmo de la desaprensión el anunciar la enseñanza de la Química por correspondencia, sólo explicable por el estado mísero de aquélla en España.

Y volvemos ahora a pregunta: ¿tendremos la suerte de que algo de la renovación le llegue a la Química? El problema, más que económico, es de organización, pero de organización despiadada, renunciando el Estado al negocio de los títulos, prescindiendo de derechos adquiridos y demás trabas sagradas. ¿Habrá en el ministerio de Instrucción pública y en las Cámaras interés y brío suficientes?

No puede esperarse una química industrial floreciente sin tener antes una química científica sólida. Tememos, sin embargo, que todo ha de reducirse al nombramiento de una Comisión, que estudiará el asunto, redactando luego un luminoso y documentado informe que, para mayor claridad, irá dividido en varias partes….

E. MOLES

(1) (2) En su artículo Enrique Moles insertó dos tablas. Por problemas de edición mi labor ha sido interpretarlas.

 

 

 


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La publicación de «La Universidad española» de Francisco Giner de los Ríos hace cien años

El sábado 18 de febrero de 2017 en el 102 aniversario del fallecimiento de Francisco Giner de los Ríos se presentó en la librería Marcial Pons de Madrid el nº 90 de la revista asturiana Abaco que contiene un amplio dossier, coordinado por Daniel Marías y Alvaro Ribagorda, sobre el legado de Giner de los Ríos y la Institución Libre de Enseñanza en la educación, la cultura y la ciencia española contemporánea. Tuve la fortuna de colaborar en él con el artículo «Las influencias institucionistas en el sistema científico español: entre el pasado y el futuro» y con una reseña de la exposición La ciencia de la palabra. Cien años de la Revista de Filología Española», que apareció originalmente en mi otra bitácora (ver aquí).

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Ahora ojeando las páginas del número de la revista España de 15 de febrero de 1917, es decir de hace un siglo, me he encontrado con un texto del filósofo Manuel García Morente, discípulo de Giner tras haberse obtenido su licenciatura de Filosofía en la Universidad de París en 1906, y al que hemos dedicado una entrada en el diccionario online JAEeduca que un equipo de investigadores está elaborando, bajo mi coordinación. (ver aquí)

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En él el catedrático de Etica de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Madrid además de rendir culto a la personalidad de su maestro exponía, al cumplirse el segundo aniversario del fallecimiento de Giner, cómo se había constituido en Madrid la Fundación Francisco Giner de los Ríos “por antiguos colaboradores, discípulos, amigos y devotos del maestro” para publicar sus obras, clasificadas en cuatro secciones: Filosofía, Educación, Literatura y Arte y Epistolario.

Y anunciaba que en el marco de la primera sección ya se había publicado “el precioso libro Principios de Derecho Natural, sin duda el más característico de su producción jurídica, traducido hace pocos años en Alemania, libro guía de varias generaciones en nuestro país”.

Y dentro de la segunda sección acababa de aparecer el único trabajo completo inédito que había dejado D. Francisco Giner, La Universidad Española, “estudio que habrá de hacer una huella honda en nuestra vida pedagógica”, en palabras de Manuel García Morente que por aquel entonces tenía 31 años. Y añadía este filósofo: “En estos días de bruma, de negrura espiritual, viene el libro de D. Francisco como un rayo de sol a animarnos, a reconfortarnos, a afirmar nuestra confianza en tiempos mejores. Quien, con alguna intensidad sienta el dolor y el amor de nuestro patrimonio intelectual, léalo con el corazón más que con la mente. Está escrito con el corazón, a cuyo servicio fue puesta una mente esclarecida. Quien lo lea, léalo con la sinceridad secreta de un examen de conciencia. Y si en el fondo de su alma asiente siquiera al noble ideal que palpita en sus páginas, ese asentimiento será la mejor prueba del optimismo y de la fe en el espíritu patrio que abrasó siempre a D. Francisco”.

En La Universidad Española sus editores recogieron textos de  Giner en los que analizaba  «su estado actual,  las orientaciones que podían dársele y las reformas que deberían introducirse en ella”, dividiendo sus contenidos en cinco partes: 1ª) sobre reformas en nuestras universidades; 2ª) los estudios de Facultad; 3ª) inconvenientes de la aglomeración de alumnos; 4ª) en nuestras clases y 5ª la Universidad de Oviedo.

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Los editores de la revista España, tras la evocación que hiciera García Morente de la figura y de la obra de su maestro, escogieron al azar una serie de fragmentos de esa obra inédita de Giner, publicada por primera vez hace un siglo, que transcribimos ahora nuevamente, reveladores de una autoimagen de cuáles eran los problemas universitarios  hace más de cien años, que hoy en día, aunque tengan otro cariz, siguen asolando a esa institución.

La mayoría de nuestros estudiantes pertenecen a las clases medias; hace mucha vida de teatro, de café, de casino; de Ateneo, a veces; casi ninguna de campo; va a los toros; nada de juegos ni ejercicios corporales; otro tanto de viajes y excursiones; aparte los periódicos, lee poco, y esto principalmente novelas, y suele tener una proporción media de los vicios y virtudes propios de la masa masculina de nuestro pueblo. Sufre alegre, casi sin enterarse, parte por la austera sobriedad de la raza, parte por su atraso, el sucio hospedaje y mala bazofia a que los más tienen que atenerse; es político y patriota en todos los sentidos, desde el más puro y noble al pésimo

.….

Los exámenes (que hace poco e indirectamente han dejado, por fortuna, de ser obligatorios para los alumnos oficiales, pero que aun tardarán quizá en desaparecer por completo, sobre todo en las clases más numerosas) son anuales y por asignaturas; blandos en promedio, en unas Facultades y localidades más que en otras, y cuando son severos, no siempre por esto razonables, sino en ocasiones hasta peores, por estar muchas veces la severidad en extremar la pedantería y el carácter memorista, por un lado o la exigencia, por otro, de servil docilidad a las opiniones y creencias de los jueces.

….

El libro de texto suele tener una función preponderante; tal, a veces, que excusa al alumno de asistir a la cátedra. Cuando le sustituyen los apuntes autografiados, que en estos últimos tiempos han venido a ser tan frecuentes, no suelen tener sobre aquél más ventaja que ser más caros y estar llenos de los más graciosos y estupendos disparates-si bien éstos no faltan tampoco en muchos textos impresos.

No desesperemos. Todavía media harto de nuestras pobres Universidades de hoy día a lo que eran Alcalá y Salamanca en el siglo XVIII y a principios del siglo XIX. Nuestro apartamiento de Europa y de su cultura nos hizo estancarnos, y, por estancados, decaer, viniendo a una situación a la cual era imposible pedir hombres de aquellos horizontes y aquellas energías intelectuales y morales que, en medio del desastre, fundaron la Universidad de Berlín, símbolo prefigurado de la unidad espiritual de la patria alemana y aun del Imperio. El interés público crece ya entre nosotros cada día con relación a la escuela primaria aunque ¡tan despacio!…Esperemos que, intensificándose, llegará a su vez a la Universidad. Los gobiernos, cuya acción es en esto aquí indispensable, pero tan limitada, acabarán también por participar de ese interés, con otra formalidad y otra consistencia que la descosida atención intermitente que hoy a estos asuntos –a tontas y a locas, por lo común- consagran.

El mal más grave que padece nuestra Universidad es la atonía, a la que tan grandemente contribuye –aun sin llevarse con el rigor que pretende, a veces, la inocencia de la Administración- la comprensión reglamentaria, cuyo casuismo tiende a hacer de la Universidad una oficina atomísticamente desparramada en negociados, mecánica, desespiritualizada, sin alma. A Dios gracia se pueden infringir los reglamentos ¡dónde estaríamos si se hubiesen cumplido! Asusta pensarlo. Pero esa derogación consuetudinaria, hija de la fuerza de la realidad, que va lentamente poniendo las recetas abstractas y muertas a un lado, e introduciendo por la práctica otros principios vivos, jamás alcanza a cortar todas las ramas secas y que estorban. Y, en ocasiones, no basta el manso desuso y requiere agria lucha, que gasta en rozamientos parte considerable de la energía que necesita para su obra.

…..

Los notables de nuestra política no son hombres de Estado, sino de Parlamento; no son gobernantes y estadistas, sino oradores; no obtienen su renombre y sus puestos por lo que hacen, sino por lo que dicen. Considérese ahora cuánto ha debido servir para alimentar este prurito de elocuencia una enseñanza vaciada en el mismo molde. De las aulas de Derecho, a las “sociedades de hablar”; de éstas, a las Cámaras, y de aquí, al Gobierno: tales son las etapas graduales que recorre en su vida el joven corto de escrúpulos, dispuesto a jugar al pro y al contra con todos los problemas.

Actualmente la Fundación Giner de los Ríos aspira a hacer una edición digital de los 21 tomos de las obras completas del principal educador habido en la España contemporánea, veinte de los cuales se editaron entre 1916 y 1936, y el último en 1965. (ver aquí) Ojalá tan loable empeño se culmine. Entretanto, gracias a la biblioteca virtual Cervantes, disponemos de una versión digital de parte de la edición que hizo en 1990 Teresa Rodríguez de Lecea para Espasa-Calpe de los Escritos sobre la universidad española de Francisco Giner de los Ríos, una antología de artículos publicados entre 1893 y 1904. (ver aquí).


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Una visita a la Residencia de señoritas de la JAE en su centenario

cartel exposicion Residencia Señoritas

Entre el 1 de diciembre de 2015 y el 27 de marzo de 2016 se puede visitar en Madrid, en la Residencia de Estudiantes, la exposición Mujeres en vanguardia. La Residencia de señoritas en su centenario (1915-1936), organizada con motivo del centenario de la creación en 1915 de esa institución que alentó la Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas para promover y mejorar la formación de las mujeres. Dirigida por la pedagoga María de Maeztu la labor formativa de un millar de mujeres llevada a cabo en ese complejo educativo dejaría honda huella en la cultura española del primer tercio del siglo XX.

En tiempos republicanos su modelo se trasladó a Barcelona como se aprecia en este reportaje de la publicación ilustrada Crónica, mostrado en la mencionada exposición.

Residencia Señoritas Barcelona

 

La exposición está dividida en las secciones siguientes:

Educación para la mujer. Las primeras iniciativas (1869-1913). En esta sección se muestra cómo el proyecto pedagógico que subyace en la creación de la Residencia de Señoritas hunde sus raíces en el proyecto de renovación de la sociedad española a través de la educación inspirado por la Institución Libre de Enseñanza (ILE). Las primeras iniciativas relacionadas con este proceso se debieron a Fernando de Castro, quien en el Sexenio democrático, en 1870, fundó la Asociación para la Enseñanza de la Mujer. Posteriormente Francisco Giner de los Ríos y los hombres y mujeres de la ILE continuaron la tarea de defender los derechos de la mujer, comenzando por el de una educación en igualdad.

La Residencia de Señoritas (1913-1936). Una apuesta de futuro. 

Laboratorio FosterLa trayectoria de la Residencia de Señoritas fue paralela a la de la Residencia de Estudiantes, estudiada recientemente por Alvaro Ribagorda. Como en la Residencia de Estudiantes, en la de Señoritas las residentes, además de con los servicios de alojamientos,contaban con un laboratorio en el que hacer sus prácticas -el llamado laboratorio Foster estudiado por Carmen Magallón-, con una nutrida biblioteca en la que apoyarse para sus estudios y con un programa de clases, conferencias (por ejemplo el neuropsiquiatra y diputado socialista José Sanchís Banús (1893-1932), disertó el 20 de febrero de 1932, pocas semanas antes de fallecer prematuramente, en el paraninfo de la Residencia sobre La historia clínica de Carlos II de España), conciertos o lecturas poéticas orientado a ampliar su formación.

En todas sus actividades la Residencia de Señoritas contó con el apoyo fundamental del International Institute for Girls in Spain, una institución norteamericana asentada en Madrid desde principios del siglo XX que le aportó tanto medios materiales como métodos y ejemplos de los que se beneficiaron las jóvenes estudiantes españolas. Por mediación del Instituto Internacional, además, se llegó a acuerdos con diferentes colleges femeninos norteamericanos para conceder becas de intercambio, que se pueden rastrear en archivos norteamericanos como los del Smith College (ver aquí).

Gran parte de las mujeres que se incorporaron activamente a la vida cultural y política del primer tercio del siglo XX estuvieron relacionadas con la Residencia de Señoritas. Victoria Kent (Málaga 1889-Nueva York 1987), la abogada, pedagoga y dirigente socialista Matilde Huici (Pamplona 1890-Santiago de Chile 1965), la pintora Delhy Tejero (Toro-Zamora 1904, Madrid 1968), o la periodista Josefina Carabias (Arenas de San Pedro-Avila 1908, Madrid 1980) fueron algunas de sus residentes más destacadas. María Goyri (1874-1954), María Zambrano (1904-1991) , Victorina Durán (1899-1993) o Maruja Mallo (1902-1995) formaron parte de su profesorado. Zenobia Camprubí (Malgrat de Mar-Barcelona 1887, San Juan de Puerto Rico 1956), Gabriela Mistral (Vicuña-Chile 1889-Nueva York 1957), Victoria Ocampo (Buenos Aires 1890- Béccar 1979), María Martínez Sierra (San Millán de la Cogolla-Logroño 1874-Buenos Aires 1974), Clara Campoamor (Madrid 1888- Lausana- Suiza 1972) o Concha Méndez (Madrid 1898-Coyoacán-México 1986)  participaron en sus actividades.

En los salones de la Residencia de Señoritas nacieron el Lyceum Club Femenino en 1926 y la Asociación Universitaria Femenina.

Años de guerra (1936-1939)

Como la mayor parte de las alumnas, en julio de 1936 María de Maeztu (Vitoria-Gasteiz 1881-Mar del Plata-Argentina 1948), se encontraba de vacaciones fuera de Madrid, a donde regresó de inmediato tras producirse el golpe de Estado. En septiembre de 1936 presentó su dimisión como directora de la Residencia de Señoritas y, poco después, abandonó España. Para sustituirla se nombró un comité presidido por Regina Lago (Palencia 1898-Cuernavaca, México 1966) y constituido por otras residentes y exresidentes. A comienzos de 1937, siguiendo al Gobierno de la República, la Residencia de Señoritas se trasladó a Valencia, a la localidad de Paiporta. Acabada la guerra, y disueltos por decreto los centros de la JAE, en varios de los edificios que había ocupado la Residencia de Señoritas se creó, en 1940, el Colegio Mayor Teresa de Cepeda.

El destino de la Residencia y de las residentes tras la guerra civil.

En esta sección se da cuenta de los destinos de las antiguas residentes. Unas aprovecharon las redes culturales y sociales tendidas en los años previos y recalaron en distintos países americanos y europeos. Otras se quedaron en España sufriendo distintas situaciones: desde represalias graves a un discreto exilio interior.

Las organizadoras han diseñado una atractiva web en la que se pueden visualizar cinco interesantes audiovisuales (ver aquí):

 

exposicion Residencia Señoritas

Como complemento de la exposición sus comisarias han promovido un muy cuidado catálogo con numerosas fotografías, portadas de libros y folletos, programas de las actividades culturales que se celebraron en la residencia, documentos diversos, pinturas, dibujos, etc. Sus datos bibliográficos y contenidos son los siguientes:

portada_MujeresDE LA CUEVA, Almudena Y MÁRQUEZ PADORNO, Margarita (eds.), Mujeres en vanguardia. La Residencia de Señoritas en su centenario (1915-1936). Madrid, Publicaciones de la Residencia de Estudiantes, 2015, 400 páginas. ISBN: 978-84-939988-6-8.

Además de dos presentaciones iniciales el catálogo contiene trabajos de:

Almudena de la Cueva y Margarita Márquez Pardomo:  “La Residencia de Señoritas (1915-1936). Una habitación propia para las españolas”.

Idoia Murga: “Muros para pintar: las artistas y la Residencia de Señoritas”.

Rosa Mª Capel Martínez: “¿Sin distinción de sexo? Mujeres y educación en España: de la Restauración a la Segunda República”.

Elvira Ontañón:“La educación de la mujer en el proyecto pedagógico de Francisco Giner de los Ríos”.

Almudena de la Cueva: “La célula germinativa de la cultura femenina: la Asociación para la Enseñanza de la Mujer”.

Mª del Mar del Pozo Andrés: “La educación de la mujer en la Junta para Ampliación de Estudios: las primeras maestras europeas”.

Isabel Pérez-Villanueva Tovar: “María de Maeztu en la Residencia de Señoritas. Educación y feminismo”.

Margarita Márquez Padorno: «El sueño americano de la universidad para mujeres en España: la octava hermana»

Pilar Piñón: “El Instituto Internacional de España y la Residencia de Señoritas.

Raúl Vázquez Ramil: “A thoroughfare of freedom: intercambios de becarias entre colleges femeninos norteamericanos y la Residencia de Señoritas de Madrid, 1919-1936”

Carmen Magallón: “El Laboratorio Foster y su papel en la formación de las científicas españolas”.

Salvador Guerrero: “Un lugar en la memoria de la geografía de la Institución”.

Concha Fagoaga: “La relación del grupo de señoritas de la Residencia de Estudiantes con el Lyceum Club”)

y Margarita Sáenz de la Calzada:“De la Residencia de Señoritas al Colegio Mayor Santa Teresa”.

A dichos trabajos se añaden una cronología, una parte dedicada a la obra plástica de las artistas de la Residencia, una selección de las imágenes expuestas, sendas relaciones de las obras y documentos expuestos y de autores y un índice onomástico, siempre útil en este tipo de obras.

Quien visite la exposición y lea el catálogo podrá apreciar las características de una de las iniciativas y singulares más significativas para promover las capacidades educativas y científicas de la mujer en la edad de plata de la cultura española.

El curioso podrá encontrar información adicional en estos enlaces, entre otros:

http://www.todoliteratura.es/noticia/9382/exposiciones/exposicion:-mujeres-en-vanguardia.-la-residencia-de-senoritas-en-su-centenario-1915–1936.html

http://www.efe.com/efe/espana/cultura/mujeres-en-vanguardia-la-historia-de-residencia-senoritas-madrid/10005-2778645


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El año universitario 1933-1934 por María Zambrano

Casualmente, y gracias a la tuitera @inesge quien me puso en alerta sobre los fondos fotográficos existentes en la Biblioteca Nacional sobre la guerra civil

fotografia guerra civil

he descubierto el sábado 28 de noviembre 2015 un valioso documento accesible en la Hemetoreca Digital de la Biblioteca Nacional. Se trata de un Almanaque Literario de 1935 publicado por Guillermo de Torre (1900-1971), Miguel Pérez Ferrero (1905-1978) y Esteban Salazar y Chapela (1900-1965). Por lo que sé es un documento poco conocido y analizado por los investigadores interesados en la cultura de la Segunda República española.

Almanaque literario 1935 portada

Almanaque literario 1935 contraportada

De su interés nos podemos dar cuenta por la información ofrecida por los servicios de la Biblioteca Nacional:

La portada y su confección son obra de Mauricio Amster [un judío sefardita que se encontraba refugiado entonces en España de donde saldría exiliado a Chile en el famoso barco Winnipeg fletado por Pablo Neruda] Sus editores tenían el propósito de seguir la publicación en años posteriores (cosa que no ocurrió al estallar la guerra civil). Contiene trabajos originales que ofrecen un registro anual de la vida literaria e intelectual del año anterior: 1934. La publicación quiere ser como una “revista extraordinaria y a la vez magazine” crítico y literario, con el deseo de que desfilen por sus páginas todas las figuras y todas las realizaciones elaboradas por los intelectuales españoles en su condición de “escritores militantes, de críticos o comentaristas” de periódicos y revistas, tal como señalan sus editores en el frontispicio de la publicación. Se trata de un proyecto enraizado en la vieja tradición “almanaquista”, pero contrario al “hibridismo políticoliterario”, que quiere dar cabida a la “totalidad de las letras españolas, sin exclusiones ni sectarismos”, en unos momentos especiales para la vida intelectual del país.

Junto a los textos, aparecen los grabados de Norah Borges de Torre [la hermana de Jorge Luis Borges y compañera sentimental de Guillermo de Torre] y alguno de Maruja Mallo. Federico García Lorca será el único que publique composiciones en verso. Comienza con un calendario y efemérides literarias y continúa con un balance literario tanto de España en general y por sus regiones como del extranjero, en concreto de los países europeos e hispanoaméricanos. Sus artículos versarán también sobre los libros publicados en torno a la música, arquitectura, cinematografía, universidad, ciencia, medicina, educación y pedagogía e historia. También sobre la literatura en revistas y en la radio, el movimiento editorial, las Misiones Pedagógicas y la compañía teatral La Barraca. Otras páginas estarán dedicadas a textos sobre conmemoraciones y homenajes.

Los autores de sus textos componen una larga nómina: José F. Montesinos, José Camón Aznar, Enrique Díez-Canedo, Bernardo G. de Candamo, Juan Chabás, José Bergamín, María Zambrano… Incluye tres encuestas a las que contestan una larga lista de personalidades de la cultura española: Juan Ramón Jiménez, Pío Baroja, José Solana, Ramón Pérez de Ayala, Ramón Gómez de la Serna, Antonio Machado, Eugenio D’Ors… Al final del volumen, que supera las 300 páginas, ofrece un índice general.

He aquí reproducido ese índice:

Almanaque literario indice 1

Almanaque literario indice 2

Almanaque literario indice 3

Almanaque literario 1935 indice 4

Entre la extraordinaria información que ofrece esta publicación, sobre la que espero volver en otra ocasión y establecer, en colaboración con mis colegas Nani González y Mario Pedrazuela, sus conexiones con la revista Indice Literario del Centro de Estudios Históricos de la JAE, cuyas publicaciones he analizado recientemente, (ver aquí), reproduzco a continuación el texto de María Zambrano titulado El año universitario. Ofrece información de interés que me permite ilustrar asuntos que abordaré con más detalle en la conferencia que daré el próximo día 9 de diciembre en el salón de actos de la Facultad de Geografía e Historia de la Universidad Complutense en el ciclo Política cultural de la Segunda República Española organizado por la Fundación Pablo Iglesias. (acceso al programa del ciclo aquí)

Fundacion Pablo Iglesias

He aquí la contribución de la filósofa María Zambrano (1907-1991), muy joven en aquel entonces y muy activa en la vida cultural madrileña, al mencionado Almanaque Literario de 1935, tal y como apareció en las páginas 124 a 126 de esa publicación.

Maria zambrano_1930

Maria Zambrano hacia 1930

MARÍA ZAMBRANO, El año universitario

De octubre de 1933 a noviembre de 1934, un curso más en la vida escolar, que puede ser un año decisivo, por lo menos un momento que cierra un cierto período y que, como todo lo que cierra algo, puede ser el paso a otro algo aún no suficientemente claro.
INTRUSIÓN DE LA VIOLENCIA
En una primera mirada podría caracterizarse este año que acaba por un considerable aumento de la violencia en la vida estudiantil. Violencia fina, airada, no con gran convicción, por cierto, como táctica.Violencia que sólo se justifica por esta palabra: táctica, y que con ella se agota, y que no procede, por tanto de un choque espontáneo entre grupos de contendientes, sino de una decisión enconada de organismos externos a la misma vida universitaria.
Pero este acusamiento de la violencia en la superficie de la vida escolar marca, quizá, una decadencia, el final de un período. El período comenzado, aproximadamente, en el curso 1927-1928, con la creación y auge de las Asociaciones escolares, cuya vida y preponderancia ha caracterizado a este período, breve y fecundo, de la vida de la Universidad española. ¿Qué ha significado este periodo, que por todos los síntomas termina con el comienzo del curso actual? Es la cuestión que no puede dejar de presentarse en cuanto se mira al momento, pues nada del presente se explica por sí mismo, y menos aún cuando es nota final, calderón de una melodía transcurrida y aún actuante, pasado inmediato inseparable del alma, que sin él quedaría no sólo ininteligible sino también irreal.
Indudablemente, si hay algo que caractericen los años transcurridos desde 1927 en la vida universitaria es el crecimiento y auge de las Asociaciones escolares, y de entre ellas, la llamada Federación Universitaria Escolar, la F.U.E.
¿Cuál era el clima necesario para que prosperase? Como todo clima, es resultado de distintos elementos: algunos de ellos nos alejaría del tema al ser analizado. Pero podemos, por el momento, reducirlos a dos: uno de ellos es la presión interna de la masa estudiantil, que necesitaba ascender a un plano social propio. Ser estudiante no era ser nada en España, no significaba una manera de vida, y -en el mejor de los casos- ninguna actividad fuera de la asistencia a las clases. Dentro de la Universidad el estudiante se limitaba a ser elemento pasivo, y fuera de ella vivía según el acomodo social de su familia. Ser estudiante era ser nada, y es bien notorio que la vida intelectual apenas tenía que ver con la Universidad; los escritores, intelectuales y aun científicos, habían pasado tonguetes (sic) [¿por tangentes ?] a las aulas; algunos después volvían a ellas como profesores, coincidiendo por casualidad entonces la inteligencia viva con la función docente. Pero en todo caso la vida intelectual transcurría externa -en algunos casos tangente o secante- a la vida universitaria.
Se trataba, pues, de reconstruir el ser, el sentido de la Universidad. Tan decadente ya, tan marchita.
EL ESTUDIANTE Y EL CIUDADANO POLÍTICO
Esto por una parte. Pero la Universidad está en una nación, en un Estado, los estudiantes son al mismo tiempo ciudadanos, y aquí surge el otro elemento, el que desde fuera cercó a la vacilante vida universitaria para decidirla a algo que no sabemos todavía si acertado o no; para «echarse a la calle». Nos referimos a la situación política, finales de la Dictadura; la protesta creciente contra ella fue el otro elemento que se mezcló -debilitando o reforzando, según los casos- al otro ya dicho: el ímpetu de una vida universitaria que nacía. Entre los dos crearon la atmósfera propicia al desarrollo y auge de las Asociaciones escolares, y dentro de ellas a la que da la tónica de este período, la F.U.E. Y dió la tónica porque encarnaba la doble faz del movimiento estudiantil, por un lado político, por otro universitario.
El advenimiento de la República hizo cambiar esta situación. Parte de los grupos escolares que habían vivido estos acontecimientos, así lo comprendieron; otros obstinadamente persistían en la antigua actitud, fiados de su eficacia -sin considerar que esta eficacia provenía tan sólo de su adecuación al momento-.
En el otoño de 1931, la Unión Federal de Estudiantes Hispanos convocó un Congreso de todos sus elementos, que a mi ver tenía este sentido: reajustarse con la nueva situación, examinar los problemas que ésta planteaba y salir de allí con un ánimo nuevo, renovado.
¿Qué pasó después? Allí mismo luchó la escisión, los dos elementos que, mezclados, habían vivido en los años inmediatos al advenimiento de la República luchaban y se separaban. El afán universitario y el afán político; el que deseaba una Universidad renovada y fecunda y el que deseaba ponerla -aun antes de creada- al servicio de fines políticos. Las votaciones del Congreso fueron ganadas por los primeros; pero …quedaban los segundos dispuestos a actuar.
Prosiguió la lucha ahora interna a la propia vida escolar; es más, a las propias Asociaciones, a la Asociación predominante, la F.U.E. que llevaba dentro la doble raíz política y universitaria. El reconocimiento oficial que le otorgó el primer Gobierno de la República vino a complicar la situación, por ser prematura: por haberle sido concedido inoportunamente antes de que ella misma hubiera conseguido desembarazarse de su espectro político.
SITUACIÓN ACTUAL
Y en esta situación se encuentra insertado como eslabón terminal el curso 1933-1934. A lo largo de él, los núcleos de estudiantes políticos, que van  a la Universidad con un mandato de fines extrauniversitarios, llenan su vida de una inútil violencia. Diferenciándose estos núcleos políticos de la política de la antigua F.U.E. en que ésta nació en circunstancias tales que el doble afán universitario y político nacieron mezclados desde dentro de la vida escolar, mientras que en los grupos políticos que han extendido la violencia sobre la vida universitaria han venido a caer sobre ella, que se limita a soportarlos.
A comienzos del curso actual de 1934 se ha retirado a la F.U.E. el reconocimiento oficial otorgado, su derecho a enviar representante a los claustros. Esta medida gubernamental cierra una época, la época que comienza en los últimos años de la Dictadura, y de la que hubimos de hablar. ¿Significará igualmente la entrada en otra? Forzosamente ha de ser así, y para ello existen ya grandes esperanzas. Y esta época nueva de la Universidad española no puede significar otra cosa que el cumplimiento de aquella primera ansia que movió al estudiante a sacudirse de su inercia, a salir de su atonía, el ansia de una Universidad viva, con vigencia intelectual y social. Una Universidad que por ser fiel a su ser y destino influya en la vida nacional en que se asienta.
REALIDADES OPTIMISTAS
Existen ya firmes esperanzas, y aun espléndidas realidades. Durante el curso de 1932-33 se inauguró en la Ciudad Universitaria su primer edificio, el de la Facultad de Filosofía y Letras. La inauguración del edificio inaugura igualmente un nuevo sistema de estudios, una nueva concepción de la totalidad o sistema de las enseñanzas. Y también -aire, luz y espacio abierto- un nuevo estilo de vida para el estudiante. Realidad todo ello, presentida y buscada por aquel primer favor de un renacimiento de la Universidad española. Como en lejanos días, sobre la colina de Santa Genoveva de Paris nació la Universidad occidental del cortejo de oyentes que acompañaba a una figura singular que enseñaba Filosofía, la nueva Universidad española renace de esta matriz viva que es actualmente la Facultad de Filosofía y Letras de Madrid.

Es sabido que María Zambrano participó intensamente en las actividades de la FUE en los años 1928 y 1929, de lo que da cuenta hacia el minuto 22 en el magnífico documental que hiciera Televisión Española en 1991, el año de su fallecimiento (ver aquí),  y que en 1930 cuando impartía clases de Filosofía a los alumnos del Instituto-Escuela escribió cinco artículos en el semanario Nueva España relacionados con la Universidad: «Del movimiento universitario», «Síntomas», «Síntomas. Acción directa de la juventud», «La función política de la Universidad» y «Esquemas de fuerzas».

Cuando escribió el texto que se ha transcrito se movía en cuatro círculos intelectuales diferentes según se explica en este documento (ver aquí): el de la Revista de Occidente, dirigido por su maestro Ortega y Gasset; el de la revista Hoja literaria que dará lugar a Hora de España; el del círculo cristiano de Cruz y Raya, liderado por José Bergamín; y el denominado Cuatro Vientos donde entabló una relación estrecha con García Lorca, Dámaso Alonso, Claudio de la Torre, Jorge Guillén y el propio Juan Ramón Jiménez.

Su casa de la madrileña plaza del conde de Barajas era lugar de reunión de numerosos intelectuales entre los que cabe mencionar a Bergamín, Sánchez Barbudo, Serrano Plaja, Maruja Mallo, Ramón Gaya, Ricardo Gullón, Rosa Chacel, Pablo Neruda, Luis Rosales o Luis Cernuda, muchos de los cuales colaboraron en el mencionado Almanaque Literario de 1935.

El optimismo que manifiesta María Zambrano sobre los frutos que podía dar en su nueva sede de la Ciudad Universitaria la renacida Facultad de Filosofía y Letras, donde ella impartía clases de Filosofía, era compartida por otros coetáneos. Así se aprecia en diversas reportajes de la prensa de la época, como los que hiciera la revista ilustrada Crónica.

Primera clase Facultad Filosofia y Letras

Crónica 22 enero 1933, página 22

Alumnas Filosofia y Letras

Crónica 18 marzo 1934, página 77

Para saber más:

Eduardo González Calleja y Alvaro Ribagorda Esteban, editores, La Universidad Central durante la Segunda República. Las Ciencias Humanas y Sociales y la vida universitaria, Madrid, editorial Dykinson, 2013.

Santiago Lopez Ríos y Juan Antonio González Cárceles, eds., La Facultad de Filosofía y Letras de Madrid durante la Segunda República. Arquitectura y Universidad durante los años 30, Madrid, Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales, Ayuntamiento de Madrid, Fundación Cultural COAM,  2008.(Catálogo de la exposición que tuvo lugar entre el 18 de diciembre de 2008 y el 15 de febrero de 2009).