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Cuaderno de investigación de Leoncio López-Ocón sobre las reformas educativas y científicas de la era de Cajal. ISSN: 2531-1263


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Siete días de ciencia, cultura y educación en «El Sol»: la tercera semana de enero de 1918

Entre el martes 15 y el lunes 21 de enero de 1918 el sector democrático de la opinión pública española, representado por el diario El Sol, concentró su atención en el inicio de la campaña electoral que se puso en marcha para renovar el Congreso de los Diputados,  y en constatar el progresivo deterioro de la situación social al proliferar las revueltas por hambre en diversas ciudades del arco mediterráneo, desde Málaga a Barcelona pasando por Alicante, ciudad en la que en una de esas protestas colectivas se produjeron tres muertos y veinticinco heridos según informaba El Sol  el 20 de enero.

En el plano internacional, quienes hacían ese periódico resaltaban los aspectos que manifestaban un debilitamiento de las potencias centrales como la sublevación habida en Kiel donde la marinería había matado a 38 oficiales de la marina imperial alemana. Los intelectuales españoles seguían con gran expectación el desarrollo de los acontecimientos bélicos como revelaba el ciclo de conferencias que inició esa semana Manuel Azaña, en la órbita del Partido Reformista por aquel entonces, sobre la política militar de la República Francesa. En esos conocimientos expuestos por Azaña en el Ateneo se cimentaría su fama de experto en cuestiones de defensa que le llevaría a ser ministro de la Guerra cuando se proclamó la Segunda República el 14 de abril de 1931.

Precisaré ahora el papel de las cuestiones científico-técnicas, culturales y educativas en las páginas de ese diario a lo largo de la tercera semana de 1918.

En la sección de Biología y Medicina del martes 15 de enero lo más relevante fue la contribución de Gonzalo Rodríguez Lafora sobre «La mentira patológica» o mitomanía. En él informaba de las características de lo que desde Antón Delbrueck, quien había descrito por primera vez este cuadro patológico en 1891, se conocía con el nombre de pseudología fantástica, una manifestación patológica de la fantasía y de la crítica, muy común entre los individuos psicopáticos y aun entre los normales.  Consistía ese trastorno de la conducta en exagerar todo, en llenar de detalles fantásticos las narraciones y creer o casi creer el que lo cuenta que estos productos de su alterada fantasía son verdad. Según Lafora este fenómeno autosugestivo era muy común en España, y en su opinión – que avivaba prejuicios antisureños al confundur una parte por el todo- muy característico de los andaluces, argumentándolo de esta manera: «Quién no exagera en esta bella región? La vivacidad imaginativa del andaluz y la rapidez de su charla favorecen grandemente esta falta de inhibición o de autocrítica. Los chistes y cuentos populares que se refieren a este afán de exagerar en los andaluces son numerosos, y en ellos la perspicacia popular ha fijado con precisión el carácter psicológico más saliente del andaluz».

Ese día también El Sol se hacia eco de un artículo aparecido en El Siglo Médico, el decano de la prensa médica, sobre la situación de la salud pública en Madrid.

El miércoles 16 de enero además de informar sobre la conferencia dada por Azaña en el Ateneo, a la que aludí anteriormente, se insertó un artículo de Pedro Mourlane Michelena (n.1888) en el que se hacía eco de la campaña existente en Bilbao para crear una Universidad en esa ciudad vasca.

Y en la hoja dedicada a las Ciencias Sociales y Económicas el economista Luis Olariaga (n.1885)  dedicaba su colaboración de ese día a continuar un artículo iniciado la semana anterior en el que presentaba a sus lectores las soluciones dadas por los principales países del mundo para abordar el problema de la huelga en los servicios ferroviarios.

El ejemplar del jueves 17 de enero se iniciaba con el editorial «La falta de todo. Con el pan ocurrirá lo mismo» que revelaba la crítica situación de desabastecimiento de productos de primera necesidad que estaba viviendo el país. Pero el lector también era informado de la conferencia impartida en el Ateneo Científico de Valencia por el doctor Gustavo Pittaluga (n. 1876), quien era catedrático de Parasitología y Patología Tropical de la Universidad de Madrid, sobre Alimentación e Higiene, destinada a combatir los estragos causados por el hambre en todo el país. Pittaluga se había afiliado recientemente al Partido Republicano Radical que dirigía Alejandro Lerroux (n. 1864), y su viaje a tierras levantinas estaba relacionado con el hecho de que se presentaba como candidato a las elecciones recién convocadas al Congreso de los Diputados como candidato por el distrito de Alcira.

Por su parte en la hoja dedicada a Geografía e Historia se podía leer un texto de Alfonso Reyes (n. 1889) sobre «Gracián y la guerra» al hilo de una reflexión que había hecho el crítico del Times sobre la literatura generada por la gran guerra y sobre la era de la literatura bélica que según Reyes empezaba con Stendhal. También se publicaba en esa sección una amplia noticia acerca de todas las ediciones realizadas a lo largo del año 1917 sobre  los clásicos castellanos -como Cervantes, fray Luis de León, Lope de Vega, Quevedo, Rojas Zorrilla, entre otros- con abundante información y con una valoración respecto a la aparición de un público lector exigente que «no sólo ha manifestado nueva afición a las lecturas clásicas, sino que, en proporción apreciable, ha acabado por interesarse en los problemas mismos de la edición».  En esa edición de clásicos castellanos realizaban una notable labor los filólogos del Centro de Estudios Históricos de la JAE, y la editorial Calleja, que tenía como director literario a Juan Ramón Jiménez.

Y se tenía acceso a un informe de Juan Dantín Cereceda (n.1881)  sobre el Anuario estadístico de España. Año III, 1916, del que ya se había ofrecido información días antes en El Sol, (y que está accesible aquí) lo que revelaba el interés existente por el notable desenvolvimiento de la ciencia de los números en la sociedad española de los años en torno a la Gran Guerra, como consecuencia probablemente del fortalecimiento del aparato burocrático del Estado liberal. Dantín constataba que «la estadística es algo muda y estática: ni nos habla de las causas que originaron el número, ni nos anticipa las probables consecuencias». Y añadía: «Pero es, con todo, indispensable la recolección y ordenación de estos materiales que, más tarde, el geógrafo, el economista y el sociólogo habrán de interpretar y analizar».  De la lectura de tanta información ofrecida en ese Anuario, sobre todo de los capítulos relacionados con la política y la cultura, obtuvo una impresión deprimente que transmitió así a sus lectores: «muchas de las farsas de nuestro tablado nacional continúan representándose, no sin aplauso de zurupetos, rufianes y papanatas. El 59 por 100 de la población española no sabe leer ni escribir ¡todavía! y hay provincias (Málaga) en que esta proporción alcanza al 79,46«.

El lector del viernes 18 enero quedaba informado de cómo Italia había movilizado hasta entonces al 12 por ciento de su población para afontar su participación en la contienda mundial; podía contemplar una caricatura de Bagaría (n. 1882) denunciando la lacra del caciquismo -que reproduzco a continuación-; tenía noticia de una importante conferencia impartida en el Ateneo de Madrid por el historiador y crítico de arte Aureliano Beruete y Moret (n. 1876) sobre «Goya, grabador» y sabía de una serie de renuncias producidas en el Instituto de Higiene Escolar para denunciar la inoperancia de ese ente administrativo.

Bagaria El cacique y su candidato 18 enero 1918

A su vez en la hoja dedicada a Ingeniería y Arquitectura Federico de la Fuente en su artículo «La compañía madrileña del gas. Una concesión de ciento quince años» analizaba los privilegios y criticaba el deficiente funcionamiento de la empresa responsable de suministrar una fundamental fuente de energía para el alumbrado de la ciudad de Madrid. Por su parte en un artículo no firmado titulado «Las presas de pantalla ondulada» se encomiaba la labor del ingeniero e inventor Juan Manuel de Zafra y Esteban, pionero en su defensa de las construcciones en hormigón armado, quien además «de las numerosas obras de ingeniería que ha proyectado y construido, ha hecho algo que vale más todavía. Ha formado en su cátedra de la Escuela de Caminos una generación de ingenieros, que no miran al hormigón armado como una resultante del empirismo y de la osadía, sino como algo científicamente estudiado y prácticamente conocido, que puede manejarse en la construcción con la misma seguridad y certeza que el acero». Ese elogio se producía porque el autor de ese artículo había repasado la colección de la revista nortemaericana «Engineering» de 1917 y leyó en el número de 31 de agosto la conferencia que había dado ante la Sociedad Americana de Ingenieros Civiles L.R. Jorgensen, acerca de las presas de los lagos californianos Gem y Agnew formados por el río Rush. En ellas se había explicado cómo se habían construido pantallas de hormigón armado en forma ondulada, idea que había sido expuesta seis años antes por Juan Manuel Zafra en el Instituto Español de Ingenieros Civiles.

El ejemplar del sábado 19 enero que se abría con el editorial «Los tiempos nuevos. Necesidad de un gobierno de integración nacional» tenía un considerable sesgo económico. Ante el incremento del malestar social por el problema del desabastecimiento que encarecía todos los productos de primera necesidad la Cámara de Comercio de Barcelona propuso la celebración de una Asamblea de Cámaras de Comercio. Y en otra noticia se hacían previsiones sobre la evolución del mercado bursátil para el año recién iniciado.

Por su parte en la hoja sobre Derecho y Legislación Fernando de los Ríos dedicaba su colaboración semanal a explicar «La teoría de los plenos poderes» aplicada por ciertos países para hacer frente a los desafíos bélicos.

El domingo 20 de enero el diario informaba de una conferencia dada por el joven químico argentino Horacio Damianovich (n. 1883), profesor de Física-Química de la Universidad de Buenos Aires, en el salón de actos de la Facultad de Ciencias de la Universidad Central. Asistieron a su disertación, entre otros, el rector el químico José Rodríguez Carracido (n. 1856), el decano de la Facultad el matemático Luis Octavio de Toledo (n. 1857) el catedrático Alberto Segovia Corrales (n. 1853), los ingenieros Leonardo Torres Quevedo (n. 1852) y Enrique Hauser (n.1866), y el embajador argentino Marco Avellaneda que representaba a su país en Madrid desde 1916. Se ratificaba así la relativa intensidad en aquel momento de las interrelaciones entre científicos españoles y argentinos como ya se vio en la cobertura dada por El Sol dias atrás al viaje efectuado a Buenos Aires por el matemático Julio Rey Pastor en 1917.

Y el ejemplar de ese día ofrecía a sus lectores una Hoja literaria en la que destacaban las colaboraciones de Miguel de Unamuno sobre «La sombra de Sagasta«, de Enrique Díez-Canedo que dedicaba su apunte semanal en esa hoja a la elección del prestigioso médico Carlos María Cortezo y presidente de la Academia de Medicina para ocupar el sillón h de la Academia de la Lengua, haciendo consideraciones irónicas al respecto, y un interludio cómico firmado por  Ramón Pérez de Ayala.

En la hoja dedicada a Agricultura y Ganadería Luis de Hoyos Sainz (n.1868) dedicaba su sección «Por la España agrícola» a evaluar lo que sería la próxima cosecha de trigo, basándose en el estudio efectuado por el Servicio Agronómico sobre las superficies y estado de los trigales de 1918. Se temía un gran déficit, pero Hoyos Sainz discrepaba de tan pesimistas estimaciones por otras informaciones que había recabado, instando a los agricultores a sembrar trigo para «hacer patria y quitar hambre». Por su parte el ingeniero agrónomo Enrique Cremades continuaba ofreciendo información, como  en colaboraciones anteriores, sobre el cultivo del algodón en España.

Finalmente el lunes 21 enero el lector de El Sol tras leer un editorial en el que se planteaba una antinomia entre «Los viejos gobiernos y la nueva política», o conocer el análisis que efectuaba su colaboradora Beatriz Galindo sobre el protagonismo de las mujeres en las manifestaciones contra el hambre que proliferaban por aquellos días en muchos puntos del país, llegaba a la última página del diario dedicada a la sección de Pedagogía e Instrucción Pública.

En ella tenía acceso a dos interesantes aportaciones.

Una de ellas era un amplio y denso artículo del responsable de la sección, el pedagogo Lorenzo Luzuriaga (n. 1889), titulado «Para las próximas Cortes. La reconstrucción de nuestra enseñanza nacional». Luzuriaga advertía en él cómo las próximas Cortes tendrían que resolver una serie de problemas «de una gravedad sin precedentes en la historia parlamentaria de España», entre los que destacaba el de «nuestra educación nacional».

Presentaba luego un diagnóstico de ese problema destacando cómo desde 1898 apenas había mejorado la educación nacional, siendo muy débiles los progresos en la lucha contra el analfabetismo -si en 1900 había en España 11.874.890 analfabetos, en 1911 eran  11.867.455 según el censo oficial- e incrementándose el déficit escolar: si en 1903 había para cada escuela 796 habitantes, en 1917 ascendían a 800.

Y denunciaba, tras comparar el sistema educativo español con el de otros países, la carencia de «un ideal y de un sistema de educación nacional». Y así, desde el punto de vista organizativo «nuestra enseñanza se presenta como una suma o, mejor, como un conglomerado de instituciones aisladas que están entre sí como compartimentos estancos». Ilustraba esta constatación manifestando cómo en la enseñanza primaria no había ninguna referencia a la secundaria y cómo esta tampoco tenía ninguna comunicación real con la universitaria y especial superior. Y al lamentarse de las carencias de las diversas secciones del sistema educativo señalaba que «los institutos son en su mayoría mera yuxtaposición de clases y profesores, sin más unidad o relación que la puramente administrativa o espacial, y lo mismo se puede decir de la enseñanza superior, si bien en los últimos años ha habido un comienzo de vida corporativa en alguna universidad».

Para superar «el atomismo» y «la anarquía pedagógica» de ese sistema de instrucción pública consideraba que la solución idónea consistía en impulsar una política pedagógica, que era una tarea que debía de contar con el apoyo de un esfuerzo sindical, organizado, del personal docente, y con una favorable influencia del ambiente social y político. De esa manera «se evitarán también esas recetas burocráticas, ese tejer y destejer, esos palos de ciego que vienen dándose tan ineficazmente, un año tras otro, desde nuestro Ministerio de Instrucción Pública, que en realidad no tiene de ministerio más que la sombra de su nombre».

Esa contribución de Luzuriaga se complementaba con el artículo sin firma titulado «El dibujo en las escuelas de París». En ese trabajo se ofrecía información, basada en un número extraordinario de la nueva revista Les Arts Françaises, de una exposición que se había celebrado en París en el verano de 1917 titulada «El dibujo en las escuelas de París, durante la guerra». En ella se presentaron trabajos alumnos de todas las escuelas públicas de la capital francesa, no sólo de las vinculadas a la enseñanza primaria, sino también las relacionadas con la enseñanza profesional. Eran dibujos de observación, de memoria, geométricos y de composición decorativa, que se mostraban en los grabados de la mencionada revista, cinco de los cuales podían apreciar los lectores de El Sol y que se reproducen líneas abajo. El comentarista anónimo de este diario, quizás el mismo Luzuriaga o alguien de su entorno, señalaba «el espíritu que anima esta enseñanza es de la vida misma. De aquí surge una gran variedad de modelos, tomados de todos los reinos de la naturaleza y de todas las industrias, y así se introduce también una gran riqueza de aspectos, de formas y de colores».  Además de explicar cómo se efectuaba la enseñanza del dibujo en Francia el articulista valoraba la importancia que tenía su reciente incorporación al sistema escolar en varios países, como España, de esta manera:

El dibujo ha sido una de las últimas materias de enseñanza -acaso la última- que han sido introducidas en los programas escolares de todos los países. Pero al mismo tiempo ha sido también la materia que, dentro de ellos, mas rápidamente se ha elevado al plano de las enseñanzas fundamentales. Considerado, en efecto, hasta hace poco tiempo – y así es aún mirado en España- como una «asignatura de adorno», se le reconoce, generalmente hoy, de una parte, como uno de los más poderosos medios educativos, y de otra, como uno de los instrumentos más importantes para la «expresión» -tanto como la lectura o la escritura- y para la «aplicación» técnica, como puede serlo la aritmética o la física.

Si ha sido grande el cambio que en la consideración pedagógica ha experimentado el dibujo, no lo ha sido menor el que han sufrido sus métodos de enseñanza. Durante bastante tiempo éstos se han limitado a la pasiva e ineficaz reproducción de láminas o de vaciados de obras clásicas, sin desarrollar la iniciativa personal ni cultivar la observación de la naturaleza. Esto ocurre todavía en la mayor parte de nuestros establecimientos de enseñanza, si bien últimamente se ha iniciado -por lo menos en la educación primaria- una radical transformación.

El Sol Escuelas de Paris 1El Sol Escuelas de Paris 2

El Sol Escuelas de Paris 3El Sol Escuelas de Paris 4El Sol Escuelas de Paris 5

 


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Las demandas de material científico del Instituto de Zaragoza en 1906

El 15 de febrero de 1906 la Subsecretaría del Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes pidió a los directores de los institutos distribuidos por el territorio español que expusiesen las necesidades de material científico de experimentación con destino a las cátedras y laboratorios de esos centros de enseñanza.
Las respuestas a esa demanda fueron muy variadas. Si desde Ourense, como se señaló en un post anterior, las peticiones fueron contenidas, pues ascendieron a 2.036 ptas.,  en el caso del Instituto General y Técnico de Zaragoza la solicitud de material fue cuantiosa y dependiente de fabricantes extranjeros.

Así el 6 de marzo de 1906 su director, Manuel Díaz de Arcaya, de origen alavés y catedrático de Historia Natural, firmó una solicitud que ascendía a 7.404,07 pesetas: 4,936,05 correspondientes a la adquisición de material científico, y 2.468,02 al pago de derechos de aduanas, portes, comisión y cambio a pesetas.

Manuel Diaz de Arcaya y González de Echávarri

Manuel Diaz de Arcaya y González de Echavarri

Como vamos a ver a continuación la relación fue exhaustiva y revela cuáles eran las necesidades de material que estimaban más importantes los catedráticos de ese instituto, antecedente del actual IES Goya, de la capital aragonesa.

Para la cátedra de Historia Natural se solicitaron 470 francos para colecciones de botánica, y 2.023 francos para colecciones de zoología, desglosados de la siguiente manera.

Basándose en el catálogo Degralle, de julio de 1902 se pedían representaciones de las siguientes flores, probablemente en forma de láminas murales.
-fig. 224  Papaver rhaas L. (amapola) por 95 francos
-fig. 220  Malva sylvestre  (o malva común)  75
-fig. 248 y 249  Borago officinalis o (borraja) 75
-fig. 256 y 257  Canabis sativa (cáñamo o marihuana) 60
-fig.258,259,260 Lilium candidum (lirio o  azucena) 70
-fig. 266 y 269  Arum maculatum (aro, planta medicinal)  50
-fig. 274,275 y 276 Politrichum comunis (musgo)    45

Illustration_Arum_maculatum1

Ilustración Arum Maculatum

En cuanto a los objetos de zoología el Instituto de Zaragoza solicitaba adquirir:
– Un modelo que representase la Anatomía de la abeja, que costaba 450 francos

Modelo de abeja obrera

Modelo de abeja obrera

– Una colección de 100 especies de insectos útiles y perjudiciales a la agricultura. Su coste era de 35 francos.
– 4 ejemplares disecados de mamíferos: un Felis Leopardus por 350 francos, un Ursus arctos (oso pardo) por 400 francos; un Lyomis nitela  por 42 francos y un Moschus moschiferus (ciervo almizclero siberiano) por 200 francos.
– 1 ejemplar de ave: el Pelecanus onocrotalus (o pelícano común) por 60 francos.
– 4 reptiles: Alligator lucius (caimán del Mississipi), por 200 francos; Draco volans (del género de lagartos Draco), por 18 francos; Crotalus adamanteus (crótalo adamantino, especie de serpiente venenosa), 150 francos y Vipera aspis (víbora áspid), por 18 francos.

En cuanto a la cátedra de Física y Química se hizo una petición exhaustiva de instrumentos, y materiales muy variados, transcribiéndose a veces literalmente del catálogo francés que tenían ante sí la denominación del objeto que solicitaban, como se aprecia en el siguiente listado. Destaca el interés del instituto de disponer de instrumentos destinados a la medición de magnitudes eléctricas.

La primera lista abarca  los materiales de Física, cuyo importe ascendía a 1.836,25 francos
– nº 31.587.- Galvanómetre vertical fig. 393:  50 francos
– Un voltimetre courant continu, a periode Serie J. de 10 centímetros de diámetro: 42

– Un voltimetre courant alterne, Serie J., de 10 cent. de diámetro: 42
– Un ampèrèmetre courant continu, Serie J., de 10 cent. de diámetro: 46
– Un ampèrèmetre courant alterne, Serie J. de 10 cent. de diámetro: 45

– Horno electrico: 145

Lámpara alcohol remplazable mechero Bunsen: 22,50

Balanza: 400

– Aparato para descomponer el agua por la producción de grandes cantidades de hidrógeno y oxígeno: 83

-Aparato de Wiedemann para electrolisis de soluciones salinas y de movimiento de iones entre los polos: 68

– Aparato para la endósmosis eléctrica: 13

Arbol de Saturno: 6
– Aparatos para la produccion de anillos coloreados de Vobilli: 20
– Electrómetro capilar Ostwald: 60
– Coloris copio Lermantoff: 30
– Aparato necesario para galvanoplastia: 42
-Orisptoscopio  13×18: 55                                                                                                                                                                                                                                                                 –Tubo Roetgen  de regeneración anticatoda:  50

-Soporte de pie: 70

– Pantalla fluorescente 20×40: 111                                                                                                                                                                                                                                             –Electrometro capilar de Henley: 18

Tubos de Geissler y Crookes (varias clases): 200
Desecador : 15

Bureta con soporte graduada: 16,50
– Estufa caliente Wiesnegg : 110
– Estufa baño maría: 35
Rheostat universel à contact glissant pour 110 volt .  : 41,25

Reostato hacia 1900

Reostato de hacia 1900

En cuanto a los materiales de química se hizo un pedido de 606, 80 francos, desglosados en  236, 75 francos para productos puros ; y 370,05 francos para soluciones para análisis volumétricos y materias colorantes según vemos con más detalle a continuación.
Productos puros.-
Acido acetico Kilo cristalizado :  2,30 francos
– id. cítrico          id             id :          5,20
– id. iodico           id.           id. :         5,65
– id. oxalico         id.           id. :          2,30
– id. sulfuroso    id.           id. :           2,70
– id. Alcohol absoluto puro id. id.:  3,70
– id. Anilina        id.            id. :         3,80
– id. Cloroformo id.          id. :           3,20
– id. Colodión     id.  id.         :           2,10
– id. Dischllamina id.        id. :        11,40
– id. Feniltridnacina id.  id.  :          2,60
– id. Fenolftalénica id.    id. :         26
– id. Glicerina           id.     id.:          2,15

– id. Hidrosilamina.    id.  id.        47
– id. Bicloruro de mercurio id.id  15,30
– id. Reactivo Mayer id.id. :             5,10
– id. Nitrofenol-Ortho id. id.:          2,80
– id. Nitroso S. Naftol id.id.  :          7
– id. Paladio       id.           id. :           5,90
– id. Nitrato paladio id. id.:              3,20

– id. Picoha pomer id. id. :               2,60
– id. Cloruro platino solución id. id.: 12,70
-id. Tintura curcumo id.  id:            6,40
– id. Tintura Tornasol id. id.:           1,90

Soluciones para análisis volumétricos
Solución normal Acido nítrico:  1,30
Id id. id. oxalico :                          1,40
Id. id. id. sulfurico :                     1,30
Id. id. id. Cloruro bario:             1,40
Id. id. id. Potasa :                         1,25
Id. 1/10 Hiposulfito sódico :      1,60
Id. ½ de Plata :                            3,80
Reactivo Néssler :                       3,80

Materias colorantes

Acido carmínico:   1,20
Azul metilino:        6,40
Id. fenil:                  6,80
Id. quinidina:         1,60
Bálsamo canodá: 10,80
Carmín nacar :       4,20
Fosina:                     1,60
Fluoresccina:        3,20
Fuessina:                2,60
Gelatina:                 5,60
Verde metilo :        3,80
Violeta dalia:         1,60
Acetal puro:         76
Acetamida:          20,30
Tropenia:               3,80
Acido agollico:      5,20
Id. benzoico de benjui sublimado blanco:  7,20
Id. butirico:          4,80
Id. formico:          1
Id. láctico :           5,70
Id. molico :         95
Id. oleico :            1,15
Id. solícico  puro: 2,85
Id. succinico  :     12,70
Id. tartárico:        3,30
Id. Alcohol melítico : 1,70
Id. Aldeido:         3,45
Id. Almidón soluble:  8,80
Id. Amianto:       1,10
Id. Amonio:        1
Id. Glicerofosfato de cal :  25,40
Id. Blomoformo:   11,20
Id. Corturo:   11,55
Id. Destrina   11,65
Id. Diastasa:   61 francos

 


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Propuestas para renovar el material científico del instituto de Ourense entre 1906 y 1910

La creación del Instituto del Material Científico por real decreto de 17 de marzo de 1911 -Gaceta de Madrid del 18-, dependiente del Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes, siendo el liberal Amós Salvador el ministro, supuso un hito en la mejora de la cultura material de los centros educativos españoles a principios del siglo XX.

Pero esa medida estuvo precedida de diversas iniciativas tendentes a la renovación de los medios de enseñanza en los institutos tomadas en los años anteriores.

Quizás la más significativa de esas propuestas fue la asignación anual en los presupuestos generales del Estado a partir de 1906 – el año de la concesión del premio Nobel a Santiago Ramón y Cajal- de 100 mil pesetas para la adquisición de material científico de experimentación con destino a la red de institutos existentes en el Estado español.

En las búsquedas que estoy haciendo en los fondos del Archivo General de la Administración de Alcalá de Henares me he topado con un valioso dossier. En él existe abundante documentación con las peticiones de los claustros de los institutos ante la demanda de información de los responsables del mencionado Ministerio sobre cuáles eran sus necesidades de material científico.

En sucesivas entradas haré un recorrido, siguiendo esas peticiones, por algunos de los lugares del mapa educativo de aquella época.

Inicio mi tour por el Instituto de Orense, – actual IES Otero Pedrayo- en cuyo claustro se encontraba el animoso catedrático de Geografía e Historia Eduardo Moreno López, al que ya he dedicado alguna entrada en esta bitácora.

Orense Instituto Otero Pedrayo Museo

Museo del IES Otero Pedrayo de Ourense

El 5 de abril de 1906 el director del Instituto, Salvador Padilla, -catedrático de Latín y Castellano- envió el siguiente presupuesto de las necesidades más urgentes de material científico de experimentación que tenía ese centro docente. Respondía así al oficio de 15 de febrero que le había dirigido el subsecretario del Ministerio, cuando lo dirigía el liberal Vicente Santamaría de Paredes.

Esas necesidades, que ascendían a 2.031 ptas., eran las siguientes:

– el área de Geografía demandada un mapa hipsométrico y batimétrico de España y Portugal por D. Federico Botella en pasta alabastrina. Su precio era de 100 pesetas.

Botella Federico Mapa hipsométrico y batimétrico

Mapa hipsométrico y batimétrico del ingeniero de la Península Ibérica por el ingeniero de minas Federico de Botella

– la cátedra de Agricultura, en una provincia con un cierto desarrollo de la producción vinícola, solicitaba: 1 Ebulliómetro Sallarón (sic), de 100 ptas. y un Cálcimetro, de 75 ptas.

El ebullómetro de los laboratorios Dujardin-Salleron, concebido en 1870, es un aparato de dosificación del alcohol de vinos secos por ebullometría.

Dujardin Salleron catálogo

Catálogo de 1932 de la casa Dujardin-Salleron dedicada a la venta de materiales enológicos.

– la cátedra de Física requería los siguientes instrumentos: 1 Barómetro aneroide registrador de 207 ptas para medir la presión atmosférica ; 1 Termómetro registrador de 325 ptas y 1 Máquina neumática de Bianchi o de Lenil, de 989 ptas, que se utiliza para extraer el aire contenido en la campana.

– por su parte la cátedra de Historia Natural pedía: 1 Objetivo Zeiss «E», de 100 ptas; 1 revólver Zeiss para microscopio, de 35 ptas. y 1 pieza en cartón de anatomía, que costaba 100 ptas.

No sabemos, por ahora, exactamente qué parte de ese material se adquirió en aquel año, pues el Ministerio no pudeo acceder a todas las demandas que le hicieron los más de 60 institutos existentes por aquel entonces.

De todas maneras en los años siguientes siguieron llegando fondos al Instituto general y técnico de Orense. El 7 de octubre de 1910 su director interino solicitó al ministro que las 1.400 pesetas, concedidas al instituto para adquirir material científico por Real Orden de 28 de mayo de ese año, se distribuyesen de la siguiente manera.

El catedrático de Agricultura, que era el director interino Pompeyo Beltrán, solicitó dos mesas de trabajo para el gabinete por un importe de 80 pesetas.

A la cátedra de Geografía, según solicitud del catedrático Eduardo Moreno López, se asignaron 225 ptas para adquirir un mapa en relieve de Galicia del sr. Fraiz que costaba 200 ptas, a las que había que sumar otras 25 para su porte y embalaje. Este mapa, hecho en 1909, mostraba el esquema orográfico e hidrográfico de Galicia. Fue elaborado por Vicente Fraiz Andón, director de la Escuela Normal de Maestras de Santiago, tras una larga experiencia cubana, y Rafael de la Torre Mirón, escultor, y profesor de dibujo de esa Escuela Normal y del Instituto de Santiago.

Galicia Esquema-Orográfico-e-Hidrográfico-de-Galicia

Mapa orográfico de Galicia de Vicente Fraiz Andón de 1909

La parte más importante de esa asignación del año 1910 se la llevó la cátedra de Física y Quimica. Su catedrático, Antonio Gaite,  tío-abuelo de la escritora Carmen Martin Gaite y que también era farmacéutico, hizo el siguiente pedido por un importe de 1.100 pesetas. Se basó para efectuarlo en el catálogo nº 106 de la casa Radiguet et Massiot de Paris, especializada en aparatos eléctricos, de óptica, de radiografía y en instrumentos de precisión.

MaisonRadiguetMassiot

– 1 Linterna provista de condensador doble y regulador automático de arco voltaico con punto luminoso fijo, nº 488:  37o pesetas

– 1 Zócalo con banco de óptica y sistema de cortinas, nº 487: 215 ptas.

– 2 pies receptores de los diversos aparatos, nº 489; la pieza 38: 76 ptas.

– 1 pieza de enlace nº 492: 5 ptas.

– 4 enlaces grandes nº 427: 22 ptas.

– 1 enlace pequeño nº 428: 4,50 ptas.

– 1 estuche de cinco objetivos nº 353: 107 ptas.

– 1 Mesita porta-cuba nº 497: 6 ptas.

– 1 Soporte para objetivo, nº 496: 45 ptas.

– 1 Prisma inversor nº 123: 87 ptas.

-1 Caja de resistencia nº 715 de 5 a 25 amperios: 162,50 ptas.

Radiguet Massiot couverture

 


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Una petición de un pedagogo institucionista, el extremeño Rubén Landa, desoida por la dictadura de Primo de Rivera: acto segundo y último

          José Manuel Sánchez Ron, en su interesante texto «Encuentros y desencuentros: relaciones personales en la JAE«, publicado en el libro 100 JAE. La Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas en su centenario, editado por la Residencia de Estudiantes en el año 2010, y que recogía las Actas del II Congreso Internacional sobre la JAE, celebrado en Madrid entre el 4 y el 6 de febrero de 2008, señala que, entre las cuestiones a profundizar en el estudio de la JAE, se encontraba su dimensión de «colegio invisible«.  Es decir las redes de conexiones personales que unieron a protagonistas de su historia, que en ocasiones llegaron a adquirir una dimensión familiar.

        La carta dirigida por el catedrático de Instituto de Sicología y pedagogo Rubén Landa a José Castillejo desde Salamanca el 24 de septiembre de 1924, de la que dimos cuenta en un post anterior, mostraría algunos de los mecanismos de funcionamiento de la JAE como «colegio invisible». Pero la instauración del Directorio Militar dirigido por el general Miguel Primo de Rivera no facilitaba la concesión de favores por parte de los responsables de la JAE, como el que había pedido en su carta Rubén Landa a José Castillejo. De hecho éste, como secretario de la JAE, debió de solicitar a Rubén Landa que hiciese una petición formal al presidente de la institución, Santiago Ramón y Cajal, para que el ministerio atendiese su solicitud. Esta consistía en que Rubén Landa cubriese la vacante  existente en la cátedra de francés en el Instituto de Salamanca,  obtener autorización para impartir clases de inglés de manera gratuita e impulsar una asociación de alumnos del Instituto en la que los estudiantes de bachillerato adquiriesen «hábitos de responsabilidad y de servicio social» .

      Y en efecto Landa hizo tal petición formal por los conductos oficiales, como consta en el siguiente documento que se conserva en su expediente del archivo de la JAE, revelador de las prácticas pedagógicas de los institucionistas, como su afán de favorecer el asociacionismo escolar, y del uso que hizo de la beca o pensión, de larga duración, concedida por la JAE entre 1922 y 1924.

«Excmo Sr. Presidente de la Junta para ampliación de estudios e investigaciones científicas.

            El que suscribe, catedrático de Psicología en el Instituto de Salamanca, a V.E. expone:

            Que por R.O. de 19 de septiembre le fue concedida a propuesta de esa Junta una pensión de un año prorrogada luego por ocho meses para estudiar  la segunda enseñanza en Francia e Inglaterra.

            Que en Francia residió más de ocho meses, casi todo el tiempo en París, dedicándose principalmente a presenciar clases en los liceos Enrique IV, Luis el Grande, Montaigne, Carlomagno, Fenelon y otros, colegios Chaptal y Stanislas, escuela alsaciana, ecole des Roches, liceos de Chartres y Angulema, liceo de señoritas de Neuilly-sur-Seine, etc. Siguió cursos en la Escuela Normal Superior de la rue d’Ulm, en la Sorbona y en la escuela organizada en esta para profesores de francés en el extranjero; asistió a clases en las otras tres escuelas normales superiores (Sèvres, Saint-Cloud y Fontenay-aux-Roses); celebró numerosas entrevistas con personalidades de la enseñanza francesa; siguió muy especialmente la campaña que entonces tuvo lugar con motivo del proyecto Bérard de reforma de la segunda enseñanza, etc., etc.

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            Que en Inglaterra residió el resto del tiempo dedicado también principalmente a visitar establecimientos de segunda enseñanza. Visitó entre otras escuelas, cuya lista completa obra en la secretaría de esa Junta, la de Harrow, Eton College, Winchester College, Rugby, Westminster, Saint Paul, King Alfred, St. Georges, Stonyhurst, Manchester Grammar School, Hozusey, Finchley, Kentisch Town y Bedales, para citar solo algunas. En la Bedales residió durante cerca de una semana. Siguió en el verano el curso de inglés de la Universidad de Londres dirigido por el profesor W[alter] Ripman. Asistió a algunos cursos del London Day Training  College y a los de otros colegios de la Universidad de Londres. Visitó las Universidades de Oxford, Cambridge y Leeds y varias escuelas normales, centrales y de continuación. Celebró numerosas entrevistas para tratar de cuestiones de enseñanza y asistió a asambleas y conferencias sobre educación. Visitó varias exposiciones de enseñanza, etc.

 

Alumnos del Eton College en 1932, pocos años después de la visita de Rubén Landa

Alumnos del Eton College en 1932, pocos años después de la visita de Rubén Landa

          

Panorámica de la Rugby School

Panorámica de la Rugby Schoool

         

Una clase de la Manchester Grammar School en 1908, pocos años antes de que la visitara Rubén Landa

Una clase de la Manchester Grammar School en 1908, pocos años antes de que la visitara Rubén Landa

Laboratorio de la escuela de Bedales en la que Rubén Landa residió durante una semana hacia 1924

Laboratorio de la escuela de Bedales en la que Rubén Landa residió durante una semana hacia 1924

         Que como resultado de su labor en el extranjero ha presentado ya á la Junta un trabajo sobre “La reforma de la segunda enseñanza en Francia” y otro acerca de “La enseñanza de las lenguas vivas en los Institutos” y tiene en preparación varios estudios sobre “La enseñanza de la Filosofía en los Institutos”, “La enseñanza de la lengua y literatura castellanas en los Institutos”, las “Day Continuations Schools”, “el Dalton plan” y “Porqué ha fracasado la reforma Bérard”.

            Que deseando que mis alumnos reciban, en mayor medida de lo que permite la clase que regento, el fruto del estudio que he hecho de cuestiones de enseñanza he proyectado realizar en este Instituto la siguiente labor:

            1º) Dar una clase de francés conforme á lo expuesto en mi trabajo ya mencionado acerca de “La enseñanza de las lenguas vivas”. Aquí solo haré las siguientes indicaciones: duración: 4 años, desde el 1er curso hasta el 4º; pero durante el 5º y 6º los alumnos podrían seguir haciendo traducciones, bajo mi dirección y en relación con mis clases de Psicologia y Etica (lo cual supone por lo menos doble trabajo del que se exige ahora á los profesores de la asignatura). No se emplearía libro de texto propiamente dicho: en el primer curso ningun libro y en los siguientes alguna de las muchas ediciones baratas que existen de clásicos franceses. Se seguiría el método directo, sobre todo en los dos ó tres primeros años, es decir, que la enseñanza sería de carácter práctico. Para los alumnos libres no habría dos exámenes como ahora sino un único examen que consistiría solamente en traducir oralmente y por escrito pasajes señalados por el profesor en 4 o 5 obras escogidas por el examinando entre las de una lista anunciada previamente. Este ensayo duraría de 4 á 6 años y el que subscribe desearía que al final del mismo se comprobasen los resultados mediante un exámen que haría una comisión nombrada por la Junta. El método que habría de seguirse solo puede aplicarse en clases cuyo número de alumnos no pase de 25 o 30.

            2º) Dar una clase de inglés para alumnos de Facultad y de los dos últimos cursos del bachillerato: Tres horas semanales durante dos cursos que sería la duración de este ensayo.

            3º) Organizar una asociación de alumnos del Instituto. Esta asociación podría desde este mismo curso realizar esta labor: a) El servicio de la biblioteca circulante para alumnos que he ensayado ya con éxito durante dos cursos.- b) Excursiones y visitas a los monumentos de Salamanca. Estas visitas podrían constituir bajo mi dirección un curso breve de historia del arte y á través de él, de la cultura. – c) Lecturas literarias. Consistirían en reuniones de alumnos en las que yo les leería y comentaría trozos literarios escogidos, por ejemplo: de la Odisea, Ulises en la gruta de Polifemo; de la Ilíada, la despedida de Héctor y Andrómaca; los Persas, de Esquilo; algunos pasajes del Lazarillo de Tormes y del Quijote; el cuento “Adios, Cordera” de Clarin; algunos romances de Zorrilla y del Duque de Rivas y “Los motivos del Lobo” de Rubén Darío, para citar algunas y dar idea del carácter de estas lecturas. Convendría dar a esta labor la forma de actividades de una asociación de alumnos para que sea enteramente voluntaria y para que los alumnos, al encargarse de su organización, adquieran hábitos de responsabilidad y de servicio social. Orientándola  de este modo la asociación podría tener un valor grande para la educación moral. Más adelante, si contase con la ayuda de otras personas y con medios materiales, la asociación podría dedicarse, entre otros, a estos fines: Cooperativa para compra de libros y objetos de escritorio; mutualidad escolar; coros; audiciones musicales; obras de beneficencia; juegos y ejercicios al aire libre; viajes escolares; vida de campamento (lo que los ingleses llaman “camping”); etc. etc.

            La clase de inglés la daría gratuitamente y lo mismo el trabajo que exigiese la asociación. De las clases de francés me encargaría acumuladas á las mías durante el tiempo que durase el ensayo, pues como el plan que propongo se aparta mucho del actual me seria imposible llevarlo á cabo sin tener el carácter de profesor oficial y estar autorizado para ello.

            Todo lo cual me permito exponer á V.E. por si la Junta lo considera acertado y  juzga conveniente proponer al Ministerio de Instrucción Pública que me encargue de realizar en este Instituto los ensayos indicados.

            Dios guarde á V.E. muchos años.

            Salamanca 1 de Octubre de 1924.

            Rubén Landa Vaz». 

        Solicitud tan bien fundada fue sin embargo desestimada por el Ministerio. El 3 de enero de 1925 el Subsecretario respondía en estos términos tajantes al presidente de la JAE, ateniéndose a las disposiciones correspondientes, como hace cualquier rígido burócrata.

“Vista la comunicación de V.S. a la que acompaña copia de la instancia que D. Rubén Landa Vaz, Catedrático del Instituto de Salamanca dirigió a esa Junta en 1º de Octubre último, solicitando autorización para dar una clase de Francés en cuatro cursos a los alumnos del Bachillerato, otra de Inglés para los de los últimos años del mismo y para los de Facultad, y organizar una Asociación de alumnos del Instituto con diversos fines educativos:

Considerando que la Real orden de 21 de Diciembre de 1923, firmada por el Presidente del Directorio, dispone que a ningún centro docente oficial procede autorizar la enseñanza de disciplinas que no estén incluidas en el plan de estudios previamente aprobados por la Superioridad, cuya disposición dio origen a la supresión en algunos Institutos de algunas enseñanzas ajenas al plan del bachillerato, que ya se habían autorizado;

Esta Subsecretaría ha acordado manifestar a V.S. que no procede la autorización solicitada por el referido Catedrático del Instituto de Salamanca.- Lo que comunico a V.S. para su conocimiento y el del interesado».

Meses después, como veremos en el siguiente post, Rubén Landa optaría por abandonar esa Salamanca, desde donde mantenia correspondencia con el exiliado Unamuno , e instalarse en otra ciudad castellana: Segovia, más próxima a Madrid.


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La importancia del mapa para un metodólogo de la enseñanza de la geografía

El objetivo principal que impulsó a Rafael Ballester y Castell a elaborar su Estudio sobre la enseñanza de la geografía en los inicios del siglo XX fue su afán de «reformar en un sentido verdaderamente útil y práctico la enseñanza de la geografía en los Institutos españoles», generando inquietudes que superasen inercias y venciesen rutinas.

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Ese joven profesor parecía verse a si mismo como integrante de un grupo de docentes reformistas, cuyas huellas estamos rastreando en este blog,  que pugnaban con una sociedad tendente a sestear. En su opinión no faltaban en la España de 1901 «sabios profesores que se adelantan en sus obras al atraso general que pesa sobre los organismos del Estado, sobre corporaciones de carácter particular o sobre la masa general de los individuos».

En el afán de introducir reformas en el ámbito docente se propuso una triple estrategia: hacer de portavoz de las mejoras introducidas en la enseñanza de la geografía en el sistema educativo francés, cuyos logros quería trasladar a España; analizar la situación de la enseñanza de la geografía y proponer una serie de medidas conducentes a la renovación de la enseñanza de esa materia educativa en los institutos españoles.

En su texto Ballester convierte al geógrafo, economista e historiador Emile Levasseur en el actor principal de las reformas de la enseñanza de la geografía en el sistema educativo francés.

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Por tal razón examinó sus ideas pedagógicas con detalle. Destacó las siguientes:

  • la geografía fisica, guiada por la geología, era la base del proceso educativo: en ella se encontraban las claves de las demás ramas de la geografía.
  • la geografía agrícola, industrial y comercial debían ocupar un lugar más importante,
  • había que prestar atención a la estadística.
  • había que emplear los mapas bajo todas sus formas, usando siempre el encerado.

Los seguidores de Levasseur, entre los que se encontraba Ballester, eran firmes defensores del lema: «hacer comprender la geografía por los libros, hacerla ver por los mapas».

Ese nuevo método, llamado intuitivo, hacía de la geografía una ciencia viva capaz de demostrar, describir, enseñar, interesar e instruir. Mediante el constante empleo del mapa mural y el trazado del mapa en el encerado se procuraba ejercitar la inteligencia evitando que la lección fuese una nomenclatura seca, una lista de nombres propios, dirigidos solo a ejercitar la memoria.

La geografía debía consistir por tanto en lecciones de cosas en lugar de lecciones de nombres. De ahí que el mapa mural como cuadro sintético de los detalles que configuraban el estudio de un país se convirtiese en un material didáctico estratégico tal y como lo formulara el profesor del liceo de St-Louis y de la Escuela Normal primaria superior de St. Cloud J.B. Paquier:  «Consideramos la carta geográfica como la base misma de la enseñanza. ..El mapa bajo todas las formas, cartas o mapas murales, atlas, croquis en el encerado….Queremos un mapa mural dibujado a grandes rasgos, claro y sorprendente a la vez, sobrio de detalles, escaso de nombres y únicamente con algunos puntos de mira. Debe ser simplemente un resumen, una especie de síntesis hábilmente hecha, que deje impresa en el alma algunas nociones concretas y durables», pues en opinión de ese pedagogo francés las primeras cualidades que había que ejercitar en la infancia eran la imaginación y el sentimiento.

Está formulada así con claridad la propuesta de usar los mapas como instrumentos modeladores de la conciencia nacional, cuestión a la que se ha prestado gran atención en los últimos años. Destacan al respecto los trabajos de teóricos del nacionalismo como Benedict Anderson,  autor de la influyente obra Imagined communities, traducida al castellano con algo de descuido, según el propio Anderson, por Fondo de Cultura Económica; o  historiadores sociales y culturales de la cartografía como John Brian Harley, partidario de interpretar los mapas como una forma de lenguaje y como un instrumento y un símbolo de los poderes establecidos.

Analizando diversos casos en distintos lugares del mundo, desde Tailandia a Europa y las Américas, estos estudiosos han mostrado que los mapas elaborados a lo largo de la época contemporánea, particularmente en el siglo XIX, se convirtieron en un instrumento para cerrar las fronteras elásticas de la nación, o para plasmar aspiraciones políticas de movimientos nacionalistas como ha ocurrido con los mapas escolares generados en diversas comunidades autónomas españolas en las dos últimas décadas del siglo XX, según han analizado Jacobo García Alvarez y Daniel Marías.

Pero los mapas, según sostenían los positivistas, también son una condensación del conocimiento espacial. Tal y como plantea J.H. Andrews, del Trinity College de Dublin, en su introducción a La nueva naturaleza de los mapas de John Brian Harley, la cartografía también aspira a ser exacta y precisa, creencia defendida por Rafael Ballester. De hecho un mapa de carreteras preciso ayuda a un viajero a llegar a su destino.

En cierta medida las dos epistemologías con las que se puede abordar el estudio de los mapas -la positivista, y la constructivista de Harley- son complementarias.

Así pues, siguiendo el hilo del discurso de Rafael Ballester, los planteamientos de Levasseur y sus seguidores contribuyeron al renacimiento de los estudios geográficos y de la enseñanza de la geografía en la Francia de la Tercera República. Hasta entonces la geografía se estudiaba sin método concediéndose gran importancia a la nomenclatura, a la cartografía, a la economía política y muy poca a la geología, a la estructura del suelo, a las relaciones entre la geografía y la historia, según resaltara Ludovic Drapeyron (1839-1901), primer director de la  la Revue de geographie fundada en 1877. A partir de la década de 1870 empezaría a destacarse el papel de la geografía física como fundamento de la enseñanza geográfica, se adoptó un orden metódico en la exposición de las diversas partes de la geografía fuese general, histórica, polítíca o económica, y se expandió el empleo del mapa mural y el trazado del mapa en el encerado en presencia del alumno, convirtiéndose estos procedimientos didácticos en los principales dispositivos de la enseñanza geográfica.

El metodólogo Ballester, amante de una cultura de la precisión que se abría paso en la sociedad española de aquella época derivado de la mentalidad positivista, consideró relevantes estas propuestas e iniciativas docentes pues «se sabe por experiencia que en un estudio cualquiera el análisis debe preceder y preparar la síntesis si se quieren obtener buenos resultados. El análisis permite al espíritu adquirir un conocimiento exacto y completo de las cosas mediante la descomposición razonada de las partes que constituyen el todo.»

Otra  de las cuestiones que a Rafael Ballester, como profesor de geografía e historia, le interesó más de la renovación metodológica impulsada por Levasseur y sus seguidores fue la importancia concedida a la concordancia entre los estudios geográficos y los estudios históricos. Esta fue una de las cuestiones más debatidas en el segundo congreso internacional de geografía celebrado en París en 1875 y de sus conclusiones se derivó el axioma «nada de historia sin geografía», pues la historia de un país se explicaba por su geografía. A partir de entonces en Francia los profesores de geografía e historia estaban separados pero sus enseñanzas convergían en un punto común, situación que en España no se producía dada la completa separación entre la enseñanza de la geografía y la de la historia.

Pero la presentación de las propuestas concretas de Rafael Ballester y Castell sobre la mejora de la enseñanza de la geografía en los institutos españoles de aquella época de principios del siglo XX se hará más adelante. Sí quisiera señalar para finalizar este post que las tempranas preocupaciones de ese joven profesor mallorquín por la importancia del mapa para la enseñanza de la geografía le acompañarían durante toda su labor docente y le impulsarían años adelante, en 1923, a elaborar un atlas de geografía, poco conocido y por tanto no apreciado, del que a lo largo de más de dos décadas se hicieron diversas ediciones, publicadas por la editorial gerundense Dalmau Carles Pla.

Ballester Geografia Atlas Segundo grado

Ballester Geografia Atlas edit Dalmau 1935