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Cuaderno de investigación de Leoncio López-Ocón sobre las reformas educativas y científicas de la era de Cajal. ISSN: 2531-1263


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De cuándo 77 científicos e intelectuales se solidarizaron con Azaña en noviembre de 1934

El pasado 3 de noviembre se cumplieron 80 años del fallecimiento de don Manuel Azaña, el último presidente de la República española, y uno de los dos mil pensionados de la JAE, disfrutando de su primera pensión en París durante seis meses en el curso 1911-1912.

Semanas después de ese aniversario se ha inaugurado una exposición que se le ha dedicado en la Biblioteca Nacional de España. Aún no la he visitado. No sé cómo se ha abordado en ella su obra de gobierno durante la Segunda República española y la estrecha relación que tuvo en ese período con científicos e intelectuales, no sólo con los que militaron en los partidos políticos que fundó y dirigió como Acción Republicana e Izquierda Republicana, muchos de ellos también ex pensionados de la JAE, como él mismo.

A la espera de ir a visitar esa exposición me parece oportuno presentar en esta entrada un indicador de los apoyos y simpatías que le mostraron científicos y gentes de la cultura, en un momento particularmente crítico de su trayectoria política como fue el otoño de 1934. Tal es el caso de un documento que Azaña situó en el frontispicio de la edición de su famosa obra Mi rebelión en Barcelona, editada por Espasa-Calpe, a principios de septiembre de 1935.

Puede considerarse ese libro la catapulta que le lanzó a la recuperación del poder en las reñidas elecciones de febrero de 1936.

Buena prueba de la extraordinaria recepción de ese libro nos la ofrece El Sol de 6 de septiembre de 1935 al elegirlo como el autor del día, y al insertar un anuncio publicitario de la obra que acababa de salir al mercado

La expectación que suscitó esa nueva obra de Manuel Azaña fue inmensa. Su primera edición se agotó en 24 horas. En ella Azaña, haciendo gala de sus dotes literarias y de su maestría en el manejo de diversos recursos retóricos, se defendió de la campaña de descrédito y de los ataques políticos que había sufrido en el otoño de 1934, cuando fue acusado de connivencia con la revuelta catalana del 6 de octubre de 1934 en la que la Generalidad proclamó el Estado Catalán dentro de la República Federal Española y le detuvieron durante varias semanas en diversos barcos, como el buque Ciudad de Cádiz surto en el puerto de Barcelona.

A modo de prólogo de esa obra Azaña insertó un texto, elaborado en noviembre de 1934, por un elenco de representantes significativos de la «intelligentsia» republicana, que la censura había impedido que se publicara en los periódicos de Madrid.

Merece la pena reproducir ese manifiesto (1) y fijarse en sus 77 firmantes porque nos permite entender cómo un grupo relevante de científicos, intelectuales y otros ciudadanos se sintieron próximos a Manuel Azaña, colaborando antes y después de la firma de ese documento con su obra de gobierno, tanto en el primer bienio republicano como en los meses de gobierno del Frente Popular. En ese último período Azaña pasó de la jefatura del Gobierno, el 19 de febrero de 1936, a la Presidencia de la República, a partir del 11 de mayo de 1936 tras una controvertida aplicación de un artículo de la Constitución de 1931 que defenestró a Niceto Alcalá-Zamora.

He aquí el manifiesto, suscrito por 77 relevantes personalidades en noviembre de 1934 pero que salió a la luz pública en septiembre de 1935 (1)

A la opinión pública

Queremos, los firmantes de este escrito, confiar a nuestros compatriotas, de manera respetuosa y cordial, la preocupación y la amargura que nos inspira el caso de don Manuel Azaña. Con él tenemos mayores o menores concomitancias ideológicas, pero no somos sus correligionarios políticos ni estamos ligados a él por intereses de ninguna especie.

Lo que contra el señor Azaña se hace quizá no tenga precedente en nuestra historia, y si lo tiene, de fijo valdrá más no recordarlo. No se ejercita en su contra una oposición, sino una persecución. No se le critica, sino que se le denosta, se le calumnia y se le amenaza. No se aspira a vencerle, sino a aniquilarle. Para vejarle se han agotado todos los dicterios. Se le presenta como un enemigo de su patria, como el causante de todas sus desdichas, como un ser monstruoso e indigno de vivir.

Y todos sabemos – incluso sus más apasionados detractores- que eso no es cierto; que el ideario y la conducta del señor Azaña son absolutamente opuestos a los sucesos luctuosos que recientemente han afligido al país; que ha seguido en el poder y en la oposición una política de publicidad, honestidad y limpieza, y que constituye un valor moral y mental al que cualquiera puede negar la conformidad, pero nadie debe regatear el respeto.

Sus aciertos y sus yerros son cosa aparte y cada cual puede estimarlos como guste. La persecución judicial de que se le quiere hacer objeto, también es problema distinto, pues nadie osará atravesarse ante la justicia, mientras ésta no demuestre que sirve a las pasiones antes que a las leyes. De suerte que no pretendemos recabar un asentimiento que sería imposible y absurdo ni entorpecer una acción depuradora, aunque se ejercite en términos de rigor inusitados y sorprendentes.

Nuestra protesta va encaminada simplemente contra los modos de ataque, llegados a tan ciego encono que no parecen propios para lograr una obra de severidad (incomprensible para nosotros), sino para cohibir la acción serena de los órganos del Estado, para provocar una revuelta obcecada o para armar el brazo de un asesino.

Comprendemos lo mucho que ciega la pasión política, pero también creemos que una gran parte de los que se suman a la campaña lo hacen por inconsciencia, por desconocimiento de la verdad, y por contagio.

Y como en caso de tanta gravedad para la persona atacada y para el decoro político no basta con que unos cuantos salven su responsabilidad personal, guareciéndose en la intimidad de su conciencia, hemos querido difundir este documento en el que, con mesura y ecuanimidad, defendemos, más que al señor Azaña, a la civilidad española.

Entre los firmantes se encontraban:

27 escritores y 3 escritoras.

Entre los primeros firmaban: «Azorín» (Monóvar 1873-Madrid 1967), José Bergamín (Madrid 1895-Fuenterrabía 1983), Carlos Capdevila, Juan de la Encina [seudónimo de Ricardo Gutiérrez Abascal] Bilbao 1883-México 1963], Antonio Espina (Madrid 1891-1972), Enrique Fajardo («Fabián Vidal») (Granada 1883-México 1948), León Felipe (Tábara-Zamora 1884-Ciudad de México 1968) , Federico García Lorca (Fuente Vaqueros-Granada 1898- camino de Viznar a Alfacar, Granada 18 de agosto 1936), José García Mercadal (Zaragoza 1883-Madrid 1975), Pedro Garfias (Salamanca 1901-Monterrey-México 1967), Eusebio Gorbea (Madrid 1881-Buenos Aires 1948), Juan Ramón Jiménez (Moguer 1881-San Juan de Puerto Rico 1958), Ángel Lázaro (Orense 1900-Madrid 1985), Eduardo Marquina (Barcelona 1879-Nueva York 1946), Paulino Masip (Granadella-Lérida 1899-Cholula-México 1963); Antonio de Obregón (Madrid 1909-1985), Miguel Pérez Ferrero (Madrid 1905-1978), Alejandro Plana, buen amigo catalán de Unamuno (ver aquí), Jesús (sic por José) Pous y Pagés (Figueras 1873-, Barcelona 1952), José María de Segarra (Barcelona 1894-1961), Adolfo Salazar (Madrid 1890-Ciudad de México 1958), Diego San José (Madrid 1884-Redondela 1962), Luis de Tapia (Madrid 1871-Cuart de Poblet-Valencia 1937), Ramón del Valle-Inclán (Villanueva de Arosa 1866-Santiago de Compostela 5 enero 1936), Francisco Vera (Alconchel-Badajoz 1888-Buenos Aires 1967), Antonio Zozaya (Madrid 1859-México 1943), Alejandro Casona (Besullo-Cangas del Narcea-Asturias 1903-Madrid 1965).

Como escritoras suscribían el manifiesto: la viuda de Giner de los Ríos -que no he podido determinar quién es; Matilde Muñoz (Madrid 1895-La Habana 1954) e Isabel de Palencia (Málaga 1878-Ciudad de México 1974),

18 catedráticos de Universidad, mayoritariamente de la Universidad Central, como se denominaba entonces a la de Madrid.

Dos de ellos estaban ya jubilados: el naturalista y destacado entomólogo Ignacio Bolívar (Madrid 1850-Ciudad de México 1944) que seguía dirigiendo el Museo Nacional de Ciencias Naturales y el oceanógrafo y biólogo marino Odón de Buen (Zuera, Zaragoza, 1863-México 1945), director aún del Instituto Español de Oceanografía.

El resto estaba en activo. Tres en la Universidad de Barcelona: el profesor de Química orgánica en esa universidad desde 1918, Antonio García Banús, (Valencia 1888-Caracas 1955), quien hizo una meritoria labor científica en su exilio colombiano (ver aquí); el destacado catedrático de Fisiología de su Facultad de Medicina desde 1916 Augusto Pi Suñer (Barcelona 1879-Ciudad de México 1965), quien obtendría el prestigioso premio Kalinga otorgado por la UNESCO en 1955 por su labor divulgadora, y el filósofo y pedagogo Joaquín Xirau (Figueras-Gerona 1895-México 1946), catedrático de Lógica fundamental en la Facultad de Filosofía y Letras.

Otros trece en la Universidad de Madrid.

Cinco formaban parte del claustro de la Facultad de Ciencias: el antropólogo físico e historiador de la ciencia y catedrático de Antropología, que se cursaba en el doctorado, Francisco de las Barras (Sevilla 1869-1955), el discípulo de Enrique Moles y catedrático de Química teórica Miguel Crespí Jaume (Pontevedra-?), Enrique Moles (Barcelona 1883-Madrid 1953), considerado el «padre de la química moderna española» (ver aquí); el zoólogo y biólogo marino, catedrático desde 1918 de Zoografía de Animales inferiores y Moluscos (invertebrados no artrópodos), José Rioja Martín (Madrid 1866-1945) y el introductor de la genética moderna en España y profesor encargado de prácticas de Biología en el Museo Nacional de Ciencias Naturales Antonio de Zulueta (Barcelona 1885-Madrid 1971), adscrito a la cátedra de Técnica micrográfica e Histología vegetal y animal, hermano además del pedagogo Luis de Zulueta, estrecho colaborador político de Azaña.

Cuatro pertenecían a la Facultad de Medicina, que tenía un gran prestigio en aquella época. Eran el farmacólogo y catedrático de Terapéutica y Arte de Recetar Teófilo Hernando (Torreadrada-Segovia 1881-Madrid 1975); el relevante endocrinólogo e historiador de la medicina, Gregorio Marañón, (Madrid 1887-1960); el catedrático de Oftalmología, Manuel Márquez (Villaseca de La Sagra-Toledo 1872-Ciudad de México 1962); José (sic por Jorge) Francisco Tello (Alhama de Aragón-Zaragoza 1880-Madrid 1958), discípulo de Cajal y su sucesor a partir de 1926 de la cátedra de Histología, Anatomía Patológica.

Dos a la Facultad de Derecho: Fernando de los Ríos (Ronda-Málaga 1879- Nueva York 1949), catedrático de Derecho Político, Presidente del Ateneo de Madrid, y destacado miembro del PSOE , ex ministro de Justicia e Instrucción Pública y Bellas Artes en gabinetes presididos por Azaña en el primer bienio republicano y Felipe Sánchez-Román (Madrid 1893-Ciudad de México 1956), catedrático de Derecho Civil Español Común y Foral y luego, entre 1933 y 1936, de Estudios Superiores de Derecho privado en el doctorado. En 1934 fundó el Partido Nacional Republicano.

Y otros dos a la Facultad de Filosofía y Letras: el filólogo e historiador de la literatura Américo Castro (Cantagalo-Rio de Janeiro-Brasil 1885-Lloret de Mar 1972) y el helenista, catedrático de Lengua y Literatura Griegas Emeterio Mazorriaga (Castillo de Bayuela-Toledo 1868-1937);

Seis de esos catedráticos eran también académicos. En esa situación se encontraban Enrique Moles, de la de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales desde 1934 (ver aquí) ; Ignacio Bolívar, de la de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales desde 1915 (ver aquí) y de la Academia Española, en el sillón F, desde 1931 (ver aqui); Gregorio Marañón, de la Academia Española, en el sillón K, desde abril de 1934 (ver aquí); y de la Nacional de Medicina eran académicos Manuel Márquez, desde 1916, Teófilo Hernando, desde 1922 y Jorge Francisco Tello desde 1923.

8 periodistas como C. Arnal [José Cabrero Arnal] (Castilsabás (Huesca) 1909-Antibes (Francia) 1982, pionero del cómic en España (ver aquí y aquí); Leopoldo Bejarano (Béjar 1879-Madrid 1964), el gran reportero y subdirector del diario Ahora Manuel Chaves Nogales (Sevilla 1897-Londres 1944), muy apreciado por sus lectores de hoy en día; Juan González Olmedilla (Sevilla 1893-1972 Argentina?); Antonio Hermosilla -que dirigía La Libertad; Francisco Molina; Cástor Patiño; el director del diario El Liberal de Madrid Francisco Villanueva, (San Clemente-Cuenca 1875-México, D.F. 1946).

8 artistas como los escultores Juan Adsuara (Castellón 1891-1973), José Clará (Olot-Gerona 1878-Barcelona 1958), Juan Cristóbal (Ohanes-Almería 1897-Cadalso de los Vidrios-Madrid 1961); los compositores Oscar Esplá (Alicante 1886-Madrid 1976) y Julio Gómez (1886-1973) ; los pintores José M. López Mezquita (Granada 1883-Madrid 1954), Timoteo Pérez Rubio (Oliva de la Frontera-Badajoz 1894- Valença-Brasil 1977) y Miguel Viladrich (Torrelameu-Lérida 1887-Buenos Aires 1956).

7 médicos como los doctores Manuel Bastos (Zaragoza 1887-Barcelona 1973), destacado traumatólogo y director desde 1932 de la Clínica de Cirugía Ortopédica y Traumatología del Instituto Rubio (ver aquí); Luis Calandre (Cartagena 1890-Madrid 1961), relevante cardiólogo, muy vinculado a la Residencia de Estudiantes de la JAE; el siquiatra Gonzalo R. Lafora (Madrid 1886-1971), discípulo de Nicolás Achúcarro (ver aquí), académico de la de Medicina desde 1933 rechazando el puesto al año siguiente (ver aquí) cuando fue rechazada la candidatura de Pío del Río Hortega, defendida por él, por motivos espúreos; el gastroentorólogo Juan Madinaveitia,(Oñate-Guipuzcoa 1861-Barcelona 1938); Aurelio Romeo, destacado pediatra, presidente de Cruz Roja española durante la guerra civil, exiliado en México, Manuel Tapia Martín, relevante bronconeumólogo y Carlos García Pélaez, vinculado al Hospital Provincial de Madrid.

6 arquitectos como Arturo [Sáenz de la] Calzada (Labraza-Alava 1907- Ciudad de México 2003) que había sido cofundador de la Federación Universitaria Escolar (FUE), actor del grupo teatral de La Barraca de Federico García Lorca. Con su maestro Manuel Sánchez Arcas y otros compañeros ganó en ese año de 1934 un accesit en el Concurso Nacional de Arquitectura por su proyecto para un Museo del Coche y del Arte Popular; Fernando García Mercadal (Zaragoza 1896-Madrid 1985), uno de los principales introductores del racionalismo arquitectónico centroeuropeo en España e impulsor en 1930 del GATEPAC que tan destacado papel cumpliría en la España republicana en la renovación de la arquitectura; Luis Lacasa (Ribadesella-Asturias 1899-Moscú 1966) , urbanista que dejó su huella en instalaciones científicas, pues diseñó con Sánchez Arcas la construcción del edificio Rockefeller, sede del Instituto Nacional de Física y Química, inaugurado como tal en 1932, y participó en la construcción de edificios de la Ciudad Universitaria de Madrid antes de que se convirtiese en campo de batalla tras el estallido de la guerra civil; Jesús Martí (Castellón de la Plana 1899-Ciudad de México 1975), quien acababa de proyectar la construcción de un edificio escolar en el barrio madrileño de Chamartín de la Rosa donde estaba asentada una influyente colonia de institucionistas y dirigentes de la JAE, como José Castillejo (ver aquí); Carlos Mosquera; Manuel Sánchez Arcas (Madrid 1897-Berlín 1970), quien además de hacer con Luis Lacasa el edificio Rockefeller al lado de la sede de la actual presidencia del CSIC, diseño y construyó desde 1932, junto al ingeniero Eduardo Torroja, el pabellón de Gobierno, la Central Térmica y el Hospital Clínico Universitario de San Carlos de la Ciudad Universitaria de Madrid, donde he estado hospitalizado 23 días en la primavera de este fatídico año 2020.

3 catedráticos : Martín Navarro (Cuevas del Almanzora-Almería 1871-Ciudad de México 1950), de Psicología, Lógica y Etica, en diversos Institutos de Enseñanza Secundaria como el Instituto-Escuela dependiente de la JAE (ver aquí); Manuel Núñez Arenas (Madrid 1866-París 1951), historiador y catedrático de Francés en los institutos de Alicante y Velázquez de Madrid durante la Segunda República tras haber vivido unos años exiliado en Francia durante la dictadura de Primo de Rivera (ver aquí) y Antonio Sacristán Zabala, de la Escuela Superior de Comercio y personalidad destacada del periodismo madrileño.

2 científicos como el meteorólogo Hilario Alonso y el histólogo doctor Pío del Río Hortega (Portillo-Valladolid 1882-Buenos Aires 1945), director del Instituto Nacional del Cáncer desde 1931, candidato al premio Nobel de Medicina en dos ocasiones, en 1929 y en 1937, sobre quien se ha escrito recientemente la biografía Un científico en el armario en la que se ha abordado la influencia de su homosexualidad en su vida científica

2 dibujantes, en la intersección del mundo periodístico y artístico, como los caricaturistas Luis Bagaría (Barcelona 1882-La Habana 1940), renovador del género y que cuando se firmó ese manifiesto había reanudado su colaboración con el diario El Sol de Madrid tras el hundimiento del periódico Luz; Félix Feliu (sic) («Apa») [Feliu Elias Bracons] (Barcelona 1878-1948), quien realizó la viñeta diaria de La Publicitat, uno de los principales periódicos catalanes de los años 1920 y de la Segunda República.

Un industrial como Manuel Busquets, (¿ -Canet de Mar 1957), dueño del periódico Heraldo de Madrid desde 1922.

Una profesora de Escuelas Normales como Gloria Giner de los Ríos (Madrid 1886-1970), destacada pedagoga e hija de Hermenegildo Giner de los Ríos, y esposa del dirigente socialista Fernando de los Ríos.

Una persona sin profesión: Elisa Morales de Giner de los Ríos, esposa desde 1917 del arquitecto y político republicano Bernardo Giner de los Ríos

(1) Está reproducido en Santos Juliá, editor, Manuel Azaña, Obras completas, vol. 5, noviembre 1933-julio 1936, Madrid, Ministerio de la Presidencia, 2007, pp. 197-198.


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Los profesores del Instituto-Escuela en noviembre de 1925 y el recuerdo de sus alumnos en el exilio mexicano

En octubre de 2009 el Boletín de la Institución Libre de Enseñanza publicó mi reseña del libro de Encarnación Martínez Alfaro Un laboratorio pedagógico de la JAE. El Instituto-Escuela sección Retiro de Madrid, editado por Biblioteca Nueva, y elaborado en el marco del programa de I+D CEIMES que coordiné entre enero 2008 y junio 2012.  Tanto en esa reseña, como en otra efectuada por Clara Eugenia Núñez, se señalaron los numerosos aciertos de esa obra en la que se reconstruye el gran proyecto educativo del centro piloto creado por la Junta para Ampliación de Estudios para formar profesores que dinamizasen el sistema educativo español en el ámbito de la enseñanza secundaria.  Teniendo como horizonte la educación integral de los alumnos, el Instituto-Escuela introdujo los principios de la pedagogía europea al incorporar a la enseñanza una metodología activa, una formación científica y los idiomas modernos: inglés, francés y alemán. Muchas de las iniciativas que puso en marcha el Instituto-Escuela –ignoradas u olvidadas durante mucho tiempo– tienen plena vigencia en la actualidad como puede apreciar cualquier observador del legado de esa experiencia educativa que se conserva actualmente en el edificio histórico del Instituto de Enseñanza Secundaria Isabel la Católica. Así lo apreció Manuel Martínez Bargueño, autor del interesante post «Siguiendo las huellas del Instituto-Escuela«

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A continuación ofrezco un documento, procedente de los extraordinarios fondos del Archivo General de la Administración de Alcalá de Henares, que permite adentrarse en las interioridades del funcionamiento de esa singular experiencia educativa cuando estaba atravesando un momento difícil tras el inicio de la dictadura de Primo de Rivera, y pendía sobre ella la amenaza de su disolución.

En él se informa de los salarios que cobraba el cuerpo de profesores del Instituto-Escuela de Segunda Enseñanza en noviembre de 1925 según informe enviado por el profesor delegado, el matemático e historiador de la ciencia José A. Sánchez Pérez al presidente de la JAE Santiago Ramón y Cajal. Como se podrá observar, en efecto, los profesores de idiomas eran varios y estaban bien remunerados. Así mismo existía un buen contingente de profesores encargados de promover la enseñanza artística y los trabajos manuales en los dos centros que tenía el Instituto-Escuela, ubicados por aquel entonces en la madrileña calle Miguel Angel  y en los altos del Hipódromo, cerca de donde está actualmente el Instituto Ramiro de Maeztu.

Se visualiza de esta manera el esfuerzo de  fortalecer una educación «integral», armónica entre la teoría y la práctica, entre  el cultivo de las humanidades y de las ciencias, entre el pensar con el cerebro y el ejecutar con las manos, que movilizó a todos los impulsores de ese experimento educativo, cuya huella sigue presente en nuestros días. A destacar además la cualificación profesional de este singular colegio de profesores que se presenta a continuación, de varios de los cuales Encarnación Martínez Alfaro ofrece información biográfica en el libro mencionado y en el portal CEIMES en la sección correspondiente a profesores del IES Isabel la Católica, descendiente de aquel Instituto-Escuela.

– El salario de los 12 catedráticos, que habían sido comisionados a ese centro educativo, tras haber sido elegidos por la JAE, era el siguiente:

José A. Sánchez Pérez  (1882-1958) y Samuel Gili Gaya (1892-1976)   ganaban 508, 33 ptas.

Francisco Barnés Salinas (1877-1947), Federico Gómez Llueca (1889-1960),  Julio Carretero GutiérrezAntonio Marín Sáenz de Viguera (1889- ), José Vallejo Sánchez (1896-1959),  Andrés León Maroto (1893- ) y Miguel A. Catalán Sañudo (1894-1957)  333,33 ptas.

Segundo Espeso Miñambre: 208,33 ptas

Martín Navarro Flores (1871-1950) 125,00 ptas.

– La remuneración de los 10 profesores de lenguas (7 mujeres y 3 hombres) era más elevada con el siguiente orden:

Mr. Enrique D. Philips 632,00; Mlle. Odette Boudes 532,00; Mlle. Jeanne Stouque 508,00; Miss Elise Moore 456,00; Mr. Oswald Jahns 444,00; Fr. Agnes Sagan 408,00; Miss Barbara Finlay 348,00; Fr. Anna Sandler 208,00; Mlle. Annette Bertaux 168,00; Mr. Eduardo Surmely 75,00 ptas.

– Respecto a los responsables de los trabajos manuales y artísticos había una notable diferencia en la remuneración de sus tres directores y de sus diecieséis encargados.

El salario de los tres directores era el siguiente: Rafael Benedito Vives (1885-1963)  448,00; Josefa Quiroga Sanchez-Fano 428,00 y Jacinto Alcántara Gómez (1901-1966) 388,00 ptas.

El de los dieiciséis encargados (9 mujeres y 7 hombres) tenía la siguiente escala: Srta. Josefina Mayor Franco 276 ptas; Srta. Mª Luisa Garcia Sainz  y D. Francisco Benítez Mellado 228 ptas; María Quiroga Sanchez-Fano y Antonia Quiroga Sanchez-Fano 216 ptas; Antonio Roselló Vidal 204 ptas; María Datas Gutierrez 168 ptas; Aniceto García Villar 156 ptas; Carlos Gomez Hernandez, Emeterio Valiente García, Lorenzo Gascón Portero  y Pilar Fernández Aguilar 144 ptas; Isabel Rodrigo Sánchez-Contador 132 ptas; Eladia Caneiro Mayor y Filomena Alvarez Diaz Ufano 120 ptas y Alfonso Rojas Gómez 80 ptas.

En cuanto a los aspirantes al magisterio que daban sus clases orientados por los catedráticos y que formaban el contingente mayor del profesorado del Instituto-Escuela sus remuneraciones eran estas según las diferentes secciones en las que estaban encuadrados:

Sección de Naturales: (8 hombres y 1 mujer): Srta. Maria Rioja lo Bianco y Pedro Aranegui Coll 188 ptas.; Julian Alonso Rodriguez y Santiago Blanco Puente 156 ptas.; Rafael Candel Vila (1903-1976) 148 ptas:; Francisco Carreras Lorenzo y Mariano García Martínez 132 ptas; Miguel A. Junquera Muné 108 ptas y Juan Gomez Menor Ortega 56 ptas.

Sección de Geografía e Historia (6 hombres y 4 mujeres): Concepción Muedra Benedito 254 ptas.; Luis Brull de Leoz 216 ptas.;  Juan de Mata Carriazo (1899-1989) 206 ptas.; Manuel Sorá Boned 180 ptas.; Felipa Niño Mas 160 ptas.; Socorro Gonzalez Madrid y José Camón Aznar (1898-1979) 120 ptas.; José María Igual Merino 96; Manuel de Terán Alvarez (1904-1984) 80 ptas. y Maria Elena Gomez Moreno (1911-1998) 70 ptas.

Sección de Lengua y Literatura Castellana (3 hombres y 2 mujeres): Maria Monzón Casión 276 ptas.; Cesar Arias Herrero 220 ptas. ; Alfredo Malo Zarco (1897-1963) 156 ptas.; Matilde Martín González 132  ptas. y Luis Alcubilla Pintado 74 ptas.

Sección de Filosofía (2 hombres):  Perfecto García Conejero 94 ptas. y Manuel Heredero Perez 82 ptas.

Sección de Físico-Químicas (8 hombres): Manuel Mateo Martorell 140 ptas. ; Fernando Montequi y Diaz de Plaza 120 ptas. ;  Delio Mendaña Alvarez y José Beato Pérez 108 ptas.; Rafael Alvarez Martín 92 ptas.; Faustino L. Cuadrado Gonzalez 84 ptas. ; Eugenio Muñoz Mena 76 ptas. y Julio Segura Calbe 56 ptas.

Sección de Matemáticas (6 hombres y 1 mujer):  Mª Carmen Martínez Sancho 152 ptas.; Joaquin Abejar Barberán y José M. Gimenez Giron 132 ptas.; Olimpio Gomez Ibañez 128 ptas.; Cesar Rodríguez Baster 124 ptas.;  Secundino Rodriguez Martin 78 ptas. y Desiderio Sirvent Lopez 56 ptas.

Sección de Lengua y Literatura clásicas (2 hombres): Clemente Hernando Balmori (1894-1966) 176 ptas. y Bienvenido Martin Garcia 84 ptas.

Además de los profesores la administración del Instituto-Escuela se hacía cargo del salario del servicio médico que estaba a cargo de Luis Calandre Ibáñez (1890-1961)  al que se le remuneraba con 150 ptas, y de la administración a cargo de Victoria Kent Siano (1889-1987) que cobraba 300 ptas y de Rosa Herrera Montenegro que recibía 250 ptas.

En total el salario mensual de los 87 integrantes del staff de las dos sedes del Instituto-Escuela de Madrid allá por noviembre de 1925 ascendía a  17,792,30 ptas.

Años después -el 7 de junio de 1961- un grupo de sus alumnos se reuniría en su exilio mexicano para evocar los resultados obtenidos por aquel singular ensayo pedagógico y agradecer a sus maestros,  -particularmente los que habían fallecido en México,  Francisco Barnés en 1947 y Martín Navarro en 1950- todo lo que les habían enseñado. Los testimonios de Germán Somolinos (1911-1973), Daniel Tapia (1909-1985), Enrique Díez Canedo y Bernardo Giner de los Ríos (1888-1970) nos acercan con diversos estilos al luminoso y creativo ambiente en el que se formaron en el Madrid de los años 1920 gracias a la acción pedagógica de un sólido equipo de profesores, cuya labor merece ser recuperada. Sus reflexiones merecen ser leídas y el lector curioso las tiene accesibles en este enlace.


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El primer Consejo de Instrucción Pública republicano

El 5 de mayo de 1931 diversos diarios – El Heraldo de Madrid, La Libertad, El Siglo Futuro, La Opinión– informaron de que el Consejo de Ministros celebrado el día anterior había aprobado importantes medidas. Entre ellas cabe destacar  los decretos por los que se reorganizaba la Junta de la Ciudad Universitaria y se reformaba el Consejo de Instrucción Pública que llegaría a presidir Miguel de Unamuno.

Unamuno presidente Consejo Instrucción Pública

Este importante órgano consultivo quedó constituido de la siguiente forma, integrándose en él un cualificado grupo de profesores y pedagogos reformistas:

– Sección de Primera enseñanza: Pedro Blanco Suárez, autor de Historia de la educación y la pedagogía que había publicado en 1923; Luis Bello Trompeta (1872-1935); María Dolores Cebrián y Fernández de Villegas (1881-1973); Sidonio Pintado Arroyo (1886-1939); Fernando Sáinz Ruiz (1891-1959); Manuel Ainaud Sánchez (1885-1932)

– Sección de Segunda enseñanza (escuelas de Comercio y otras especiales): el catedrático de Filosofía del instituto de Valencia Joaquín Alvarez Pastor; Rubén Landa Vaz (1890-1978) ; Leonardo Martín Echevarría (1894-1958); Martín Navarro Flores (1871-1950);  Enrique Rioja Lo bianco (1895-1963).

– Sección de Bellas Artes y Escuelas de Artes y Oficios:  Aurelio Arteta y Errasti (1879-1940); Anselmo Miguel Nieto (1881-1964) ; Andrés Ovejero Bustamante (1871-1954); Amadeo Vives Roig (1876-1932).

– Sección de Universidades y Escuelas de Veterinaria: Cándido Bolívar Pieltain (1897-1976), Leopoldo García Alas y García Argüelles (1883-1937), Luis Jiménez de Asúa (1889-1970) , Santiago Pí y Suñer (1893-1981), Claudio Sánchez Albornoz (1893-1984),  José Xirau y Palau (1893-1982).

Estos 21 profesores desempeñarían un papel clave en las reformas impulsadas por la Segunda República para elevar el nivel de la instrucción pública. Varios de ellos han dejado una huella importante en la historia española del siglo XX. Otros han caído en el olvido como los dirigentes de Izquierda Republicana y estimables docentes Joaquín Alvarez Pastor y Leonardo Martín Echeverría. Unos sufrieron con la pérdida de su vida su compromiso republicano como le sucedió al maestro Sidonio Pintado y al rector de la Universidad de Oviedo Leopoldo García Alas, hijo de «Clarín»; otros tuvieron que emprender el camino del exilio. Así sucedió con los cinco catedráticos de instituto que formaron parte de la sección de segunda enseñanza: todos ellos fallecieron en México.  Muy pocos de los restantes pudieron continuar con sus actividades docentes en la España franquista.

Niña en la ventana. Cuadro de Aurelio Arteta en el Museo de Bellas Artes de Bilbao

Niña en la ventana. Cuadro de Aurelio Arteta en el Museo de Bellas Artes de Bilbao

 

Addenda escrita el 26 de octubre de 2015: Más noticias sobre la labor de este Consejo de Instrucción Pública republicano se encuentran en el libro de Antonio Molero Pintado, La reforma educativa de la Segunda República, pp. 74-76.

En una nota a pie de página este autor señala que con fecha de 8 de mayo de 1931 una Orden nombró vicepresidente del Consejo al médico y político catala´n Santiago Pi Suñer, quien desde 1923 era catedrático de la Universidad de Zaragoza. Semanas después, por decreto de 25 de julio, se aceptó la dimisión de Luis Bello y Pedro Blanco, siendo sustituidos en la sección primera por los pedagogos socialistas Dionisio Correas (1885- ),  y Lorenzo Luzuriaga (1889-1959). El primero se habia hecho cargo de la sección La escuela y la vida de El Socialista entre 1921 y 1930 y dirigió el Orfanato Nacional de El Pardo entre noviembre de 1931 y noviembre de 1933. El segundo, inspector de primera enseñanza, había fundado en 1922 la importante Revista de Pedagogía,  plataforma desde la que difundió las ideas del movimiento de la Escuela Nueva.

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