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Cuaderno de investigación de Leoncio López-Ocón sobre las reformas educativas y científicas de la era de Cajal. ISSN: 2531-1263


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De la Sociedad española de Electrología y Radiología Médicas a una polémica sobre las bibliotecas públicas: El Sol 1 de febrero de 1918

Quien tuviese acceso al ejemplar del diario El Sol del viernes 1 de febrero de 1918 quedaba informado de cuestiones y problemas como los siguientes.

Conocía, por ejemplo, resúmenes de dos conferencias impartidas el día anterior en diversas instituciones madrileñas.

Así se informaba de la disertación hecha en la Academia de Jurisprudencia por el doctor Tomás Maestre (n. 1857), especialista en Medicina Legal, sobre «El delincuente, el delito y la pena». Inició su discurso sosteniendo que en España había nacido el Derecho penal contemporáneo gracias a la obra de los clásicos españoles del siglo XVI como Alfonso de Castro y el padre Mariana. Tras declararse evolucionista abogó por un tratamiento individualizado de las medidas  y de los métodos de curación que había que aplicar al delincuente.

En otro lugar de la ciudad, en el Ateneo de Madrid,  por iniciativa de su sección de Artes Plásticas, impartió otra conferencia el joven Mariano Madrazo sobre el pintor veneciano Tintoreto. El crítico de arte del diario Francisco Alcántara en su columna dedicada a la vida artística la resumió, destacando que el conferenciante era biznieto de José Madrazo, el fundador de una dinastía de artistas que había dejado honda huella en la vida cultural madrileña.

También quedaba enterado de que el jueves 31 de enero se había llevado a cabo la sesión inaugural en la Academia de Medicina del curso académico de la Sociedad Española de Electrología y Radiología Médicas, que se había constituido el 16 de marzo de 1916, habiendo celebrado su centenario pues hace poco.  (ver aquí). Había presidido la sesión el doctor Carlos María Cortezo, acompañado por el presidente de la Sociedad el doctor Celedonio Calatayud, el secretario general doctor López Prieto, y otros médicos como Landete, Torres y Ratera. El secretario de esa sociedad se hizo eco de la consideración del doctor Joaquín Decref consistente en que los accidentes que sufriesen los científicos en el ejercicio de sus actividades fuesen considerados accidentes de trabajo por parte del Estado. También planteó que era urgente la necesidad de crear cátedras e Institutos de Radiología. Por su parte el doctor Torres Carreras leyó un discurso sobre Semeiología y roentgenológica del aparato respiratorio intratorácico, ilustrando su trabajo con proyecciones de los casos analizados. Por su parte el presidente de la Sociedad, el doctor Calatayud, leyó una efusiva carta del radiólogo portugués Machado de carácter hispanófilo.

El lector de El Sol era informado asimismo gracias a una suelto no firmado titulado » Los paraísos artificiales. Madrid se envenena y la autoridad se inhibe» que Madrid estaba afrontando un problema en su salud pública por  el incremento notable en el consumo de morfina por parte de jóvenes de ambos sexos.

El economista y catedrático de la Universidad Central Luis Olariaga, que era también el responsable de la hoja semanal dedicada a las Ciencias Sociales y Económicas, firmaba el artículo «En defensa de la cultura. Los doctores sin reválida» donde hacía frente a una campaña desencadenada por un grupo de personas que habían adquirido el título de doctor sin efectuar la tesis, acogiéndose a un decreto del ministro Burell por el que se permitía obtener tal título pagando algo más de mil pesetas. En esa campaña protestaban contra la decisión tomada en un claustro extraordinario de la Universidad Central para no incluir en el censo en el censo los doctores sin reválida. Olariaga abogaba por rectificar el error cometido por Burell y que se restableciese la necesidad de presentar una tesis para obtener el título de doctor que «no es sino un certificado de aptitud para la investigación científica,» y esa aptitud solo se podía comprobar con la presentación y discusión de la Memoria doctoral ante un tribunal.

También El Sol de ese día abrió sus páginas al director del Archivo Histórico Nacional, Joaquín González, quien dirigió una carta abierta a Lorenzo Luzuriaga -el responsable de la sección Pedagogía e Instrucción Pública del periódico- para rebatir la crítica que este había hecho el 14 de enero sobre el funcionamiento de las bibliotecas públicas.

También se daba noticia de que al día siguiente, el sábado 2 de febrero, habría una sesión especial de proyecciones cinematográficas en el teatro Benavente, que se encontraba en la plaza de Bilbao, 2 y 3. Estaba destinada a generales, jefes y oficiales del Ejército de la guarnición de Madrid que tendría oportunidad de contemplar dos películas: La batalla del Searpe, protagonizada por los tanques, y El Real Cuerpo de Aviación británico en algunas partes de Francia.

El Sol Ingeniería y Arquitectura

En la sección de Ingeniería y Arquitectura su responsable el ingeniero Federico de la Fuente firmaba el artículo «El gran problema del siglo XX. La fijación del nitrógeno atmosférico», que era la preocupación dominante en la química mineral para favorecer el desarrollo agrícola.

Y un asistente anónimo al congreso de Ferrocarriles criticó, sarcásticamente, la intervención en él del ministro de Fomento Niceto Alcalá-Zamora, que no tenía buena prensa por aquellos días.

El apartado «Libros y Revistas» de esa sección reseñaba tres trabajos: «Algunos secretos de los superzeppelines», publicado en el Scientific american el 24 de noviembre de 1917, y que se había recibido en Madrid el 15 de enero de 1918; el libro del catedrático de la Escueela Industrial de Alcoy doctor Vicente Mir Laporta, Tintorería, estampados, aprestos y química de materias colorantes, que era un manual didáctico con un prólogo del padre Eduardo Vitoria y el artículo «El coste de las cantinas para obreros» publicado en Engineering el 12 de enero de 1918.